La familia, formadora de cimientos sólidos

Puedo decir que todas las familias se enfrentan en determinado momento a esta situación, pero la diferencia entre las que encuentran una solución y las que no, radica en su manera de ver el problema y de aplicar algunas estrategias que cambian las ideas equivocadas que nos hacemos de los demás y que son las que nos impiden lograr un cambio.
Hoy les compartiré algunas claves para mejorar la relación con sus padres y lograr la satisfacción y el vínculo necesario para superar todos los retos que supone el crecer. Las he recogido en mi trabajo con las familias y durante los talleres de Protege tu Corazón. Muchas de estas claves fueron muy importantes para superar algunos de los retos que me encontré en mi adolescencia, han funcionado a muchos adolescentes y seguramente tu ya aplicas algunas de ellas. Compártelas con tus papás y hermanos y tendrán interesantes discusiones que les ayudarán a fortalecer sus relaciones y entender el porqué de sus maneras de actuar.
1. Piensa en el por qué los hijos somos tan duros con los papás
Muchas veces sin darnos cuenta juzgamos de una manera muy fuerte a nuestros padres. Recuerdo que cuando estaba en el colegio pensaba que mis papás eran los más exigentes e intensos del mundo. Por supuesto que la realidad era muy distinta, pero a pesar de esto yo insistía en que me habían tocado los peores.
2. No pienses “esto solo
me pasa a mi”
Hipergeneralizar no hace bien a la relación. Esto pasa incluso a muchas parejas que no buscan una solución definitiva a sus problemas porque piensan que son los únicos a quienes les pasa y terminan enfrascándose en pequeñas dificultades que se vuelven tremendas crisis. Habla con tus amigos y amigas y verás que, por lo general, las crisis con los papás en la adolescencia son más comunes de lo que uno se imagina. Una vez entiendas que estas discusiones son comunes y que hacen parte de un proceso necesario para tu madurez y la de tu familia verás que no serán tan desesperantes y asumirás estos retos con mayor optimismo.
3. Piensa al preguntar: “¿Es que no confías en mí?”
Esta es una de las quejas más comunes de los adolescentes hacia sus padres.: “Mami, ¿por qué no me dejas hasta más tarde?, ¿es que confías en mi? Yo te haría esta pregunta: ¿Confías tanto en ti mismo como para ponerte en riesgo de esa manera? Esta bien confiar en que somos capaces de manejar situaciones difíciles o riesgosas, ¿pero hasta qué punto? Nuestros papás no son tontos y reconocen los riesgos que enfrentamos en la calle, en las fiestas, en las unidades residenciales o en los centros comerciales. El hecho de que estén en casa o trabajando la mayor parte del tiempo, no quiere decir que no sepan qué es lo que pasa afuera. No lo olvides: También fueron jóvenes y seguramente tuvieron presiones similares a las que hoy en día tú enfrentas. ¡Claro que nuestros papás confían en nosotros!, pero también nos conocen, conocen nuestras debilidades y es su responsabilidad cuidarnos y ponernos límites.
4. De vez en cuando,
pónte en sus zapatos
He tratado de ponerme en el lugar de los papás una noche de sábado con sus hijos en la calle… ¡no es fácil! Es muy fácil para nosotros como hijos decir: “¡relájense, nada va a pasar!… ¿pero y ellos? Piensa en esto y responde sinceramente en tu corazón: Si tuvieras hoy un hijo adolescente, ¿serías acaso menos exigente que tus papás?, ¿lo dejarías más tiempo solo o te preocuparías menos por sus amigos? ¡No nos engañemos! Estamos en una sociedad que como todas, tiene riesgos de los que nos quieren salvar nuestros padres. Estos riesgos están en las pantallas, en la calle, en el colegio… ¡en todas partes! La solución no está en la sobreprotección, pero tampoco en negar la realidad y pretender que sean unos despreocupados.
5. No los castigues.
Y menos con el afecto
Es posible que tus papás también lo hagan y que en los momentos de mayor necesidad afectiva seamos más distantes. Es una tendencia de los seres humanos, esa de ocultar nuestros verdaderos sentimientos seguramente por un miedo a que nos lastimen o sencillamente por orgullo. En la familia actual, los padres hacen un gran esfuerzo en que no nos falte nada y sin darse cuenta terminan sacrificando el tiempo compartido en pareja y con los hijos. No parece justo que después de trabajar todo el día, lleguen a la casa y encuentren en nosotros una actitud fría, aislada y rencorosa… como si no nos afectara lo que les pase. Creo que esta mala costumbre de castigarlos con el afecto, se debe precisamente a que crecimos siendo el centro del hogar y no nos hemos detenido a pensar en las necesidades emocionales que ellos tienen.
Los hijos somos egoístas, creemos que todo lo merecemos y que nada debemos. Pensamos que después podremos reivindicarnos y retribuirles todo lo que nos han dado… la oportunidad es ahora, porque es probable que el mañana no llegue.
“Si ahora que puedes no quieres, luego querrás y no podrás”. Este es el momento para hacer las cosas que no te provoca hacer porque la relación no marcha muy bien. Es el momento para pedir perdón por las palabras hirientes y volver a empezar.
6. Comparte estos
10 regalos con ellos
Proponemos esta lista de 10 regalos gratis que sin duda fortalecerán tu relación con ellos. No olvides que una relación satisfactoria con tus papás es además una relación de confianza en la que podrás disfrutar de tu libertad responsable en un ambiente seguro y rico para el corazón.
1.El regalo de ESCUCHAR: con atención, sin interrumpir, sin planear respuestas. Solo escuchar.
2.El regalo del AFECTO: sé generoso con tus abrazos, besos… Demuestra tu amor con pequeños detalles.
3.El regalo de una NOTA: sorpréndelos con un “eres muy especial” o “me hiciste falta”.
4.El regalo de una SONRISA: recorta una caricatura, guarda un artículo ingenioso, anota los mejores chistes.
5.El regalo de un ELOGIO: un simple “que comida más rica, ¡gracias!”, o “ese trabajo te quedó buenísimo”, son de gran valor.
6.El regalo de un FAVOR: lavar los platos, contestar el teléfono, sacar el perro, cuidar un hermanito…
7.El regalo de ESTAR SOLO: aprende a captar momentos en que los demás necesitan estar solos.
8.El regalo de una ACTITUD ALEGRE: trata de animarte y animar a los demás.
9.El regalo de un JUEGO: participar en el juego favorito de otros. Aunque pierdas, ganarás.
10.El regalo de UNA ORACIÓN: Es como decirle al otro: “eres tan especial que hablo con Dios sobre ti”.

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