Los Súper Agentes Toluquitas

Don Porfirio fue un hombre serio para eso de la mano dura. Decretó, en junio de 1880, la creación con toda la barba de los cuerpos de Policías Rurales y Secretos.
John Kenneth Turner llegó a decir en su memorable México Bárbaro, que los últimos eran más del doble que los primeros.
El lema no sólo era «Orden y Progreso».
Pesaba más el de «Poca política y mucha administración».
Y todavía más el que utilizaban los Rurales cuando ejecutaban con la ley fuga porfirista: «Mátalos en caliente», como en aquel mentado telegrama al gobernador de Veracruz, Teodoro Dehesa, del cual nunca se encontró el original.
Dentro de ese férreo control político, social y militar, aquellas eran instituciones respetadas y valoradas por su capacidad de mantener bien informado al régimen porfirista.
El brazo y la mano fuertes de Protasio Tagle, icónico secretario de Gobernación, lo garantizaba. Continuaron en esa línea el suegro Romero Rubio, González Cosío y Ramón Corral, todos desde ese cargo hoy venido a menos merced a las fallas, errores, omisiones de todo tipo –¡hasta ortolálicas!– de los pachuquitas barbacoyeros.
La Policía Secreta del porfiriato, en el ámbito urbano, se infiltraba entre la población a través de sus agentes, vestidos de vago, limosnero, currutaco, lagartijo, estibador, diablero…
Vigilaban hasta el mínimo detalle de cada acto sospechoso.
Se reportaba todo, casi hasta lo que ni se pensaba.
Pero, o tempora, o mores, aquellos eran ¡otros tiempos señor don Simón!
Hoy, quienes no entienden que no entienden, también carecen de «inteligencia». Y de inteligencia, ¿a poco no?
Estado que no espía… es espiado
El espionaje político siempre ha sido una cuestión de Estado. A través de los años ha horrorizado a los dirigentes virginales o a aquéllos que creen actuar en el jardín del Edén. Estado que no espía es espiado por otro superior. Los vacíos siempre se llenan.
Pero una cosa es espiar, y otra muy diferente, es saber hacerlo. Cuando sucede este escenario, se cometen gazapos que cuestan la seguridad nacional.? El maestro Fouché nunca traicionó a los que le pagaban. Si acaso les dio información tergiversada.
La tradición española de El Fisgón de Vélez siempre vivió entre nosotros, desde la Colonia hasta nuestros días. El fracaso monumental de los aparatos de espionaje en el México de los toluquitas, hizo parecer a ellos y a los que nos espían, más torpes que Maxwell Smart, el famoso «Súper Agente 86», al que todo le salía al revés.
No es lo mismo hablar de la Mossad israelí (HaMosad leModi’in ulTafkidim Meyuhadim, su nombre completo), la CIA norteamericana, el MI-6 del imperio británico que inmortalizó el James Bond de Ian Fleming , la Bundesnachrichtendienst alemana, la DGSE francesa, o las computadoras de uso masivo de esa pavorosa red de espionaje de la NSA estadounidense…
…que del anárquico, incapaz y deshilachado ?CISEN mexicano, cuyas funciones han sido disminuidas para favorecer a operadores expertos del Ejército y del sector privado, quienes monopolizan las escuchas y tienen al Güero Imaz…
…como a todos los organismos de seguridad nacional del gobierno: monitoreando lo que hacen los policías de a pie, para reportarle a sus jefes burocráticos, en gráficas de cuadritos, bolitas y rayitas cuándo descienden los índices delictivos, y nunca a cuenta de qué o de quién.
Cuando algo sale mal, tienen la culpa los custodios, los soldados de tropa o los policías de crucero, jamás ellos. Los jefes nunca pueden dejar de tener la razón. ?Ellos, como si fueran detectives, se la pasan dándole vueltas al «hueco», culiempinados, por donde se fue el recluso más custodiado, coadyuvando a borrar todas las huellas de la escena del acto.
Son de carcajada,
Y el hacker resultó ¡hackeado!
Siendo gobernador de Zacazonapan, el famoso galán Peña Nieto contrató en 2009 los servicios de la empresa italiana de espionaje cibernético? Hacking Team con el muy noble propósito de que espiara a todos sus adversarios políticos. Hasta adecuaban software personal, porque el adinerado cliente lo pagaba.
?Cuando el marido ejemplar de la ejemplar Gaviota se cruzó la Banda, abrió la puerta del gobierno federal a la corporación italiana. Desde entonces para acá, la empresa sustituyó a los órganos de inteligencia (jejeje) del Estado, prestó servicios a todo el aparato, desde el gobierno federal, estatales, policías federales, CISEN, C4’s de toda esa ralea y estofa…
… pero también a la Marina Armada, Defensa Nacional, PGR, Pemex y todo aquel que se respetara o que le sobraran unos milloncejos para pagar sus elevados estipendios. Desde el 2009 para acá — Calderón también la usó– se calculan sus honorarios en varios miles de millones de? pesos.
Todo ello a sabiendas de que la empresa Hacking Team opera preferentemente desde su fundación para gobiernos? negros, masacradores de derechos humanos, como los de Kazajstán, Sudán y Azerbaiyán (recordemos que La Beba Ebrard quiso poner la estatua del dictador en pleno Bosque de Chapultepec).
Entre nosotros, que nunca estamos enterados –¡gracias a la transparencia, la rendición de cuentas y? el furioso combate a la corrupción!– de nada de lo que se fragua a nuestras espaldas y nuestras costillas, se metieron a nuestras cocinas.
Fue relevante saber que Hacking Team puso de moda en México el famoso software que inauguró en el gobierno toluquita de Peña Nieto desde el 2009, consistente en «seguir personas, instituciones y organizaciones – objetivo».
?Computadoras, celulares –mientras el GDF los utiliza para educación móvil de estudiantes de secundaria–, cuentas de correos, chats, WhatsApp’s eran penetrados a través de sus procesos de hackeo.
Su producto «estrella», el Remote Control System, desde donde se infiltraban en Facebook, Google, Yahoo, Gmail para extraer imágenes, correos, conversaciones y mensajes de voz… ¡hasta que los hackearon!
El iniciador fue el nefasto Guillermo Valdés
Malgré tout, los gastos en el presupuesto federal en el rubro de seguridad nacional –integrado por nóminas carísimas de burócratas de cuello blanco que no saben ni con qué se come– ya reporta a estas alturas ¡dos billones de pesos! (no se sabe si se cuentan los helicópteros franceses que justificaron los reportajes de Hola! esta semana del 14 de julio parisino y los enormes flujos que Videgaray destina a la compra de conciencias de los chavos recién egresados de Annapolis).
Está comprobado que los toluquitas gastan demencialmente en armas mortíferas, en la absurda lucha contra el narcotráfico, en los penales de alta seguridad y en las nóminas protegidas de los inservibles.
Porque la suma que arrojan esos gastos desquiciados –que nunca serán sometidos a ninguna demagógica criba de Presupuestos Base Cero– suma muchísimo más que todos los bilimbiques que dedican a rubros que merecerían mayor gasto, como salud, por ejemplo.
Comparados con esos absurdos y megalomaníacos gastos de «seguridad nacional», lo que se dedica al combate al hambre, a la pobreza de los indigentes, a la política social y educativa del gobierno, son «chuchulucos». La filosofía del beodo Calderón y su favorito García Luna no ha dejado de campear en estos lares.