Calaveritas de azúcar, tradición que se niega a morir

Desde figuras muy pequeñas, hasta aquellas de un kilogramo, a la vez que calaveras, tambores, canastas, cajas como ataúdes, piñatas, trompos, sombreros, chocolates, cacerolas, escobas, calabaza, forman parte de la oferta de dulces a base de azúcar en mercados de la capital chiapaneca, que se ponen en los altares, con motivo del Día de Muertos.
Asimismo, se pueden encontrar payasos, casitas, nieves, camotes, cruces, charolas, brujas, platos con mole, pan con chocolate y monjes, entre otras, que se pueden usar para instalar el altar en honor a los muertos. Todas las figuras son dulces, resalta el sabor del edulcorante, el consumidor puede adquirir figuras con un costo que va desde cinco hasta 60 pesos.
La costumbre es que los altares en los hogares son adornados con las imágenes de los seres queridos que se han adelantado, se le agrega platos de tamales, licor, caña y dulces de calavera. En los puestos lucen mesas elegantemente adornadas de color anaranjado y fondo negro picado en figuras geométricas, se trata de darle presentación y atractivo al local. Ordenados, los vendedores exhiben una gama de dulces de calaveras, las hay de diversos tamaños, son imágenes azucaradas, preferentemente de color blanco, que se usan para adornar los altares. También exhiben figuras de plástico que adquieren niños y jóvenes para salir esos días a las calles a pedir dulces a los hogares, tradición que perdura desde hace muchos años y la gente les comparte de aquellos productos que han colocado.

En diversos lugares del país se exhiben altares de muertos completamente adornados, comienza por la cubierta de papel de china de colores café, negro, naranja y morado, en la parte superior aparece la representación de un somé (una vara revestida con hojas verdes a la que se le colocan utensilios o juguetes que tras una procesión se coloca en los altares).

En los lados, el altar sostiene colgado recipientes de plástico de color naranja parecido a la calabaza, este cesto con capacidad de un kilogramo es utilizado por quienes acostumbran a salir los primeros días de noviembre a pedir dulces, salen con disfraces, y van en grupos de más de tres personas.

En esta época la flor aumenta su precio drásticamente, son pocas las familias que van a florear las tumbas de sus seres queridos. Además, cada vez las incineraciones hacen que disminuya la afluencia de dolientes en los campos santos, por ello, prefieren levantar un altar, adornarlo con dulces de la época, entre los que sobresalen las calaveras, placas azucaradas con figuras de colores.

En las calles alrededor de los mercados públicos municipales ha comenzado también la venta de caña, de calabaza y chilacayote, que se utilizan para preparar dulces que se habrán de repartir en las noches durante los días de muertos, la caña se parte en trozos pequeños y se colocan adornadas en los altares.

Y como muchos de los que salen a pedir dulces a las casas son menores, y debido a que reciben de todo tipo de dulces, también se ofertan piñatitas, mismas que son adornadas con papeles de color café, negro y morado principalmente, algunas piezas son hechas representando calaveras y brujas, sobre todo.

»Eso sí, las ventas no están de lo mejor, en todos los giros hay lamentos por parte de los comerciantes, incluso, las aguas frescas como el pozol, tascalate, agua y horchata de coco, el pinol, agua de chía y jamaica, entre otras, tienen poca demanda», acotó.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) el origen de las calaveritas refiere a las culturas mesoamericanas, ya que elementos de sus costumbres se unificaron con los de la cultura española para realizar un sincretismo religioso.

Para los antiguos mesoamericanos era sólo la conclusión de una etapa de vida que se extendía a otro nivel. En la práctica era común observar cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban el término de ese ciclo.

La coincidencia en fechas de la celebración de muertos de los antiguos pueblos mexicanos con el Día de los Fieles Difuntos de los españoles permitió estos cambios. Tal es el caso de las calaveritas de azúcar.

Estos dulces cráneos son producto de una técnica traída por los españoles: el alfeñique, especie de caramelo o confitura con base en azúcar pura de caña hasta formar una pasta moldeable.

La tradicional calaverita de azúcar se elabora con una mezcla de azúcar caliente con un poco de limón que se funde hasta formar una masa líquida, la cual se vacía en un molde para dar la forma de un cráneo.

Después, con azúcar glass coloreada se agregan los detalles de forma artesanal, anillos en los ojos, espirales en la parte superior del cráneo y una sonrisa.