Migraña infantil; no es cosa de juego

Cualquier adulto que ha sufrido un ataque de migraña entiende lo difícil que puede resultar para un niño padecerlo. ¿Cómo ayudarlo? Para empezar, no menosprecies su molestia, llévalo al médico y practica ciertas medidas para brindar alivio a su intenso dolor de cabeza, pues sus síntomas podrían empañar sus días de diversión.
Rostro de la migraña infantil
Aunque muchos relacionan la migraña con pacientes adultos, la realidad es que también afecta a niños (aproximadamente a 5% de los pequeños en edad escolar y hasta 10% de adolescentes). Se trata de dolor de cabeza especialmente agudo y punzante que, en ocasiones, “anuncia” su llegada con algunos puntos brillantes o líneas de luz onduladas (aura) que percibe el afectado (generalmente 10 a 30 minutos antes), al tiempo que suelen presentarse molestias estomacales y vómito, entre otros síntomas.
Detonantes de la migraña infantil
Al igual que en adultos, una migraña puede ser provocada por:
Olores fuertes (perfumes, gasolina o pintura).
Determinados alimentos, por ejemplo, chocolates, quesos, cafeína (presente en refrescos), tocino o salchichas.
Es importante señalar que en ocasiones no se conoce el motivo exacto del dolor, o bien, es parte de la “herencia” familiar, es decir, si la madre sufre migrañas, su descendencia tiene elevadas posibilidades de repetir el trastorno.
¿Cómo identifico una migraña en mi hijo?
Aunque el pequeño no exprese claramente que sufre intenso dolor de cabeza, es importante brindarle atención si manifiesta alguna molestia, sobre todo ante las siguientes señales:
Se muestra muy irritable. El dolor pulsátil y “martilleante” que experimenta en uno o ambos lados de la cabeza lo hace llorar.
Presenta náuseas y/o vómito. No te alarmes si vomita en la cama todo el alimento que ingirió horas antes, pues seguramente está sufriendo mareos y molestias estomacales derivadas de la migraña.
Sensibilidad a los ruidos y luces fuertes. Probablemente se tapa los ojos y/o las orejas intentando protegerse de estímulos molestos, desde los sonidos de la calle o el ladrido de su pequeña mascota, por ejemplo, hasta la iluminación de su habitación o la que emite la pantalla de televisión.
Frota continuamente sus ojos. Los característicos puntos negros o halos que provoca el trastorno hacen que el pequeño frote sus ojos en un esfuerzo por “desaparecerlos” o acabar con esa visión borrosa que le invade.
Rechaza olores intensos. Se rehúsa a comer, por ejemplo, un sandwich de queso o atún, debido a que la migraña multiplica su sensibilidad a los olores fuertes.
Sueño irregular. Cuando finalmente consigues que el pequeño se quede dormido, el más leve sonido lo despierta y… ¡vuelve a llorar! Como si se tratara de círculo vicioso, el dolor impide que el niño duerma a pierna suelta y, a su vez, la falta de sueño provoca migraña.
Tropieza o le cuesta trabajo hablar con claridad. Es probable que presente debilidad muscular, pierda el sentido de la coordinación, tropiece, se tambalee o tenga, incluso, dificultades para hablar.
Alivio para el intenso dolor de cabeza
En cualquier caso, es indispensable que lleves al pequeño a consulta médica, a fin de que el pediatra lo evalúe, elabore su historia clínica y realice el diagnóstico adecuado; para ello, tomará en cuenta los síntomas del niño y le realizará un examen físico.
Una vez identificado el trastorno y su origen, se indicará el tratamiento a seguir, así como algunas medidas que puedes poner en práctica en casa:
Acuéstalo en una habitación fresca, oscura y tranquila.
Coloca un paño húmedo y fresco sobre su frente o encima de los ojos.
Háblale con tono suave para que se tranquilice, y hazle saber que las molestias pronto desaparecerán (la mayoría de migrañas duran entre 30 minutos y 6 horas, pocas suelen prolongarse hasta un par de días).
Si el médico lo indica, puedes darle algún analgésico pediátrico o infantil para aliviar su molestia. Paracetamol o ibuprofeno son las mejores opciones, y evita el ácido acetilsalicílico, ya que podría provocar una enfermedad poco frecuente, pero peligrosa, denominada Síndrome de Reye que provoca daño cerebral y hepático.
La actividad física puede empeorar el dolor, así que lo mejor es que el pequeño descanse un rato hasta que muestre mejoría y, una vez totalmente repuesto, permite que vuelva a jugar.
Prevención, clave para evitar el dolor
A manera de prevención, existen ciertos consejos que pueden reducir al máximo futuros episodios de migraña infantil:
Asegúrate de que el niño coma en forma regular y no omita alimentos, además de evitar aquello que desencadena el problema (chocolates, refrescos, embutidos o quesos, por ejemplo).
Tomar medidas adecuadas para que duerma saludablemente, por ejemplo, establece horarios fijos a fin de que no vea la televisión o juegue con la computadora en la noche; además, procura que su habitación sea fresca, silenciosa y oscura.
Vigila su peso. Un niño obeso no sólo tiene mayores riesgos de sufrir problemas de salud (diabetes, por ejemplo), también puede convertirse en víctima de bullying en la escuela, lo que desencadena estrés y angustia, y estos, a su vez, propician la migraña.
Debe practicar ejercicio. Además de que lo ayuda a mantener su peso bajo control, la actividad física favorece su sano desarrollo.
Si la migraña es parte de los efectos secundarios de algún medicamento, pregunta al médico si existen otras opciones terapéuticas.
Si el problema se prolonga o aparecen distintos síntomas a los antes descritos, debes informar al médico, ya que podría tratarse de problema más serio.