Impotentes frente a Trump

Los últimos ochenta años de intervención militar norteamericana se han enfocado a abrir los frentes de guerra a lo largo de la banda geográfica que rodea al paralelo 38 del planeta.
Su apetito por saciar la sed de recursos naturales –bitúmenes petroleros, minas de metales preciosos, agua, bosques, uranio– los ha exhibido ante el mundo como un sistema decadente, manejado por un torpe gigante con pies de lodo.
Corea del Norte mostró ante los impávidos ojos del mundo los infantiles errores de los «señores de la guerra». Victoriosos en 1918, gracias al arrojo francés, y en 1945, merced al sacrificio soviético, para posicionarse en el esquema de «guerra fría » y adelantarse en la carrera a los rusos.
La vergonzosa derrota sufrida a manos de campesinos norcoreanos casi desarmados, hizo crecer a nivel hercúleo la figura emblemática del ortodoxo comunista Kim Il Sung.
Cuando la sociedad norteamericana comenzó a recibir los cadáveres desechos de latinos, inmigrados y gabachos, los comentaristas televisivos de la CBS se replegaron y se apoderó de los gringos la desconfianza hacia sus políticos belicistas.
Esta fue la razón de que un poderoso senador republicano sureño que en cada debate amenazaba con soltar la bomba atómica, de nombre Barry Goldwater, fuera derrotado en las urnas por Lyndon B. Johnson.
Ganó el interino, menos hablador y a la postre más belicista, a pesar de las sospechas que recaían sobre él por haber participado en el complot del asesinato de John F. Kennedy, once meses antes de la elección presidencial de noviembre de 1964.
Como todos sabemos, luego de la derrota ante Norcorea en 1953, siguió el triunfo sirio, el libanés, el jordano, el egipcio, Playa Girón, Vietnam, Camboya, la afrenta dolorosa de la invasión a Granada, Chile, Grecia, Yugoslavia, Afganistán, Irán…
A un costo exagerado de sangre, torturas y depredación, la política exterior norteamericana –ensalzada por Life y por Foreign Affairs– es la más errática y torpe del siglo XX… y lo que va del XXI.
Nadie puede detener los nuevos atracos imperialistas
Estados Unidos es el espejo obligado donde voltean a reflejarse todos los dirigentes desvergonzados de pueblos hambrientos?, que no tienen pizca de dignidad y/o que jamás han luchado por la liberación anticolonial.
En sus barbas, Estados Unidos hizo el cochinero hondureño montó un sistema de bases militares en Colombia, con misiles apuntando hacia Venezuela y Ecuador.
Nuestros diplomáticos callan vergonzosamente, mientras reciben la ínfima ayuda de la Iniciativa Mérida y consienten que nos llenen de fuerza policíaca y armada las calles para “luchar contra la delincuencia”.
Hoy las clases medias mexicanas —o las que antes se conocían como tales—han visto reducir sus niveles de vida, y han visto crecer su estado de indefensión ante un ogro estatal que todavía se cree dueño del timón y de la tormenta ¡Como un Zeus moderno!
Las pugnas internas entre los grupos gobernantes, unos por el recuerdo de las glorias cristeras de sus antepasados, otros por imponer el predominio de un pasado socialista utópico, otros por pura impotencia, los mantienen arrinconados contra las cuerdas, ante una opinión pública depauperada y enfurecida.
Los llamados “menos pobres entre los pobres” están a punto de reventar. La crisis nunca les había llegado a los aparejos. Antes,? la marea nomás llegaba hasta los jodidos, y éstos no protestaban, aguantaban todo.
Nadie puede detener una nueva generación de atracos imperialistas, frente a la que los loros del micrófono sólo les va a quedar el cable para colgarse, después de haber defendido a gritos desaforados lo inmoral y nauseabundo.
Vivimos en una región ya balcanizada y esquilmada por unos cuantos villanos que quieren apropiarse todavía de una riqueza natural escarnecida, menguada, extenuada. El olor a la traición supera al que despiden 150 mil cadáveres decapitados.
Los males de EU, ¿por México y por
los mexicanos?
Para colmo, recibimos noticias del Imperio, de lo más desagradable. Convocados en Cleveland, Ohio, los diez más destacados “líderes” republicanos –los mejor posicionados en las encuestas– que juegan para la presidencial del año que entra, ofrecieron un espectáculo bochornoso.
Fueron arrasados por el lenguaraz Donald Trump?, el magnate inmobiliario que acusa de todos los males estadounidenses a México y a sus migrantes, quienes «están trayendo droga y crimen»… quienes «son violadores y criminales».
La cadena de noticias Fox convocó a diez de los diecisiete pretendientes. A los restantes los hizo a un lado por no despuntar en los sondeos previos al debate.
Lo malo es que Trump se alzó como una estrella, dejando muy atrás a Jeb Bush, al senador Ted Cruz, al senador Marco Rubio y al gobernador surgido del Tea Party, Chris Christie, de Nueva Jersey. El mismo The Washington Post, vocero tradicional de los demócratas subraya en ocho columnas: «Trump domina un debate ruidoso».
El New Herald: «Trump se robó el debate republicano», encabeza, después de relatar que los ataques sobre México fueron impíos. Una muralla tamaño chino para detener la migración y «derrotar a México en el comercio». ¡Como si hiciera falta!
La frase de la noche corrió –among all people– a cargo de Trump: «Creo que el gran problema de este país (Estados Unidos) es ser políticamente correcto. No tengo tiempo para lo políticamente correcto y, seamos honestos, éste país tampoco lo tiene»
Aduce Trump que, por eso, los EU se están quedando detrás de China. Obviamente, no hizo nunca referencia al gran desastre económico, fiscal y financiero que dejaron los halcones republicanos encabezados por Bush padre y Bush hijo, ni a los gastos bélicos en sus aventuras orientales.
No. De todo es culpable la contaminación mexicana. Ubica a nuestro país como el verdadero eje del mal, de todo lo malo que le pasa al pueblo estadounidense, desconociendo que gracias a los migrantes se ha salvado la industria agropecuaria que les da de comer, lo mismo que los servicios en las grandes urbes.
La embajada en EU no debe ser para
miembros de un clan
La fuga de «El Chapo» Guzmán, uno de los gazapos de moda en política internacional –aunque aquí no lo quieran reconocer– fue el gancho del que se meció ?para criticar inmisericordemente a México y a los mexicanos.
Se dio el lujo de amenazar a todos los convocados, que aparecieron como convidados de piedra, mancos, toscos y mudos, con irse del partido del elefante –el GOP o Grand Old Party– como candidato independiente si los republicanos, todos, no se sumaban a su candidatura. Los halcones republicanos están nuevamente sedientos de sangre. Los Cruz y los Rubio, incluidos los Bush, ya no les alcanzan. La prensa se aventó materialmente al cortejo de este deslenguado ignorante y mendaz.
Hace recordar al viejo Goldwater, el bribón de la «guerra fría», con sus bravuconadas y amenazas.
Pero no es posible dejar pasar a este bufón imperial. No vaya a repetirse la historia negra de Berlusconi en nuestras narices.
Urge un equipo diplomático en Washington, pero que sea de verdad, no de académicos improvisados. Necesitamos un equipo de políticos y negociadores profesionales que nos mantengan al tanto de los pasos y los ritmos de esta mengambrea.