En la Iglesia primitiva, un mártir era celebrado el día en que moría. Cada mártir y como caso especial San Juan Bautista, era celebrado un día en específico, sin embargo ante el aumento en el número de muertes de mártires, particularmente con la persecución del Diocleciano, resultó prácticamente imposible otorgar un día en específico a cada uno.
El papa Urbano IV tuvo la idea de instituir un día que fuera dedicado a todos aquellos que no tenían un día en específico para ser celebrados, a él se le atribuye históricamente la idea de la Fiesta de Todos los Santos.
En esa fiesta «se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.»
Fue el papa Gregorio III (731-741) quien fijó que la celebración se realizara cada 1 de noviembre y ya fue obra de Gregorio IV (827-844) el que la Fiesta de Todos los Santos se extendiera a toda la Iglesia católica a mediados del siglo IX.
Cabe mencionar que la fecha de la celebración fue elegida para hacer frente a la celebración del Samhain celta, la cual dio origen al Halloween, que tiene lugar el 31 de octubre.
Es importante saber también que los ortodoxos celebran la Fiesta de Todos los Santos el primer domingo después de la celebración de Pentecostés.
En México existe la tradición de los altares de muertos y las ofrendas. Algunos de los lugares en donde las celebraciones se vuelven más atractivas son Pátzcuaro, Janitzio, Ahuatepec, Ocotepec, así como en el panteón de Mixquic, en el Distrito Federal.
Día de los Difuntos
La Conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos, es una celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena.
En la Iglesia Católica, para esta celebración se recita el Oficio de Difuntos y las Misas son de Réquiem, excepto cuando el 2 de noviembre cae en domingo, pues no se puede celebrar misa de exequias o de difuntos en domingo.
En España, Portugal y América Latina es tradición que los sacerdotes celebren tres misas ese día. Una concesión parecida se solicitó para todo el mundo al Papa León XIII, pero aunque no la concedió, sí ordenó un Réquiem especial en 1888.
La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, etc., sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.
El cementerio, en estos dos primeros días del mes de noviembre, se convierte en una inmensa plaza pública donde asoman las más inusitadas manifestaciones y los más extraños encuentros entre vivos y difuntos