Sucesión 2018: escenario inédito

Aunque todos se preparan como siempre para el acontecimiento electoral de las elecciones presidenciales del 2018, el escenario aparece con cuando menos tres novedades:
1.- No será sucesión o entrega heredada del poder sino una elección entre cuando menos dos opciones. La competencia será larga y agitada con una oposición con posibilidades.
2.- La nominación de candidatos de las cuatro principales fuerzas políticas será competida también al interior de sus organizaciones y amenaza con fracturas en cada una de ellas. Inclusive, pudiera darse en el PRI una repetición de 1988 o 1994.
3.- La posibilidad de un candidato independiente a la presidencia modificará las variables conocidas.
El escenario más intranquilo se dará en el PRI por tener ahora mismo la presidencia y la mayoría en el congreso. El factordisruptor será en las próximas semanas Manlio Fabio Beltrones, coordinador saliente de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados. Lo que falta por aclarar es su verdadero escenario: la presidencia del PRI o la candidatura presidencial porque las dos no se pueden simultáneamente, o alguna salida lateral.
El proceso de elección del candidato presidencial en el PRI no está garantizado. Los viejos métodos tendrán que entenderse con las nuevas formas de hacer política de masas. El peso específico de la autoridad presidencial será paradójicamente una ventaja y una desventaja: el presidente de la república tiene la fuerza para inclinar la balanza hacia un aspirante, pero los suspirantes tendrán que competir por los apoyos en el mercado político.
Las características del presidencialismo tradicional se agotaron en 1999 cuando Ernesto Zedillo marginó al PRI como castigo por haberle puesto candados a sus dos preferidos: José Angel Gurría Treviño y Guillermo Ortiz Martínez, quienes carecían de un cargo de elección popular para conseguir la nominación presidencial. Ante la carencia de cuadros, Zedillo dejó ganar la nominación a Francisco Labastida Ochoa pero le negó apoyos y dejó correr la versión de que la alternancia estaba negociada.
Peña Nieto no parece dispuesto a entregarle la presidencia a la oposición a la que se la arrebató en el 2012 y pasó por encima del carisma de López Obrador. Pero las opciones hasta ahora conocidas no parecen cuajar en el imaginario colectivo aunque hay que tomar en cuenta que hasta ahora Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong no están compitiendo todavía.
Del lado de enfrente del PRI las cosas no parecen convincentes: el PRD tendrá que ir con un candidato externo —Miguel Angel Mancera lo es—, el PAN sólo tendría a Margarita Zavala por su cuenta pero dentro del PAN, al gobernador poblano Rafael Moreno Valle y quizá el gobernador guanajuatense Miguel Márquez que recuperó el estado para el PAN. Y López Obrador por Morena. Todo indica que Marcelo Ebrard fue bajado de la contienda a golpes de mensajes judiciales.
De nueva cuenta todo estaría en la lógica del elitismo o de las figuras, sin que pudiera darse alguna propuesta de proyectopolítico del partido o de alguno de los contendientes. Y los partidos llegarán a las elecciones con insuficientes porcentajes de votos: 29% del PRI, 21% del PAN, 11% del PRD y 8% de Morena. Este dato es mayor si se recuerda que el PRI ganó en el 2012 sólo el 28.9% y pudo subir a 38% por el Verde.
Así que ahora sí la elección del 2018 pudiera ser la última del viejo régimen.