El método de fracking atenta contra la seguridad energética y la salud mundial: VC

El método de fracking, alentado por los organismos multinacionales y el gobierno estadounidense para la explotación de petróleo del subsuelo, constituye un atentado irracional contra la seguridad energética y la salud mundial, advirtió un experto, el doctor Alejandro Villamar Calderón, integrante de la Red Mexicana de Acción contra el Libre Comercio y de la Coalición Mexicana Frente al Grupo de los 20.
Villamar Calderón, invitado por el Frente Amplio Opositor a la Minera San Xavier, para participar en el 14 festival de resistencia cultural contra la minera canadiense en Cerro de San Pedro –festival que debió suspender actividades por el súbito temporal—, destacó que este método, consistente en la ruptura horizontal del subsuelo trae consigo, como daño colateral, la contaminación irreversible de los acuíferos con petróleo y minerales pesados y altamente tóxicos.
El científico mexicano, aseveró que, además, la práctica de fracking representa para los explotadores de petróleo un costo de extracción que es, incluso mayor que la ganancia obtenida en su comercialización, como lo ilustra el valor en el mercado de un barril de petróleo Brent de Texas (el viernes pasado) de 51 dólares contra el costo de extracción y refinación del mismo de 75 dólares.
Sostuvo que la razón para sostener esta empresa que ha dejado de producir ganancias a la generación de pérdidas multimillonarias (en dólares) es política y se encuentra orientada en el interés del gobierno y capital estadounidense a, por un lado, buscar acabar con la competencia de los países productores-exportadores de este energético y a tratar de quebrar sus economías y, por la otra, engañar a la comunidad mundial respecto del estado de cosas en que se encuentra el sistema capitalista que ha dejado de funcionar y se encuentra convertido ya en un dañino sistema económico parasitario, depredador.
El capitalismo se muerde la cola; ha dejado de funcionar y, desde los Estados Unidos se orienta ahora a “partirle el alma” a los productores rusos, árabes y latinoamericanos.
una profunda crisis, se ha orientado a la estúpida depredación de la riqueza a través de la sobreexplotación de bienes finitos y no renovables como el petróleo y sus derivados; tan grave es la crisis que se advierte a las claras un desaliento en la inversión en este sector; desaliento que ha sido generado por la caída en picada, reiteradamente y a lo largo ya de muchos años, de los precios del producto en el mercado internacional.
El fracking no sólo acelera la depredación del medio ambiente, sino que incluso arriesga al propio sistema capitalista que incurre en contradicciones al permitir estas prácticas nocivas, ya que al mismo tiempo que se afecta la calidad del agua del subsuelo, que se pretende entregar a las empresas particulares (mediante la Nueva Ley General de Aguas, en México), ahuyenta la inversión, pulveriza el poder de compra de los consumidores al encarecer (por escasez) el agua, afecta la producción de alimentos y su calidad y alienta la inestabilidad social de los entornos de producción.
Tan profunda es la crisis del sistema capitalista que las grandes empresas mundiales han reducido sus tasas de ganancia de 25 a 5 por ciento; las empresas júnior (medianas y con activos de capital de al menos mil millones de dólares) mayoritariamente enfocadas a la exploración, padecen una grave escasez de capital y no son capaces ya de sobrevivir sin el subsidio del gobierno; las empresas chicas… esas ya no son capaces siquiera de pagar a sus trabajadores por lo que están siendo absorbidas, a precios de ganga, por las grandes empresas.
Todo esto se traduce en una crisis generalizada que se advierte con la cancelación de proyectos de inversión, la desaceleración de las economías nacionales y regionales, el aumento y profundización del desempleo real y que asoma la cara a pesar del grotesco maquillaje que hacen los gobiernos de las estadísticas de cifras alegres que hablan sobre el crecimiento del empleo contando personas que “al menos trabajan ocho horas a la semana” o perciben sueldos de miseria y sin ninguna prestación.
La crisis es grave: ni la ley ni las instituciones funcionan ya, corroídas por la corrupción del sistema capitalista que se ha condenado a sí mismo a la extinción… pero que quiere arrastrarnos con él.