Cuando Miguel de Cervantes fue esclavo en Argelia

Poco es sabido que el creador del «Quijote» fue apresado por turcos y vendido como siervo en el norte de África. El gobierno de Argel pretende revivir los sitios en los que vivió su cautiverio

Existe un recorrido en Argel que pocos conocen, que conjuga belleza y una historia que le dio al mundo quizá la más grande de sus novelas: desciende desde la amurallada Casbah hasta la bahía abierta al Mediterráneo.

Apenas unos kilómetros en los que durante cinco años penó cautivo uno de los escritores más ilustres que haya conocido la capital norteafricana: Miguel de Cervantes Saavedra.

«Hemos hablado con el embajador de España sobre la restauración de ese sitio para conmemorar el cuatro centenario del gran escritor Cervantes, que se celebra el próximo año», dijo hoy Naima Dehina, alcaldesa de Beluizded.

En este municipio, vecino a Argel y vecino al ala este de la Casbah, la historia sitúa la gruta en la que Cervantes se escondió con una quincena de compañeros durante su segundo intento fracasado de fuga.

El escritor y su hermano Rodrigo fueron apresados en 1575 por una flotilla turca a la altura de Cadaqués de las Rosas y Palamós cuando regresaba a bordo de la galera Sol de la afamada batalla de Lepanto.

Una carta de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, que obraba en su poder, hizo pensar a su captor, Mami Arnaut, que Cervantes era un personaje influyente y lo llevó a Argel pensando que podría lograr un importante rescate.

Allí fue entregado como esclavo a un renegado griego conocido como Dali Mamí y su rescate fijado en 500 piezas de oro, una suma muy elevada en los estándares de la época.

«Ese es el puerto de Argel donde Cervantes fue vendido junto a su hermano Rodrigo como esclavo», explicó Ouis Hamid, uno de los guías turísticos que mejor conocen la historia y los lugares en los que estuvo el escritor de Alcalá de Henares.

Al frente de una comitiva de embajadores y periodistas organizada por la embajada de España en Argel y el Instituto Cervantes en la capital norteafricana con motivo del día del libro -que coincide con la fecha de la muerte del universal escritor, el 23 de abril- Ouis ofreció un recorrido por el antiguo barrio de la Icosium (Argel) salpicado de historia y leyenda.

Una iniciativa en marcha hasta el miércoles para todo visitante en Argel y que arranca en el denominado Bastión 23, desde la que se atisba la fortaleza construida por los españoles en el siglo XVI y en la que «había unos 300 españoles que controlan de manera implícita el tráfico de los corsarios turcos en el mediterráneo».

Desde allí, los visitantes -entre los que este lunes se hallaban los embajadores de Venezuela, Jesús Sojo Reyes, y de Ecuador, José Rafael Ferrano, prosiguieron hacia Dar Al Hamra, un palacio de estilo otomano con puertas gigantes que separan numeroso pasillos.

«En los baños de ese palacio fueron detenidos los dos hermanos por un pequeño tiempo», explica Hamid.

Desde la «Casa Roja, el recorrido serpentea hacia el maravilloso palacio otomano de Mustafa Pachá, tío de Hasan el Veneciano, regente de la ciudad entre 1577 y 1580 y amo de Cervantes durante sus últimos años de cautiverio.

El 1577, la madre de los hermanos Cervantes pudo reunir el dinero solicitado, y enviarlo a través de religiosos, pero no era suficiente para liberar a ambos, así que Rodrigo partió con un plan para rescatar al escritor.

Este se ocultó con la quincena de compañeros en la cueva citada, en espera de una embarcación que llegaría a la playa y les conduciría a la libertad, pero fue traicionado por El Dorado, que delató su escondrijo.

Aún lo intentaría en vano dos veces más, hasta que, por fin, en 1580 fue liberado gracias a los esfuerzos del padre trinitario Fray Juan Gil, quien reunió y entregó el dinero justo cuando Cervantes estaba en una de las galeras de Azán Bajá que debía transportarlo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo».

El 24 de octubre de ese año regresó a España con otros cautivos también rescatados tras una aventura que, según diversos historiadores, le enseñó nuevas experiencias, nuevas gentes, diferentes idiomas y tradiciones que influirían en la composición de su magistral obra»Don Quijote de la Mancha».