Narcocultura a debate

La mariguana en Chile se le conoce como “atontagallo”. El lingüista e investigador mexicano Luis Fernando Lara afirma que el término proviene de la combinación de “atontar”, por el efecto que produce el narcótico, y la palabra “paraguayo”, debido a que es precisamente de Paraguay de donde llega la mayor cantidad de esa droga al país sudamericano. Cada nación, dice, ha formado su propio vocabulario para nombrar a las drogas, sus métodos de consumo y sus relaciones de comercio. En México algunas maneras diferenciadas de hablar sobre las drogas datan del siglo XIX, sobre todas las relacionadas con la mariguana. El mayor ejemplo está en el célebre corrido La cucaracha, que data de la Revolución Mexicana. La mariguana, explica Lara, “es un narcótico tradicional en México; ha conservado un vocabulario posiblemente desde el siglo XIX”, pero con la irrupción de nuevos fármacos la jerga vinculada con las drogas también se ha diversificado.
Lara tiene contabilizadas alrededor de 150 acepciones relacionadas, afirma que en México su nacimiento tiene que ver con el uso solaz de la lengua y del doble sentido, así como con cierta vena socarrona. “Nuestras hablas populares son muy dadas a la metáfora, al juego verbal, por eso tenemos tan buenos cómicos y lo que hace el vocabulario de la narcode-pendencia es aprovechar estas fuentes creativas de la cultura popular mexicana para formar su propio vocabulario”, dice.
El investigador, miembro de El Colegio Nacional, coordina —junto con Eusebio Juaristi por parte de México y Hermann Herlinghaus y Alicia Ortega por parte del Humboldt Kolleg— el coloquio Narcodependencia Simposio sobre narconarrativa/ Narcocultura en el hemisferio occidental: escenarios heterogéneos de narración y reflexión, que se llevará a cabo del 27 al 29 de abril próximo. A Lara corresponde abordar La narcodependencia y sus jergas.

En el momento en el que comenzó el consumo de cocaína, heroína y de las drogas de diseño no había para ellas un vocabulario, pero estos grupos lo han creado; lo crean muchas veces de manera festiva, por ejemplo el llamar a la cocaína “azuquítar”, o llamar al LSD “polvo saladito”, crean este vocabulario porque aparecen nuevas drogas. También tenemos la influencia del inglés para nombrar drogas como el crack o el éxtasis y lo mismo el modo en que se consumen, palabras como hitter o popper que nos llega por influencia del inglés”, señala.

Durante el encuentro académico que se celebrará en las instalaciones de El Colegio Nacional, se abordará el fenómeno de la narcocultura desde diferentes esferas del conocimiento. Hay en el programa no sólo lingüistas y narradores, críticos de cine y abogados, sino también matemáticos y filósofos. La idea es tratar de entender un fenómeno, que dice el especialista, ha permeado todos los aspectos de la vida cotidiana.

Lamentablemente para nosotros los mexicanos, el tema del narcotráfico se ha metido en nuestras vidas, pensemos en que hace 50 años por supuesto que se fumaba mariguana, pero eso no alteraba gravemente nuestros días. Sabíamos quién fumaba mariguana y no nos preocupaba mayormente. El comercio del narcotráfico hoy viene siendo una especie de hijo característico del neoliberalismo, porque al abrirse las fronteras, el libre comercio, desde el momento en que se puede transferir dinero a través de internet de un banco a otro, el empresario narcotraficante tiene la mesa puesta”, asegura.

Junto con el mercado de las drogas se ha ido desarrollando una cultura del narcotráfico que alcanza todos los ámbitos: el cine, la literatura, las artes, el lenguaje cotidiano, las aspiraciones personales e incluso las posibilidades de futuro que tienen los jóvenes en un país como México. La narcocultura, sin embargo, dice Lara, es un arma de dos filos, que contribuye lo mismo a crear modelos que se busca repetir y a mostrar situaciones a las que no se les puede ignorar.

Hay un problema doble: el hecho de que exista tanto cine comercial donde uno no deja de ver violencia, choques y consumo de drogas me parece que es muy pernicioso para la sociedad, porque se está poniendo un ejemplo; toda la imagen que nos dan los actores de cine, no hay una escena en que no falte un individuo que está formando su raya de cocaína; es muy pernicioso sobre todo para la juventud”.

Por otro lado, la literatura y el cine aprovechan el tema para mostrar situaciones gravísimas, trágicas, como es el caso de muchas obras del escritor Élmer Mendoza y ahí estamos evidentemente ante acontecimientos artísticos, por ello digo que es un fenómeno doble”. Otro ejemplo, está en los narcocorridos. “Siguen utilizando los recursos de nuestro corrido tradicional. En el revolucionario se cantaban las situaciones o las hazañas de diferentes personajes de la Revolución, ahora se cantan las hazañas o las situaciones trágicas de algunos narcotraficantes y eso es lo que le ha dado vida, pero por supuesto ahora quien lo ha impulsado es la música industrial, las disqueras”.

Ambos fenómenos serán discutidos en el simposio, entre los ponentes el escritor Eduardo Antonio Parra se ocupará de El narcotráfico como contexto del realismo narrativo en el México actual; la investigadora Judith Peña de Narcocorrido y narcocultura. El caso del movimiento alterado. También participan especialistas como Nadya Viascan-Bauer, de la Universidad de Friburgo, que leerá la ponencia Necropolítica, narcocultura y literatura contemporánea en México o Bernhard Chappuzeau, de la Universidad Humboldt de Berlín, que hablará de Narcotráfico y reconocimiento social: contraposiciones en el cine arte latinoamericano.

Lara advierte que ya no sólo se trata de la creación de modelos que resultan una aspiración para muchos jóvenes sino de formas de subsistencia inevitables: “En México nos está sucediendo lo que sucedía hace 30 años en Colombia, donde un joven de 18 años, en muchas regiones, solamente tenía dos posibilidades para su vida: meterse al ejército o meterse al narcotráfico, lo cual era terrible. Es lo que no está pasando ahora en México, sobre todo en el ámbito rural, en donde para muchos jóvenes no hay otra salida”.