Celebran yaquis el Sábado de Gloria en Sonora

De acuerdo con sus usos y costumbres, realizaron la ceremonia del paseo del mal humor, además de la incineración de Judas Iscariote y de las máscaras que portaron en las últimas semanas

Yaquis del Coloso Bajo celebraron este Sábado de Gloria los ritos que anuncian el final de la Semana Santa, los cuales iniciaron el Miércoles de Ceniza y se mantuvieron durante la Cuaresma.

De acuerdo con sus usos y costumbres, hoy realizaron la ceremonia del paseo del mal humor, además de la incineración de Judas Iscariote y de las máscaras que portaron en las últimas semanas, en memoria de la Pasión de Cristo.

Después de bailar, los fariseos arrojaron las máscaras enfrente del personaje que representa a Judas, en tanto que otras personas ejecutan la Danza del Venado, del Pajkola y Matachines.

Por la noche empieza una fiesta en la enramada, con rezos y cantos rituales que se prolongan hasta la mañana del domingo, para finalizar las celebraciones con el recorrido de los personajes que representan a Magdalena y San Juan.

En las ocho comunidades: Pueblo de Vícam Primera Cabecera, Tórim, Pótam, Rahúm, Huirivis y Belem, Loma de Bácum, y Loma de Guamúchil (Cócorit), se vive un escenario de color y folklor que arropa a cientos de visitantes a sus asentamientos instalados para el desarrollo de sus festividades; comparten más que usos y costumbres con los «yoris» o los hombres blancos

Al concluir la Semana Santa, los ancianos de la tribu dan consejos y recordatorios a los que participaron en estas celebraciones tradicionales, para que no se olviden de ellas y se mantengan unificados como etnia y diferenciarse de otros grupos sociales.

Esta orgullosa y aguerrida tribu yaqui que tuvo un papel preponderante en la Revolución Mexicana, paraliza cualquier actividad de la etnia y desarrolla los rituales de la Cuaresma, la más sagrada celebración cristiana.

El triunfo sobre el pecado

Ahí iba José Valencia, ataviado con una máscara de demonio y un trinche rojo en plena representación de la maldad y la transgresión de las normas.

Formaba parte de toda esa parafernalia multicolor escenificada por la autoridad de los Chapayecas con su capitán, cabos y fariseos cubiertos con máscaras hechas con cuero de chivo representando al Demonio, portando sus varas de mando, espadas y cuchillos.

Era un «fariseo» o «matachín» pagando una manda a Dios que lo alivió de un problema en el brazo izquierdo.

Durante 40 días caminó por las calles de Hermosillo ataviado de una máscara de diablo, y carrizos que le «cascabeleaban» en la cadera y tobillos; humillado por sus pecados caminó cientos de calles pidiendo limosna para pedir perdón por su salvación.

Comenta José que ese periodo fue muy difícil, esos días no hay familia, no se puede tener roce con mujeres, ni siquiera mirarlas a los ojos. No tienen derecho a sentarse en una banca, y duermen en el suelo.

«Ser fariseo ha sido una de las grandes experiencias de mi vida, ésta es mi primera vez, lo volveré a hacer por lo grandioso que se siente por dentro», dijo con el rostro enrojecido cerca de la lumbre, viendo como se quemaba la máscara que portó durante 40 días.