¿De qué nos podemos enfermar los mexicanos?

Hablar de salud en México es más complicado de lo que parece, no sólo por las diferencias sociales y económicas que encontramos en cada región geográfica o por la diversidad de poblaciones existente, la cual va de rancherías y pueblos con algunos cientos de habitantes a centros urbanos con millones de personas, sino porque el paso del tiempo está cambiando el rostro de nuestro país.
En efecto, el éxito que en lo general han tenido las medidas para mejorar las condiciones de salubridad, campañas de vacunación y acceso a servicios de salud para atender enfermedades, han hecho que tengamos expectativa de vida más larga y de mayor calidad que generaciones pasadas, pero esto también ha ocasionado el incremento de padecimientos crónico-degenerativos (de larga duración y que empeoran con el tiempo).
Para entender el panorama al que debemos hacer frente y las transformaciones que se generan, el Instituto Nacional de Salud Pública y la Secretaría de Salud han elaborado detallado estudio que actualiza nuestra perspectiva en la materia, titulado Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2006), misma que vale la pena analizar a fondo para conocer nuestros avances y rezagos.
Vista aérea
A grandes rasgos, podemos afirmar que durante los últimos 50 años ha disminuido la tasa de mortalidad en México, especialmente en la población infantil. Sin embargo, las enfermedades ocasionadas por el embate de bacterias y virus todavía representan fuerte reto para el sistema de salud, ya que su control es complicado por las desigualdades sociales que persisten.
Basta decir que padecimientos como desnutrición e infecciones respiratorias y gastrointestinales provocan aún 15% de los fallecimientos en menores de un año de edad, además de que, si comparamos los resultados actuales con los de un estudio anterior, la Encuesta Nacional de Salud (Ensa 2000), observamos que la prevalencia de diarrea en niños menores de cinco años ha pasado de 11.5% que se registraba a principios de la presente década, a 12.9% detectado por la Ensanut 2006.
Y si lo anterior es muestra palpable de que persisten diferencias entre los estratos que conforman a nuestra sociedad, otro tanto podemos decir cuando comparamos resultados provenientes de distintas regiones. Así, tomando el mismo ejemplo de la diarrea, es importante señalar que mientras un estado del norte de la República, como Zacatecas, registra incidencia de 5.9%, Chiapas, en el sur, alcanza 21.1%.
El análisis deja en claro, asimismo, que la presencia de infecciones respiratorias agudas (IRA) en menores de 10 años fue 42.7% para todo el país, y que casi 1 de cada 2 niños mexicanos de un año o menos presenta este tipo de enfermedades.
Adolescentes
Por lo que respecta a la población entre 10 y 19 años de edad, la Ensanut 2006 incluye datos en torno a tabaquismo, consumo de alcohol, salud reproductiva y trastornos alimenticios, entre otras variables.
Por principio, podemos comentar que la prevalencia actual de fumadores entre los adolescentes es 7.6%. Al respecto, los hombres van siempre a la delantera, aunque se observa claramente que el sector femenino aumenta su gusto por los cigarrillos entre los 16 y 19 años de edad.
La investigación también revela que fumar es acto más frecuente entre los jóvenes de las ciudades, pues 10.6% de ellos lo hacen habitualmente, en tanto que en áreas rurales el índice es 3.7%.
En el caso del alcohol, quienes han ingerido bebidas con dicha sustancia alcanzan 17.7%, con marcada delantera a favor de los hombres. Lamentablemente, se comprobó que hay tendencia sostenida a aumentar la ingesta de productos etílicos conforme se incrementa la edad del individuo.
La encuesta también fijó la mirada en el comportamiento sexual de este sector poblacional.
Las conclusiones son las siguientes:
14.4% de los adolescentes mexicanos refieren haber tenido relaciones sexuales.
2% de los encuestados reportó haber iniciado su vida sexual entre los 12 y 15 años, pero si atendemos al grupo entre 16 y 19 años, el porcentaje sube espectacularmente a 29.6%.
63.5% de los hombres dijo haber utilizado condón en su primera relación sexual, lo que contrasta dramáticamente con las mujeres: sólo 38% de ellas mencionaron que su pareja usó preservativo, y 56.6% declaró no haber empleado método anticonceptivo alguno.
Las repercusiones de este comportamiento son a todas luces perjudiciales, ya que los adolescentes se enfrentan a temprana edad con embarazo no deseado e infecciones de transmisión sexual.