A Mauricio Cornejo Trejo y Adela Carillo Sánchez , dirigente priísta, les hizo falta la custodia de los policías que los salvarían de sus homicidas. Hoy ellos son los muertos que los agentes necesitaban para justificar su vigilancia en un predio de Tlalnepantla.
Esa era la respuesta que Adela “N” y Mauricio “N” escuchaban cuando exigían protección de los policías municipales.
Los agentes tenían la orden de resguardar el predio de la colonia Jorge Jiménez Cantú. Pero para que los agentes obedecieran, “era necesario que se acreditara la propiedad del predio y que al menos hubiera un muerto”, así lo dicen los hijos de la pareja ejecutada el lunes en el predio El Risco.
Fueron las amenazas a muerte y el incendio de una de las casas de la familia lo que los obligó a pedir el cuidado de la policía.
Un llamado telefónico fue la primera amenaza a muerte. Hubo denuncia pero nadie los escuchó.
El 14 de octubre un grupo de 80 hombres y mujeres armados con pistolas, palos y piedras, ingresó al terreno ubicado en lo alto de la calle Cerro Cantera para incendiar la casa de Ángeles “N”, una de las hijas de Adela y Mauricio. La denuncia por intento de homicidio terminó en una orden del Ministerio Público de San Juan Ixhuatepec de custodiar el predio El Risco. Y sí, los policías municipales mantuvieron dos patrullas estacionadas en las inmediaciones del terreno pero sólo por unos días.
Dicen, quienes ahí viven, que los policías fueron “comprados” por un hombre: Raúl “N”; un recluso del Penal Barrientos.
Aún vivía en libertad cuando amenazó a Adela y Mauricio para que retiraran la denuncia por un supuesto fraude de 2 millones de pesos que Raúl recibió por las cuotas de los invasores.
El lunes, casi a las 9:00 de la mañana llegó un Tsuru para acechar a Adela y Mauricio. Sujetos que vestían uniformes de la extinta Compañía de Luz y Fuerza, se mantuvieron en el lugar por 20 minutos. Uno de ellos descendió del vehículo y caminó hacia la primera casa del predio que utilizaban como oficina. El hombre los acribilló.