Secretos prehistóricos, el pasado tiene futuro

Bajo nuestros pies hay mar. Probablemente estemos a un par de kilómetros del Tetis, un oceáno de la era Mesozoica que existió hace 100 millones de años, previamente a la aparición del Índico. Las evidencias se han asomado en lugares como Iztapalapa.
El paleontólogo Luis Espinosa Arrubarrena cuenta que hace dos años, mientras se buscaba agua en un pozo en esta área de la Ciudad de México, se pudo observar en el fondo de la tierra el límite donde estaban las rocas marinas, volcánicas y sedimentarias que materializan una de las fronteras de tiempo y espacio sobre las que estamos parados.
«México tiene una historia geológica extraordinaria, es un país que por el tamaño y forma de su territorio, así como por el hecho de que ha estado cubierto por mar, tiene características sui generis. Hay historia por cualquier lado que vayamos», comenta. La Tierra se formó hace 4 mil 650 millones de años y probablemente la vida apareció mil millones de años después. El también director del Museo de Geología de la UNAM explica que desde entonces nuestro planeta se ha convertido en una especie de escenario teatral que parece repetir escenografías, mientras los actores: plantas, hongos, animales y demás organismos vivos, han cambiado en estas representaciones sobre la vida en la Tierra.
Los ambientes cambiantes de la corteza terrestre son precisamente el objeto de estudio de los paleontólogos, una disciplina entre la biología y la geología. De hecho, los paleontólogos son especialistas que primero realizan una carrera básicamente en alguna de estas ciencias y posteriormente se especializan. Es así, que utiliza los paradigmas y meto-dologías propias.
de estas ciencias para enriquecer su estudio.

«La paleontología nos pone en contacto con la vida que se dio en el pasado geológico, que en nuestro país es de 30 o 40 mil años, hasta el origen mismo de la vida hace más de 3600 millones de años», señala el especialista y subraya que las ventajas de su labor es poder brindar elementos tangibles de análisis, pues por ejemplo un biólogo puede establecer una teoría sobre la relación de dos tipos de especies animales aparentemente distintas, pero el estudio de sus fósiles será el que finalmente aclare la duda.

En la parte geológica, su labor también es fundamental, pues ayuda a determinar la edad de los sedimentos estudiados, así como los ambientes donde se desarrollaron distintos organismos hace millones de años y que hoy forman parte de los recursos naturales.

«Recursos tan importantes como agua, petróleo, carbón, roca fosfórica, entre muchos otros, también están involucrados en las facetas que vemos».

Cuando se investigan los aspectos geológicos de una región, se estudian las capas de la tierra y el encuentro de determinado tipo de fósiles brinda una idea del tipo de recurso disponible en el área.

«Todas las compañías petroleras del mundo contratan a paleontólogos y de hecho, el punto de mayor contratación de paleontólogos en México es el Instituto Mexicano del Petróleo».

Pero además de estas áreas, el rescate y conservación de estos vestigios históricos se ha convertido en una tarea indispensable. De hecho, con la finalidad de proveer mayores herramientas de estudio a los arqueólogos, el INAH ha puesto en marcha un proyecto para impulsar las investigaciones paleontológicas en México, que tienen una tradición en el país desde el siglo XIX.

La necesidad que se planteó es poder rescatar y estudiar de manera especializada e integral los restos prehistóricos que muchas veces se encuentran en excavaciones arqueológicas del país, ya que las metodologías y cuestionamientos que surgen son diferentes entre estos dos tipos de especialistas.

Según información proporcionada por el INAH, existen alrededor de 800 sitios donde se han hallado animales pleistocénicos que vivieron durante los últimos 40 mil años y aproximadamente 50% están concentrados en el centro del país, en estados como Puebla y el Distrito Federal, donde también el desarrollo de obras de urbanización públicas o privadas han permitido su descubrimiento, salvamento, estudio y conservación. La tarea es larga porque el patrimonio afortunadamente parece infinito.

Paraíso paleontológico

Espinosa señala que desde el punto de vista de la paleontología de vertebrados, en los últimos 10 años se han encontrado muchas cuencas sedimentarias con depósitos de vertebrados como peces y reptiles que ha sido muy importantes en la reciente década.

«En los tiempos modernos, en los últimos 40 años, ha habido un avance extraordinario en regiones como el centro de México. También han sido muy importantes en este tipo de hallazgos, estados como Guanajuato, Michoacan, Jalisco y el Estado de México», señala el también académico de la Facultad de Ciencias.

El especialista comenta que los hallazgos en estos lugares han sido muy importantes para conocer mejor cuáles fueron las relaciones entre Norte y Sur de América, pues estas partes del continente estuvieron separadas durante más de 60 millones de años y hace alrededor de cuatro millones de años se unieron.

«Esta relación de las biotas que pasaron de sur a norte y viceversa fueron muy importantes y quedaron de alguna manera plasmadas en esta región».

«Desde el punto de vista de localidades extraordinarias, está la Cantera Tlayúa, en Puebla, de gran importancia a nivel mundial».

Tlayúa es considerada la localidad paleontológica más importante del continente, pues se han encontrado una gran cantidad de fósiles terrestres y marinos de la era mesozoica no vistos en ninguna otra parte del mundo y que mantienen buen estado de conservación.

Para el especialista no es necesario sólo hablar de un vertebrado de enormes dimensiones para que el hallazgo sea importante, plantas e invertebrados también ofrecen jugosas pistas de los ambientes del pasado.

En este sentido en Chiapas se han encontrado depósitos muy interesantes, mientras que desde el punto de vista de micropaleontología, la planicie costera del Golfo de México ha sido muy importante desde los años 50, con descubrimientos que además han impulsado la prospección petrolera.

«La Península de Baja California es quizás uno de los lugares más importantes del mundo porque aparte de que tiene muchos fósiles de gran diversidad, como troncos de árboles que demuestran que hace 20 o 30 millones de años había bosques con una vegetación impresionante, también la región da pistas sobre el proceso tectónico que ha sufrido la corteza terrestre», dice y explica que hace alrededor de 10 millones de años la dorsal pacifica choco con el continente americano a la altura de lo que hoy es Bahía Banderas. Así, se empezó a abrir el Golfo de California y a robarse la Península hacia al noroeste. Todos esos elementos lo hacen muy atractivo para el estudio geológico y paleontológico».

El paleontólogo platica que acaba de regresar de la Huasteca Potosina, de un lugar conocido como «El Madroño», en la frontera entre Querétaro y San Luis Potosí, donde encontraron un floramiento de moluscos bivalvos rudistas del periodo cretásico. Un tesoro marino, bajo el cobijo de un bosque de pinos y encinos.

Para el especialista, todo nuestro país está lleno de vestigios prehistóricos, pero lo que probablemente ha faltado es visión para presumir este patrimonio y proyectarlo también con la popularidad que tiene nuestro legado prehispánico de ruinas arqueológicas y culturas mesoaméricanas.

«En este sentido, el Museo del Desierto de Saltillo es un caso que debería ser replicado y superado en diferentes partes del país», señala Espinosa refiriéndose al museo de Coahuila abierto hace un par de años y que dio inicio con el hallazgo de un dinosaurio al que llamaron «Isauria».

Este fue el pretexto inicial para crear, lo que el experto considera el museo de historia natural más importantes del país, que también sirvió para darle personalidad a una región sin los comunes atractivos turísticos como las playas o las zonas arqueológicas, pero que ha hecho del desierto y los vestigios encontrados en él, un protagonista esencial de nuestra historia.

Para Espinoza labor del paleontólogo al intentar «arrancarle los secretos a la naturaleza» es muy importante desde la trinchera de un laboratorio, una excavación o a través de la enseñanza, pues puede incluso ayudar a resolver cuestionamientos básicos del presente como el papel del hombre con las extinciones de otras especies.

«Hace 12 mil 900 años, cuando se da la extinción de la megafauna ya existía el hombre en el mundo, podemos atrevernos a cuestionarnos qué paso, ¿desde entonces ya acabábamos con los animales?», señala el especialista enfatizando que al final la labor del paleontólogo es ayudar a mantener la memoria histórica, pero sin perder de vista el futuro.