La cereza en el pastel. Aristegui contra MVS.

Lo que le faltaba al desprestigiado gobierno mexicano: una disputa donde se cuestiona la libertad de expresión, tema por demás utilizado como una de las principales banderas de los derechos humanos y sostén en las democracias modernas.
Si bien, las diferencias se encuentran vinculadas por una relación de trabajo entre particulares, donde formalmente nada tiene que ver la actual administración pública federal, sin embargo, las connotaciones políticas y el sospechosismo se encuentran en medio.
El noticiero conducido por Carmen Aristegui a través de la Cadena MVS, era de los más escuchados, la periodista es toda una institución en el medio, le sabe y su fama por escudriñar los asuntos públicos y provocar escándalos políticos ha traspasado las fronteras, por otra parte, esta situación le ha da muchas animadversiones, máxime que en su actuar ocasionalmente ha arribado a conclusiones difíciles de probar, circunstancia que desata mayor irritación de los afectados, con el beneplácito de su audiencia que gusta de ese tipo de notas, circunstancia que la ha posicionado como una gran comentarista.
La decisión de MVS para romper con Aristegui, en tanto que lo públicamente conocido se debió a la determinación de incorporar el noticiero a una plataforma informativa, me llama la atención, pues sin ahondar en el tema, da la impresión de que existe información de carácter privado que impide contar con mayores elementos para emitir una consistente opinión, seguramente las diferencias entre las partes no se circunscribe únicamente al área Jurídica y conforme pase el tiempo surgirán argumentaciones que permitirán conocer más a profundidad el asunto y, por lo tanto una mejor valoración.
No obstante, el conflicto llama poderosamente la atención desde el momento de tratarse de una cadena de comunicación de las más importantes del país, con su personaje estelar, por ese solo hecho es del dominio público. No se puede ubicar bajo el simple razonamiento de una fallida relación laboral, esa sería una cuestión entre particulares, sino de dilucidar si se atenta o no contra la libertad de expresión.
Las dudas persisten, máxime que están en marcha las campañas políticas y, eso crea mayores suspicacias. Si está inmersa la libertad de expresión, esa sola circunstancia implica que atañe a todos, pues estamos obligados a preservar, defender y garantizar los derechos y libertades, especial y particularmente obliga a las instituciones y gobernantes, pero no significa que los demás debamos mantenernos al margen, por el contrario, estamos obligados a conocer el fondo y, en su caso a actuar.
Lo curioso del caso, es que ambas partes tienen fama de ser serias y, por lo tanto, no es sencillo anticipar juicios al respecto, poniendo la balanza no existe duda sobre el particular, quien pierde es el pueblo de México, pues así sea un conflicto entre particulares, nos van a privar de escuchar una voz plural, critica y por lo tanto de equilibrios en un país que requiere y necesita de pesos y contrapesos.
Algo queda claro, haya o no intervenido el gobierno, queda como el cohetero.