Posparto, del júbilo a la depresión

Es importante aclarar que no siempre se sufren todas las molestias antes citadas y que la intensidad de las mismas es variable; sin embargo, hay ocasiones en que llegan a ser intensas y aterradoras, momento en el que se considera que la madre cursa depresión mayor. En estos casos resulta indispensable acudir al psiquiatra (médico especializado en salud mental), para que realice evaluación e indique el tratamiento a seguir.
¿Por qué a mí?
Muchos profesionales de la salud, entre ellos ginecólogos, ginecobstetras (especialista que da seguimiento al embarazo y atiende el parto) y psiquiatras, consideran que los cambios hormonales que se presentan durante embarazo y posparto son responsables de la depresión, pues tanto estrógenos (encargadas de controlar el desarrollo sexual femenino) como progesterona (desempeña importante papel en el ciclo menstrual y gestación) incrementan considerablemente durante la gravidez y disminuyen de la misma manera después del alumbramiento.
Asimismo, los niveles de las hormonas producidas por la glándula tiroides (ubicada en cuello y responsable del metabolismo) pueden descender bruscamente después del nacimiento del bebé, lo que da lugar al desarrollo de síntomas relacionados con la depresión, por ejemplo, nerviosismo, fatiga, melancolía y trastornos del sueño, entre otros.
Ahora bien, los factores emocionales derivados del embarazo también son responsables de la depresión materna, entre ellos se encuentran gestación no deseada, preocupación por problemas de salud durante la gravidez, tener parto antes de los nueve meses y concebir un bebé malformado. A ello se suman no contar con el apoyo de la pareja y familia, sentir que se perdió la libertad (debido al cuidado del recién nacido) y frustración por los cambios en la figura.