Peña Nieto, flanqueado por la izquierda en día de Juárez

Poco antes de las 10 de la mañana de ayer, la avenida Juárez quedó en silencio. Para ese momento, el Estado Mayor Presidencial ha tomado el control del ala sur de la Alameda Central. No se escucha el correr de los coches y el lugar, enclavado en el Centro de Histórico se vuelve un espacio de tranquilidad.

El Hemiciclo a Juárez está preparado para recibir al presidente Enrique Peña Nieto para que encabece la ceremonia oficial por el 209 Aniversario del natalicio del prócer, puesto que el Palacio Nacional fue cambiado como sede debido al montaje de la película de James Bond 007 “Spectre” en las inmediaciones del Centro Histórico.

El gabinete en pleno espera disciplinado. Nuevamente, el Presidente de la República estaría flanqueado por la izquierda mexicana representada en el Congreso de la Unión, por los hombres que comandan a generales y almirantes, por el recuerdo al prócer Juárez.

El Presidente aún no llega y el sol de la mañana pega fuerte sobre el mármol del monumento. Gerardo Ruiz Esparza, titular de la SCT, se aleja con el celular al oído, a unos metros Emilio Lozoya, director de Pemex, habla en corto con Humberto Castillejos, consejero jurídico de la Presidencia. se ven serios, solos.

Entonces, se llega a escuchar un helicóptero, es de color blanco y pertenece a la Flota Aérea Presidencial; desciende en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En ese preciso momento, los secretarios de Estado y directores de diversas entidades federales ocupan sus lugares frente al Hemiciclo.

Claudia Ruiz Massieu, secretaria de Turismo, a un lado de Ruiz Esparza, una mujer del Estado Mayor Presidencial conduce a la procuradora general Arely Gómez a su lugar. El general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, habla de frente con el almirante secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón.

A sus espaldas, el titular de la SEP, Emilio Chuayffet, quien sonríe con los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, los perredistas Miguel Barbosa y Julio César Moreno.Eugenio Imaz, encargado del aparato de inteligencia del Estado mexicano sonríe a Nubia Mayorga, quien es la cabeza de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Sobre una alfombra roja, Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social, la procuradora Gómez, el almirante Soberón, el diputado Moreno, el senador Barbosa, el general Cienfuegos, Chuayffet yLuis Videgaray, secretario de Hacienda, junto dos mujeres, descendientes directas de Juárez, ocupan su lugar.

Todo puede pasar en menos de dos minutos. En ese preciso momento, aparece en escena el jefe de la oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño. Una trompeta militar da las órdenes a la tropa para recibir al presidente Enrique Peña Nieto. Poco después de las 10 de la mañana, el mandatario cruza la avenida Juárez para encabezar el homenaje al ilustre reformador oaxaqueño.

El jefe del Ejecutivo mexicano llega acompañado por el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, y por el canciller José Antonio Meade. El general Roberto Miranda, jefe del Estado Mayor Presidencial, tropieza y cae, de inmediato se incorpora con agilidad y se coloca a la espalda de Peña Nieto.

Se empieza a entonar el Himno Nacional, y luego flanqueado por su equipo y familiares del Benemérito, el Ejecutivo se colocó al pie de la efigie de Juárez y realizó una guardia de honor. En menos de diez minutos el evento había terminado.

El Presidente se dio su tiempo; saludó de mano a cada uno de los integrantes de su gabinete, con cada uno cruza palabras y sonrisas. Al diputado Moreno (PRD), en su primer acto público como presidente de la Cámara de Diputados, lo abrazó, minutos después sería igual con el perredista Miguel Barbosa.

Nuño, Imaz, Chuayffet, Ochoa, Mayorga, todos platicaban mientras esperaban la llegada de su jefe. Tras saludarlos, el mandatario cruzó solo de un lado a otro, hacía el frente del Hemiciclo, para seguir saludando a sus colaboradores, primero a Osorio, siguió Cienfuegos, Videgaray, Robles, Andrade, Mercedes Juan y Murillo.

Cuando el presidente se retiraba se acercó a aquella carpa y saludó a masones y familiares de Juárez. Mientras, a unos metros, los hombres y mujeres del gabinete hablaban, analizaban, bromeaban, reían. Cienfuegos, Soberón y Monte Alejandro Rubido, comisionado Nacional de Seguridad, hablaban serios, solos.

El presidente Peña ya se iba, pero la gente que vio de lejos el evento, sobre avenida Juárez, le gritó. Fue hacía ella y los saludó; le aplaudieron desde los balcones. Entonces, sin discurso, Peña se fue. Y el homenaje de Estado a Juárez al final fue un evento de 23 minutos.