Los autores de la sistemática campaña por la que se ha buscado el desprestigio de los jerarcas de la Iglesia Católica señalándolos mediante efímeros espectaculares como encubridores del ex sacerdote Eduardo Córdova Bautista, se han cuidado de mantener oculta su identidad, por lo que la arquidiócesis se reserva el derecho a presentar eventualmente una denuncia contra quien o quienes resulten responsables de los hechos.
El Canciller arquidiocesano, Gerardo Vaglienty, manifestó que la postura de la arquidiócesis potosina a ese respecto es clara en su señalamiento de que, una vez que el sacerdote fue sujeto de un juicio interno, conforme al derecho canónico por el que se rige, emitiendo la sentencia correspondiente, la iglesia particular acudió a las autoridades competentes a interponer la denuncia correspondiente por lo que la ubicación, presentación y enjuiciamiento en materia penal corresponden estrictamente a dichas autoridades civiles.
Vaglienty expresó que la postura eclesiástica se encuentra definida y consiste en el no encubrimiento de ningún sacerdote que haya incurrido en la comisión de delitos, enarbolando al respecto de la pederastia un compromiso de tolerancia cero, tal y como ha reiterado de propia voz el arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero.
Indicó que, pese a la utilización de los espectaculares, los responsables se mantienen insólitamente desconocidos y, a pesar de que se pretende con ello la formulación de una denuncia pública se han mantenido ocultos y no han promovido ninguna clase de acercamiento ni con la Iglesia y, al parecer, tampoco con las autoridades civiles.
En otro orden de ideas, y en referencia al mortal accidente registrado por el desprendimiento de una campana en mal estado en la Parroquia de El Saucito, el canciller diocesano reconoció que muchas de las campanas –y, particularmente las montadas en maromas (estructuras de madera que permiten la oscilación)—, resultan peligrosas y ofrecen riesgos ya que“son muy antiguas” y, desafortunadamente adolecen de mantenimiento.
A raíz del lamentable accidente, se instruyó a los párrocos de la diócesis a extremar medidas y a supervisar el estado en que se encuentran sus campanarios, así como para normar a los ejecutantes; y es que, ordinariamente la función del llamado de las campanas corresponde al sacristán, sin embargo, cuando se trata de la celebración de las fiestas patronales esta se deriva a los integrantes del comité de festejos y su mayordomía.
Vaglienty aseguró que la arquidiócesis acompañó y apoyó a la familia del niño que resultara muerto a consecuencia de esos lamentables hechos. Por ello se ha instruido a los párrocos una permanente supervisión de los campanarios.