Cómo reconocer el fin de una relación

Ante esta situación, mujeres y hombres quedan inmersos en mar de emociones, sentimientos y sensaciones encontradas, por lo que se les complica tranquilizarse para identificar en qué punto de la relación se encuentran.
“Aunque todas las parejas comparten infinidad de elementos, siempre existen ciertas diferencias, las cuales no son la fuente de conflicto, sino el manejo incorrecto de las mismas. Asimismo, es inútil pensar que las parejas no van a tener contrariedades, pues hay ciertas áreas problemáticas que prácticamente no cambian”, refiere Irmgard von Wobeser, especialista de la firma Von Wobeser Human Consulting.
Podría decirse que el momento en el que una relación deja de aportar ese conjunto de elementos que la propició, como afectividad, emoción, seguridad y disfrute sexual, entra en crisis. “Entre los factores más importantes que debemos analizar se encuentran el vínculo, amor sexual e interés afectivo que tiene uno sobre otro, pues no es nada grata la convivencia entre dos personas que ya no se aman”, explica Cecilia Quero, psicoterapeuta con especialidad en parejas y sexología adscrita a la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi).
Análisis de la crisis
No existe fórmula alguna que garantice el éxito de la vida en pareja. ¿Cuándo podemos decir que una relación está en crisis? “Cuando el sentimiento ya no es lo que en un momento me llevó a querer estar con la persona”, responde Cecilia Quero. Y agrega que hay una teoría propuesta por el Dr. Marco Eduardo Murueta —presidente de Amapsi—, la cual refiere que el amor es una experiencia que se construye a través de nueve elementos:
Reconocimiento. Consiste en expresar los aspectos que agradan de uno mismo y de la otra persona.
Convivencia. Se fundamenta en las vivencias conjuntas; por ejemplo, jugar, comer o beber; compartir eventos como fiestas, cine, teatro, música, viajes y lecturas, y reír juntos.
Generación de experiencias especiales agradables. Quien las propicia se integra (en forma simbólica) en la identidad de su contraparte; sobre todo, en la medida en que esas vivencias generadas son poco comunes. Incluyen imagen personal, detalles, sorpresas, regalos, risa, placeres físicos y fantasía, entre muchas otras. Contacto físico agradable. Es clave para determinar los niveles de profundización amorosa. Abarca desde la mirada hasta las relaciones sexuales, entre muchas otras variantes. Cooperación. Realizar actividades en las que cada quien colabora voluntariamente para lograr un resultado único, sin duda, es fuente de enamoramiento. Puede ser desde mover un mueble hasta juegos o trabajos en equipo.
Creatividad compartida. Generar en conjunto actividades interesantes o estéticas que antes no existían, como el decorado de la casa, obra artística o procreación de un hijo, son símbolos de identificación amorosa.
Éxito compartido. La sensación de haber alcanzado una meta importante mediante esfuerzos combinados produce alto grado de emoción satisfactoria.
Narrativa externa. Platicar las vivencias cotidianas, anécdotas o recuerdos, así como escuchar con atención lo que le ha ocurrido al otro, es fuente de comprensión e identificación progresiva, siempre y cuando lo narrado no sea agresivo para el que escucha. Reconocer si experimentamos sólo dificultades o si estamos ante el principio del fin de la relación es una tarea ardua para todas las parejas. ¿Cómo saber si llegó el momento de decir adiós?…
Competencia externa. La cohesión de una pareja requiere que esta unidad se contraste con otras similares; en la medida en que esta comparación externa falta es más probable que afloren diferencias internas. Se sugiere competencia sana y positiva, es decir, en equipo por ser mejores en los aspectos que se consideren relevantes. No se trata de combatir por ser menos malos ni poner “zancadillas” a los demás. “De acuerdo con el Dr. Murueta, dichos elementos constituyen la experiencia del amor. Si uno o varios de ellos están ausentes se genera distanciamiento, y ahí puede pasar todo, incluso una pareja alterna”, advierte Cecilia Quero. En este sentido, pensar que una relación está mal porque él o ella se involucró con otra persona es un error que va a impedir enfrentar la crisis y, al final, puede generar una separación porque siempre estarán presentes un culpable y una víctima. Quizá lo más sensato sería pensar que algo en la relación estaba mal desde antes.