La vida después de un infarto de miocardio

La vida no se acaba después de un infarto de miocardio, si sabemos qué hacer para que no se vuelva a repetir. Te contamos cómo sigue la vida luego de un ataque cardiaco.
El infarto de miocardio y la vida después de sufrirlo

El corazón es un órgano hueco cuya función es hacer circular (bombear) la sangre que llega desde todo el organismo, primero hacia los pulmones (donde se carga de oxígeno), y luego hacia todos los tejidos, para nutrirlos y limpiarlos de los productos dañinos propios de los procesos metabólicos.

Las paredes de esta “bomba” están conformadas por el músculo cardíaco, similar (aunque no igual) a los músculos más conocidos como los bíceps (brazos), los cuádriceps (muslos), etcétera. Al relajarse (diástole) recibe la sangre en su cavidad, y al contraerse (sístole) la expulsa hacia el organismo.

Como todo músculo, requiere de circulación sanguínea dada a través de conductos llamados arterias coronarias. Cuando alguna de estas arterias se ocluye (se tapa), deja sin oxigenar a una porción de tejido cardíaco y se produce el proceso denominado infarto (muerte celular) llevando a la sustitución por tejido cicatrizal (fibrosis).

Esto, le resta capacidad de contracción al músculo cardíaco, el que pierde elasticidad y en consecuencia, disminuye su función de bomba, en mayor o menor medida de acuerdo con el tamaño del infarto (masa de tejido comprometida) y su localización (anterior, inferior, lateral). El músculo sano remanente deberá suplir esta falencia, y el tejido cicatrizal deberá consolidarse para sustentarlo.

La rehabilitación en este caso, es definida como: el conjunto de métodos que tienen por objeto devolver a los pacientes el máximo de sus posibilidades físicas y psíquicas, permitiéndole recuperar la vida normal social, familiar y profesional. (Organización Mundial de la Salud)

La rehabilitación se da en forma progresiva y tiene como pilar fundamental la prevención secundaria, que es aquella que se desarrolla luego de acontecido un evento de enfermedad cardíaca. Se trata de disminuir la angustia ante lo desconocido, tomar parte activa en sus cuidados, e integrar a la familia en el cambio de estilo de vida que deberá realizar el paciente.

Consiste en: abandonar el hábito de fumar y el sedentarismo, controlar el exceso de peso, el nivel de colesterol sanguíneo, verificar y reducir la presión arterial y los niveles de azúcar en la sangre y disminuir los niveles de estrés

NO FUMAR: Si usted es fumador, abandonar el tabaquismo es el elemento más importante para lograr una recuperación total y duradera. Su meta es PARA SIEMPRE.

DESARROLLAR ACTIVIDAD FÍSICA: El primer día es aconsejable que esté tranquilo en su hogar, sin demasiadas visitas, considere que contar la experiencia recientemente vivida en unos diez minutos equivale a subir un piso por escaleras, y recién estará en condiciones de hacerlo un par de días después. Luego, siempre bajo órdenes expresas de su médico, iniciará breves salidas.

La actividad física es esencial para adquirir control sobre otros de los factores de riesgo, y siempre bajo supervisión médica, usted estará desarrollando actividad normal en unos 30 días aproximadamente, con un objetivo base de 20 minutos de actividad aeróbica (caminar al aire libre, hacer bicicleta o nadar son las más recomendadas) tres veces a la semana, evitando los sobreesfuerzos y las temperaturas extremas o cambios bruscos de temperatura.

CONTROLARSE: Su peso deberá adecuarse con dietas equilibradas en cuanto a calorías y reduciendo los alimentos ricos en colesterol y grasas saturadas (como las yemas de huevo, la leche entera y los derivados, los mariscos, los embutidos y las vísceras).

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