OHL en el País sin Consecuencias

Obrescón-Huarte-Laín, OHL, es una empresa de pésima reputación en España, el país donde se asienta su casa matriz. Al verse proscrita, acusada de negocios turbios que involucraban a la «crema y nata» del poder ibérico, no buscó mucho y decidió venir a México.
De inmediato se le adjudicaron, sin licitación posible obras por miles de millones de pesos, a lo largo y ancho del territorio nacional. Otra vez, después de 500 años, oro a cambio de espejitos!
Nuestra fama no tiene fronteras. Somos adictos a los juegos extremos y ellos lo saben. Nuestra propensión a la rapiña es sencillamente deliciosa. Los paraísos perdidos para los políticos y sus casas de riesgo en el mundo, se mudaron a México.
Entre nosotros, OHL «cayó parada», como todas las empresas que buscan cobijo porque en sus terruños han fallado a las más elementales normas de honradez y decencia. Nuestros próceres son demasiado laxos, benignos y flexibles a todo lo que tenga ese tufo, ¡faltaba más!
Nunca repararon en la implicación de la constructora en las obras faraónicas e inútiles y en la ambición financiera del PP y el PSOE que llevaron a la bancarrota al pueblo español, junto con Aznar, Zapatero y el rey Juan Carlos.
Cuando fueron descubiertas las argucias de la constructora en el Estado de México –con las mismas fortalezas y defectos de cualquier empresa mexicana que pudo haber hecho las obras– hasta los fruncionarios que «cayeron» en los ilícitos y los sobreprecios, quisieron tirar la piedra para atrás.
Pero,? ¡oh, sorpresa!, los de «atrás» son los actuales gerifaltes, los jefes de Estado y de Gobierno constitucionalmente electos por los mexicanos, libres «de polvo y paja», por encima de cualquier sospecha, ¡guay de nosotros!
Así es que ¡»pa’ atrás los fielders, mon ami!
Entre los toluquitas, la corrupción no existe. Si acaso, sus fantasmas son el producto de «estigmas» sobre una especie de mito cultural. No vaya a resultar ahora que es una cuestión genética, porque va a ser más difícil rastrear esos cromosomas que los que le atribuyen a Gengis Khan con el 8% de la población oriental como sus descendientes!
La casta dorada de “gobernantes”,
inmune e impune
La ancestral creencia de que como México no hay dos es cierta. Leyendas urbanas, imaginarios colectivos, fábulas variopintas y argots del entrambulique, apuntan a la existencia de un lugar único, sin límites: nuestro país.
El «caprichato» se asienta en este reino ?donde ningún acto de autoridad tiene consecuencias. Aquí engulle sus pantagruélicos alimentos la bestia patrimonialista e insaciable de la depredación y la corrupción.
?El único lugar que queda en el mundo donde no se respetaron las fórmulas de Rousseau, cuando dijo en El contrato social, años antes de la revolución francesa: «Todo malhechor que ataca al derecho social es un traidor a la patria. La conservación del Estado es incompatible con la suya».
El lugar «mágico «donde se hizo caso omiso del ciudadano Kant, el idealista alemán que fundó las bases filosóficas del moderno derecho punitivo, considerándolo «imperativo categórico», junto con la justicia distributiva.
Un país sin consecuencias. No se sabe que hubiera sido peor. Que nos llamaran un país sin memoria histórica o eso, que define a uno sin un futuro posible, sin estructura moral, sin remedio a la vista.
La casta dorada de “gobernantes” es no sólo impune, también es inmune a todo tipo de consideraciones punitivas sobre su conducta.
Junto a los conceptos del dolo –la conciencia de dañar–, la culpa y la preterintención –causar daños mayores a lo previsto, por inconsciencia– hay muchos otros conceptos penales que aquí consideramos metafísicos, esotéricos, porque no existen, no se le aplican a «nuestros all stars».
Pero no vaya a cometer algún delito de no importa cuál fuero, una persona del estado llano, porque le harán caer «todo el peso de la ley» a su ocurrencia. Como que el ciudadano común se inventó para expiar las culpas de las castas doradas de «políticos».
Por eso aquí todo mundo busca afanosamente a sus desaparecidos, a sus degollados, a sus incinerados, y nadie los encuentra. Pero somos orgullosos. Cuando alguna organización del exterior quiere colaborar al efecto, los desairamos, porque «no conocen el terreno».
Por eso, las fuerzas vivas firman un Pacto por México que nunca apareció como oferta política o plataforma de ningún partido en campaña. Se atropella, se saquea, se compromete la soberanía del país y se mata?, sin consecuencia alguna.
Hemos aprendido a violar, desde el poder, todas las leyes humanas, físicas y químicas, porque nadie ha sido castigado jamás por hacerlo, aún en desdoro y en perjuicio de la abrumadora mayoría. Cuando se encarcela a un político es porque violó las normas de convivencia del poder.
Lo que conocemos como justicia aplicada a los gerifaltes, han sido venganzas políticas de los que resultaron afectados por su falta de discreción o porque «no regó la copa», porque «se baño en tina, en lugar de hacerlo en regadera».
Y siguen “perdidos” dos billones de
pesos, Mr. Videgaray
El artículo primero de la Constitución General de esta República, debería decir: «En este territorio todos los que mandan son impunes, aunque se demuestre lo contrario».
Si la ley se aplicara, los jefes de prensa de las dependencias no tendrían necesidad de ocupar los fines de semana para tomar ampulosos cursos de «manejo de crisis», que imparte ¡el Tecnológico de Monterrey!, algo así como mentar la soga en casa del ahorcado.
Porque si de algún lugar han egresado comaladas de millonarios, depredadores a la alta escuela y fruncionarios sin la mínima sensibilidad social, ha sido de esa institución, siempre al servicio del capital local y, ahora, transnacional.
Esa escandalosa inmunidad, es la que lleva al infausto Agustín Carstens a decir que van a echar a andar la máquina impresora de nuevos billetes, porque así lo reclama «el crecimiento de la economía». Lo único que le ha crecido es la timba.
Nada más falso. La resequedad de la economía la provocó la desmedida ambición del virrey Videgaray al «retirar» de la circulación dos billones de pesos, dizque porque estorbaban a la instrumentación de las «reformas estructurales». Por cierto, ¿dónde está el dinero?
Guajardo nos engaña: sigue la fuga de capitales
Otro chaparrito de ese mismo establo, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo le pone el cascabel al gato –yo no sé si supo qué dijo–: «De ?100 dólares que ingresan al país por Inversión Extranjera Directa, salen 31 por el mismo renglón».
¿Será el mismo renglón?
Por más que quiera disfrazarse, el fenómeno se llama «fuga de capitales» ante las pocas garantías de seguridad económica que ofrece el país. ?Porque el único «inversionista» foráneo que tenemos es Slim, a menos que queramos cargarle el muerto a las paleterías «L
Un Estado que ha centralizado frenéticamente sólo tiene razón cuando quiere aplicar la ley contundentemente a los que roban al pueblo. Lo demás es simplemente funambulesco y rastacuero.
¡Ni la ONU, que se ha convertido en un organismo ñoño, quiere ya complicarse la vida atestiguado con observadores el proceso electoral que se avecina!