Sol, precursor de daños en la piel

Abundan historias en torno a lo que sucede al exponernos a este tipo de radiaciones, pero lo cierto es que si tuviéramos precaución desde la infancia se evitaría hasta 80% de los casos de cáncer de piel no melanoma (es el más frecuente y se denomina de esta manera porque se genera a partir de otras células cutáneas que no son los melanocitos o productores de pigmento); esto se debe a que a los 18 años ya existe suficiente daño acumulado para que pueda presentarse dicho padecimiento. En el mismo sentido se encuentra la creencia de que el bronceado es síntoma de buena salud y característica de pertenencia a privilegiado grupo social, cuando en realidad estamos en peligro de sufrir daños que tarde o temprano aparecerán en nuestra epidermis (capa superior de la piel). Si alguna duda quedara, basta saber que el cáncer de piel es el segundo más frecuente en la población mexicana y, si lo analizamos a detalle, veremos que en los hombres es el más común de estos padecimientos, mientras en las mujeres ocupa el tercer lugar, de acuerdo con datos de la Fundación Mexicana de Dermatología (FMD). La dermatóloga Alejandra Iglesias López, coordinadora del curso de pregrado del Hospital General de Zona 26 del Instituto Mexicano del Seguro Social (lMSS), ubicado en la capital del país, explica que el Sol es el factor más dañino para la piel, incluso, por encima de elementos ambientales como polvo o los contaminantes que se encuentran en la atmósfera.
Las personas con mayor riesgo de ver afectada su epidermis son aquellas que tienen menos pigmento, es decir, las de tez clara. Al respecto, los dermatólogos se basan en la escala de Fitzpatrick, que divide los tipos de piel en seis categorías; así, de acuerdo a ella se sabe que los individuos de los grupos 1 (piel extremadamente clara, que siempre se quema y nunca se broncea) y 2 (piel clara que siempre se quema y se broncea menos que el promedio) son los más delicados y quienes deben tener mayores precauciones.
Acerca de estas personas, la Dra. Iglesias López afirma que “comúnmente tienen lo que conocemos como pecas en las zonas de la piel más expuestas al Sol (rostro, brazos, manos, pecho y espalda), a las que científicamente llamamos efélides o lentigos solares (son más grandes que las primeras), las cuales son resultado de un mecanismo de defensa que la piel activa cuando se siente agredida, sobre todo por el Sol. En otras palabras, es como si el cuerpo quisiera ponerse una sombrilla para protegerse, y entonces la epidermis se comienza a pigmentar”.
De acuerdo con encuesta realizada por la FMD, la mayoría de la población no sabe que trabajar, jugar o efectuar cualquier actividad al aire libre significa también asolearse. Asimismo, el mismo estudio dejó en claro que 43% de los mexicanos no se protegen del Sol y 57% lo hace en forma parcial.
Sólo 33% usa filtro solar, mientras 18% se protege con lentes y 20% con gorra o sombrero. La Dra. Graciela Guzmán, miembro de la FMD, aclara que el efecto del “astro rey” en la piel puede ser benéfico en cuanto a que ayuda a crear (sintetizar) vitamina D, participando así en la calcificación de los huesos; sin embargo, aclara que dadas las condiciones de latitud de nuestro país, con tres minutos diarios bajo el Sol es suficiente.
El resto de la radiación, dice la dermatóloga, puede causar efectos nocivos acumulativos y daño a las membranas celulares, mutaciones en el ADN (ácido desoxirribonucleico, que codifica nuestra información genética) y debilitamiento del sistema inmune, lo que favorece la aparición de tumores malignos (células cancerígenas).
Factor de protección
En cuanto a la fotoprotección, se define como el uso de medios físicos y/o químicos para evitar el daño ocasionado por las radiaciones solares.