Planeta danza, el «apantalle» de lo masivo

El 29 de abril se celebró el Día Internacional de la Danza en todo el mundo. En México el festejo se ha convertido en un evento multitudinario donde particularmente los aficionados participan en foros y templetes a los que nunca tendrían acceso.
Sumidos en el más deplorable difusionismo, decenas de instituciones y centros culturales saturan sus espacios con grupos pésimos, malos, regulares y hasta profesionales —los menos—, a los cuales, en la mayoría de los casos, no se les paga, precisamente por ser aficionados; a los profesionales en contados casos se les dan honorarios.
Las instituciones buscan el “apantalle” de lo masivo en un falso intento de establecer que “se atendió al público”, o se “formó un público” sin tener parámetros reales que evalúen el fenómeno. Todo el presupuesto posible se gasta en un día y los 364 días restantes no hay nada, o cuando menos nada de calidad. Mientras tanto en Torreón, Coahuila, con más de un 60% de recorte presu-puestal, Cuauhtémoc Nájera, coordinador nacional de danza del INBA, inauguró el domingo 26 de abril el Segundo Encuentro Nacional de Danza, con el apoyo del gobierno local.
Nájera sostuvo el evento, muy a su pesar, dado que unas cuantas semanas antes comunicó a los directores de los múltiples festivales de danza que hay en el país no contarán ya con el apoyo del INBA, que parece que cuando menos para la danza está en quiebra absoluta, al grado de que el Teatro de la Danza es un páramo, los artistas sólo reciben una parte de la taquilla y se cuenta sólo con la precaria difusión provista por el área de medios de esa institución. Organizado en Torreón por el bailarín y coreógrafo Javier Rodríguez, el evento de una semana de duración cuenta con decenas de actividades, el Premio INBA-UAM y funciones de las principales compañías regio-montanas y algunas otras más del norte del país. Un oasis en la región lagunera que debería crecer.
u que inició hace más de veinte años el bailarín y coreógrafo Jaime Hinojosa.

Sin embargo, en las redes sociales han empezado a aparecer protestas por los recortes presupuestales y algunos coreógrafos y artistas se manifiestan furiosos no en contra de Nájera, sino en contra del gobierno en general que los ha dejado a algunos en la calle.

Un tanto agobiado, Nájera asume que le ha tocado tener el puesto más importante para la danza nacional, en uno de los peores momentos para auspiciar la cultura en México.

Teatros llenos –cientos de cortesías repartidas a diestra y siniestra— son como un inocente dedo que trata de tapar un dique de incongruencias tributarias en contra de los artistas, la mala calidad de la educación artística en el país, los equívocos criterios para el otorgamiento para fondos de apoyo a grupos, etc.

Si las autoridades culturales deciden meter reversa al apoyo a la danza, el retraso artístico en el que se sumirá el país generará una conmoción de la cual no se saldrá en decenas de años.

Todo pasa por la educación. Analfabetos funcionales los funcionarios políticos del país creen todavía que el arte es ornato y la danza un arte contemplativo.