El Museo Británico de Londres se adentra en una época inexplorada en la exposición «Egipto: La fe tras los faraones», que se centra en el intercambio cultural de las religiones musulmana, cristiana y judía a lo largo de más de mil años.
La muestra, que se podrá visitar del 29 de octubre al 7 de febrero, da cuenta de la grandeza de los emperadores y dirigentes que se apoderaron de las tierras egipcias tras la desaparición de los faraones.
La vida religiosa y el día a día de la convivencia entre las tres culturas queda al descubierto en esta exhibición, que se centra en un importante periodo de transición de la historia del antiguo Egipto.
La comisaria de la exposición, Elisabeth R. O’Connell, experta en Historia Antigua, agradeció al museo «la oportunidad de mostrar un nuevo punto de vista».
«Gracias por permitir la exhibición de una muestra que podría ser considerada controvertida pero que no lo es. Tan solo muestra la mezcla de culturas y religiones: la judía, la musulmana y la cristiana, tal y como lo vivimos hoy en día», manifestó la historiadora.
Más de doscientos objetos de inmenso valor histórico y artístico dan cuenta de cómo estas comunidades reinventaron el pasado faraónico de Egipto e interactuaron entre ellas.
Tres textos correspondientes a la Biblia cristiana, la hebrea y al Corán abren una recopilación artística llena de sorpresas.
Los códices, que se encuentran entre las piezas más valiosas, descansan en grandes vitrinas apenas iluminadas por una tenue luz y estrictamente controladas por un medidor de temperatura.
Junto a ellos se exhiben objetos de menos valor para enfatizar la relación entre el lado institucional de la religión y la práctica diaria.
A su vez, los tres libros fundadores representan las similitudes de las religiones y la continuidad de la tradición abrahámica y las diferencias entre cada una de ellas.
O’Connell afirmó que mediante los «tesoros reunidos» para la ocasión «con la ayuda de la Fundación Blavatnik Family» han explorado «la relación entre el estado y la religión».
Avanzando en la exposición, configurada en pequeñas salas y estrechos pasillos, se encuentra la primera habitación dedicada a Roma y que traslada a los visitantes al año 30 a.C., una fecha marcada por la muerte de Cleopatra y Marco Antonio, momento en que Egipto pasó a formar parte del poderoso Imperio romano.
Una gran escultura de bronce del emperador Augusto, que data del año 27 a.C., da la bienvenida a la sala romana que reúne, entre otros objetos, gemas a las que la población atribuía poderes mágicos, monedas y estatuas de piedra caliza.
La comisaria explicó que las piezas reunidas «mostraban a la vez» importantes hitos históricos y momentos ordinarios, como «el día a día de las personas y de las tareas que desarrollaban».
«La exhibición desentraña interesantes historias de personas normales, que de otra manera no se conocerían. Es el caso de una mujer judía esclava que, junto a su hijo, compró su libertad en una sinagoga local», detalló la investigadora.
Entre otros importantes documentos, la muestra recopila una carta del emperador Claudio que expresa sus preocupaciones sobre el papel de los judíos en Alejandría, y los primeros bocetos de la Torá hechos a mano por Maimónides.
Como broche final, la exhibición muestra una colección de 200 mil textos que fueron encontrados en la Sinagoga Ben Ezra del Cairo y que sobrevivieron milagrosamente guardados en una habitación sagrada.
Estos documentos, de entre los siglos XI y XIII d.C., muestran la vida cotidiana de una próspera comunidad judía con enlaces internacionales que se extendía desde España a la India.