Productos light, no son mágicos

Sin duda, el desarrollo del conocimiento ha tenido uno de sus mayores impactos en lo que comemos, pues cada bocado está cargado de ciencia y tecnología, nutrimentos, cultura e historia, globalización y, desde luego, placer. Así que hoy todos los aspectos relacionados con los alimentos son igualmente relevantes y deben ser sujetos de reflexión siempre que nos encontremos a punto de elegir alguno de ellos, ya sea estando frente al menú o refrigerador, o empujando el carrito dentro del supermercado. Desafortunadamente, no damos a cada faceta de la comida la importancia debida, pues lo que supuestamente sabemos -o, mejor dicho, nos han hecho creer sobre comestibles y Nutrición- domina a nuestro criterio al momento de elegir. En este contexto destacan los productos light, los cuales son fundamentales en los regímenes de adelgazamiento debido a su reducido aporte de calorías.
Sin embargo, desde que se lanzaron fueron vistos como «santo remedio» para bajar de peso «mágicamente» sin controlar la cantidad de alimento ingerida, situación que condujo a muchas personas a comerlos sin medida, así que en vez de perder peso, ganaron más del que tenían a causa de consumir porciones exageradas de dichos productos, las cuales aportaron mayor número de calorías que uno en versión normal. Tratándose de alimentos, la palabra light significa que a cierto producto le han eliminado, reducido o sustituido la cantidad de grasa o azúcar que suele contener, con el fin de que aporte menos calorías; de ahí que las etiquetas de estos artículos incluyan leyendas como: «bajo en calorías o en colesterol», «sin grasa» o «alto contenido de fibra». Incluso, dicho término puede significar dos cosas: que el comestible aporta sólo la tercera parte de calorías o la mitad de grasa del producto original. En México las fórmulas light ingresaron al mercado en la década de 1980, y desde entonces ganaron la aceptación de muchas personas. Los endulzantes a base de sacarina fueron los primeros en comercializarse; después hicieron acto de presencia productos con el mismo fin llamados ciclamatos, que al poco tiempo fueron prohibidos porque algunos estudios revelaron que producían cáncer en animales de laboratorio, aunque esto último no pudo ser comprobado. Luego apareció en el mercado el aspartame (también endulzante), y a partir de este momento empezaron a surgir multitud de alimentos libres de grasa, sin colesterol y descremados.

En la actualidad existen distintos tipos de alimentos bajos en grasas y azúcares de los que es preciso conocer sus características, ya que cada uno aporta distinta cantidad de calorías al consumidor. Las categorías en que se agrupan y que se deben especificar en las etiquetas son:

Light. Significa que al producto se le ha retirado 50% de su contenido normal de grasa.
Libre de azúcar o sugar free. Tiene menos de 5 miligramos (mg.) de azúcar por ración.
Bajo en azúcar o sugar low. Cada porción posee menos de 5 gramos (g.) de azúcar.
Libre de grasa o fat free. Incluye menos de 5 mg. de grasa por ración.
Bajo en grasa o low fat. Cada ración incluye 3 g. o menos de grasa.
Bajo en grasas saturadas (de origen animal). La ración aporta 1 g. o menos de ellas, así como 15% o menos del contenido normal de calorías.
Libre de colesterol o colesterol free. Cada porción cuenta con menos de 2 mg. de dicha sustancia, y puede incluir 3 g. o menos de grasa saturada.
Ahora bien, conviene señalar que existe falsa idea asociada al consumo de este tipo de artículos y la salud, la cual establece que «para prevenir elevados niveles de colesterol y grasas en sangre, enfermedades del corazón y obesidad, se ha tomado como única medida la ingestión de productos light». Como consecuencia, cierto porcentaje de la población evita consumir alimentos necesarios, como frutas, verduras, grasas y proteínas de origen animal y vegetal, además de abandonar la práctica cotidiana de ejercicio.

Al respecto, debemos mencionar que investigaciones realizadas en Estados Unidos revelaron que en dicho país la gente engorda a base de alimentos sin grasa, a causa de que los consumen exageradamente y sin vigilar la dieta. A partir de ello, conviene preguntarse: ¿qué tanto compartimos este problema?, pues si bien los supermercados ofrecen amplio surtido de dichos productos, en México también se ha multiplicado el consumo de hamburguesas, antojitos, golosinas y helados, así como el tamaño de las raciones. Por otra parte, hay quienes pretenden «engañar» a la báscula tomando refresco light… pero acompañándolo con 10 tacos al pastor y cinco de carnitas.

Aspectos a considerar
Es indispensable aclarar que los productos referidos no son dañinos en sí mismos, lo verdaderamente malo radica en que son vistos como alternativa para perder peso sin esfuerzo, es decir, sin alimentarse balanceadamente ni hacer ejercicio. Otra cuestión digna de tomar en cuenta se refiere a que, si bien son inofensivos para niños, adolescentes y mujeres embarazadas, no se recomienda su consumo porque estos grupos se encuentran en etapas de la vida en las que el organismo requiere mayor aporte de calorías para realizar todos sus procesos.

A quienes luchan por eliminar la grasa corporal debemos recordarles que incluso dormidos requerimos la energía que ésta aporta; a su vez, las vitaminas A y D se disuelven en dicha sustancia para ser aprovechadas, y existen ácidos grasos de suma importancia en el organismo. Por ello, lo más recomendable es comer de todo, pero en raciones moderadas.