A diferencia de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos hace un año, los seres queridos de Julio César Mondragón tuvieron un cuerpo que enterrar. Pero eso no les dio mucho consuelo porque el cadáver ofrecía un brutal testimonio de los horrores que padeció momentos antes de morir.
La autopsia muestra varias fracturas de cráneo, hemorragias internas y otras heridas producto de torturas. Su cráneo fue desollado, una táctica frecuente usada por los cárteles de la droga para crear terror. Luego, las fotografías de su cadáver fueron subidas a internet.
La atención internacional del caso se ha centrado en los 43 estudiantes que se desaparecieron de la faz de la tierra el sábado hace un año, pero otras seis personas murieron a manos de la policía durante esas horas, incluyendo a Mondragón, de 22 años, casado y con una niña de un año.De acuerdo con un grupo independiente de expertos, tanto las desapariciones como los asesinatos fueron parte un ataque desproporcionado, coordinado en contra de los estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, que habían llegado a esa ciudad a tomar varios autobuses para ir a una manifestación.
De acuerdo con la versión oficial de los hechos, los 43 estudiantes desaparecieron víctimas de un ataque de la policía y un cártel local de narcos llamados “Guerreros Unidos” al confundirlos con un cártel rival.
Las familias culpan a las autoridades de negligencia judicial, incluyendo el caso de Mondragón y otras cinco personas que murieron esa fatídica noche. Sus compañeros Daniel Solís y Julio César Ramírez fueron asesinados a quemarropa.
El conductor Víctor Manuel Lugo Ortiz y el adolescente David José García Evangelista, de 15 años, murieron cuando la policía disparó contra el autobús que transportaba a un equipo de fútbol. Y Blanca Montiel, de 40 años, cayó muerta víctima de las balas perdidas cuando viajaba a bordo de un taxi.
Mondragón había estado en uno de los autobuses atacados y apareció luego en una conferencia de prensa que los estudiantes habían convocado en medio del caos. Había grabado videos con su celular. Huyó cuando la policía abrió fuego.
Testigos dijeron que poco después de que lo vieron por última vez, oyeron gritos de alguien que, asumieron, había sido detenido. Hacía las seis de la mañana, los soldados encontraron su cuerpo a poco más de un kilómetro.
del lugar de donde desapareció y lo custodiaron hasta que, cuatro horas más tarde, llegaron las autoridades civiles.
La autopsia muestra lesiones consistentes con tortura pero este delito no se menciona en el expediente judicial del caso. En un informe, un mando militar informó del hallazgo de un «cuerpo desollado» por «arma blanca» pero la autopsia dice que un animal pudo haber desollado su rostro luego que de que el cuerpo fuera abandonado en una carretera. Su familia cree que esa conclusión es una «burla».
El caso de Mondragón podría proporcionar pistas sobre quién está detrás del ataque de los 43, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero el proceso penal languidece en tres expedientes judiciales distintos. El cuerpo de Mondragón será exhumado después del aniversario de su muerte, como lo han solicitado su familia y el grupo de expertos del organismo internacional.
El ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, se encuentra entre las 28 personas acusadas del homicidio. Las autoridades dicen que él ordenó los ataques. Pero la abogada de la familia, Sayuri Herrera, dice que el caos de los expedientes es tal que cualquier abogado defensor podría echar por tierra las acusaciones contra los policías, como ya ocurrió con uno que ya fue exonerado, pero que sigue detenido por el caso de los 43.
No hay claridad. A toda esa gente (los 28 detenidos) se les acusa también del resto de homicidios cómo si todos hubiesen podido estar en todas partes a la vez», dice Herrera. «Ni siquiera hay claridad en las acusaciones».
Los sábados, la familia de Mondragón intenta reunirse en casa de Cuitláhuac Mondragón, maestro de profesión y tío de Julio César, a veces para recibir asesoría psicológica, a veces para hablar con Herrera o con colectivos que los ayudan a definir estrategias legales y buscar justicia.
La familia quiere que el caso sea asumido por autoridades federales. Los expertos de la Comisión Interamericana también dicen que los seis asesinatos deben formar parte del proceso federal de la investigación de los 43, ya que completan el panorama de lo sucedido aquella noche.
La Procuraduría General no se había pronunciado al respecto y no había respondido a las solicitudes de entrevista de The Associated Press, pero el viernes el subprocurador de Derechos Humanos, Eber Betanzos, indicó que la fiscalía está «a punto» de decidir si asumen las investigaciones que ahora están a cargo de los fiscales locales de Guerrero. También señaló que su oficina estará presente en la exhumación del cadáver de Mondragón.
El expediente sigue en manos de los fiscales estatales en Guerrero, donde la falta de recursos y la inexperiencia hacen que sea aún menos probable que se haga justicia.
La madre de Julio César, Afrodita Mondragón, a veces pone la canción de salsa que bailaba con él y repasa su Facebook tapando con la mano parte de la pantalla por si aparece la foto que corrió por internet. No soporta ni imaginarla.
