Cómo salvar mi vida sexual en el matrimonio

Cuando la pareja pierde interés en las relaciones sexuales la intimidad disminuye y la unión se transforma, convirtiendo a los miembros en buenos amigos o compañeros de casa, los cuales dejan de ser amantes que se desean uno al otro, señala la psicoterapeuta sexual y de pareja Alma Aldana, quien es candidata al doctorado por el Instituto de Estudios Avanzados en Sexualidad Humana, ubicado en San Francisco, California, Estados Unidos.
Señales de alerta
Conforme pasa el tiempo, los cónyuges van poniendo barreras a la intimidad a través de cualquier pretexto para evitar el contacto íntimo, entre ellos fingir enfermedades (el famoso “me duele la cabeza”) o anteponer otras actividades (trabajo, cuidado de los hijos, reuniones sociales).
Consecuencias
Este decaimiento en el interés ocasiona un círculo vicioso que deriva en mayor distanciamiento en la relación, ya que la pareja cae en la rutina y se aburre, por lo cual sale con otras personas para encontrar la satisfacción que requiere y que no puede obtener con su compañero. Finalmente, este puede ser motivo para que se presente la ruptura.
Auxilio
Cuando un matrimonio se encuentra en una crisis de este tipo, la integrante y miembro fundador de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, A.C. (AMSSAC, en la Ciudad de México) recomienda consultar a un psicoterapeuta sexual y de pareja. Desgraciadamente, añade, pocos consideran esta opción, ya sea por falta de información o por tener otras prioridades (económicas, familiares profesionales).
Conviene señalar que en la terapia, el especialista enseñará a los esposos a reconocerse y encontrarse de nuevo a través del diálogo, reflexiones, ejercicios en casa y otras estrategias, dependiendo del motivo por el que la pareja solicita ayuda, apunta la coordinadora y profesora del Diplomado en Sexualidad de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicada en el Distrito Federal. Ante la pregunta sobre la efectividad de este recurso terapéutico, señala que es muy útil siempre y cuando los interesados crean en él y le dediquen tiempo y paciencia, pues en ocasiones buscan restaurar la relación rápidamente, queriendo obtener lo que ellos nunca realizaron o dejaron de hacer durante largo tiempo.
Si la terapia resulta exitosa, la pareja no requiere más asesoría, sin embargo, “debe estar abierta a la posibilidad porque las circunstancias de vida individual se transforman, así como la relación cambia día a día”, apunta la psicoterapeuta sexual. Tener relaciones sexuales placenteras es, de acuerdo a estudios médicos, excelente recurso para tener buen humor, lucir joven o ejercitar al corazón, pulmones y algunos grupos musculares, aunque es evidente que también puede tratarse de una de las experiencias más sublimes de la vida en pareja; no en vano, sería difícil utilizar palabras para tratar de describir las emociones y la comunicación que se experimentan al acariciar el cuerpo del ser amado, oler su piel y participar del gozo mutuo.
Por desgracia, lo anterior no significa que erotismo y sensualidad sean temas valorados en su justa dimensión, pues todavía siguen siendo objeto de menosprecio, juicios morales restrictivos, educación mal encaminada e imposición de estereotipos sociales que interfieren en el desempeño de las personas durante un encuentro amatorio, limitan su disfrute y reducen el anhelo de llevarlo a cabo, es decir, ocasionan apatía sexual.
En este sentido, la Dra. Nadine Terrein Roccatti, terapeuta adscrita a la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (Amssac), destaca que «la disminución en las ganas de tener relaciones es una situación que puede escapar de la percepción del paciente, y por ello quien lo descubre en muchas ocasiones es la pareja. No hablamos de una alteración que ocurre durante un par de días, sino que es persistente y recurrente porque el desinterés hacia la actividad sexual se manifiesta durante dos, tres o más meses».
La sexóloga y psicóloga ahonda en que la indiferencia hacia el contacto íntimo forma parte de uno de los cuatro grupos de eventos que se conocen como disfunciones sexuales y, por ende, «se distingue porque ocurre de manera involuntaria, tiene características o síntomas bien determinados, y puede presentarse tanto en hombres como en mujeres».
Además, destaca la importancia de que toda persona que sospeche de alguna anormalidad en su desempeño sexual acuda a un especialista, ya que éste cuenta con la formación necesaria para ayudarle a emprender cambios que redundan en una mejor calidad de vida. «Hombres y mujeres tenemos derecho a una vida sexual plena, satisfactoria, saludable y enriquecedora, por lo que vale recordar que estos problemas son superables gracias a una buena terapia encaminada a lograr que esta parte de nuestra existencia sea agradable y divertida, en vez de angustiante».
Asesinos de la libido
Terrein Roccatti específica que las disfunciones sexuales son aquellas circunstancias psicológicas o físicas que afectan a uno o más de los procesos que conforman la naturaleza erótica, y que «a pesar de ser alteraciones muy localizadas o concretas, su alcance es mucho mayor porque llegan a afectar la salud global del paciente, su autoestima y su relación con las demás personas».

De acuerdo con algunos criterios elaborados por especialistas, estas disfunciones pueden clasificarse en cuatro grupos:

Del deseo. Afectan el grado de motivación que se tiene para iniciar un acercamiento sexual, y pueden ser de dos tipos: síndrome del deseo sexual hiperactivo, cuando el nivel de apetito sexual sobrepasa los niveles esperados, e hipoactivo, que es el caso que nos ocupa, y se distingue por el bajo o nulo interés para promover o aceptar tener relaciones sexuales.
De la excitación. Varían de acuerdo al género del paciente; la mujer presenta dificultad para sentirse excitada, lograr la lubricación, o ambas, mientras que el hombre tiene problemas para sentir excitación, alcanzar una erección, o las dos cosas.
Del orgasmo. Hacen referencia a problemas para que el cuerpo alcance el momento más placentero de la relación o a aquellos casos en que hay incapacidad para disfrutarlo.
Fisiopatológicas. Son todos los problemas físicos, enfermedades e infecciones que afectan directamente a la vida sexual.
Siendo más concreta, la especialista indica que «el síndrome del deseo sexual hipoactivo, que es como se conoce técnicamente a la disminución del deseo, incide con mayor frecuencia en mujeres que en hombres, aunque no ha quedado claro si esto se debe a algún factor de tipo orgánico o cultural. También se ha determinado que es común en personas con depresión, que pasan por un período de duelo, tienen mucho estrés y preocupaciones, sufren alguna enfermedad que altera su salud o padecen algún cambio hormonal notable, por ejemplo, climaterio o menopausia (fin de la vida reproductiva femenina)».