Un cálido retrato a varias voces. Eso fue lo que la noche del sábado dibujaron, con grandes elogios, colegas y cercanos del premio Nobel de Literatura 1982 durante el homenaje “Los universos de García Márquez”, en lo que fue la primera presentación masiva de la edición 28 de la Feria Internacional del Libro de Gua-dalajara.
La primera en tomar la palabra fue la costarricense Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana en la Reunión extraordinaria de los Ministros de Relaciones Exteriores, quien recordó que el autor colombiano, avecindado en México hasta su muerte en abril pasado, era dueño de un pensamiento abierto, “que siempre ofrecía respuestas rebeldes, nunca dogmáticas”.
Para referirse a que la obra literaria de García Márquez en realidad hablaba de cualquier persona de cualquier lugar del mundo, Grynspan contó la anécdota de la mujer alemana que demandó al escritor, sin éxito en su afán legal, porque alegaba que Cien años de soledad estaba basado en su vida familiar, pues el entorno de Macondo era idéntico al de una aldea alemana de sus antepasados.
Después, la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) habló de la gran capacidad del llamado Gabo para fraternizar y recordó un concierto en el Auditorio Nacional (en donde ella fungió como directora general), en el que junto al autor de Los funerales de la mamá grande disfrutó de las canciones del español Joaquín Sabina.
Por su parte, la escritora mexicana Ángeles Mastretta evocó un viaje de matrimonios (ella con Héctor Aguilar Camín, y García Márquez con Mercedes Barcha) a Cartagena, en donde Don Premio (así le decía un habitante de esa ciudad colombiana a Gabo) no sólo se dejaba tomar fotos con quien quisiera, sino además prodigaba su encanto personal con quien se acercaba a pedirle una firma.
“Quién sabe qué mal quiso remediar la fortuna cuando puso a Gabo en el siglo XX. Leer a Gabo era volverse su amigo”, remató la autora de la novela Arráncame la vida.
Otros de los participantes, el narrador y guionista cubano Senel Paz, reconstruyó la época en que el autor de Crónica de una muerte anunciada asistió a Santiago de los Baños a impartir sus talleres de cine, en donde Gabo “hacía una especie de striptease pedagógico, pues se ‘desnudaba’, no se guardada nada bajo la manga, ningún secreto”, y les decía a sus alumnos que “olvidándose de la técnica (narrativa), escribirían mucho mejor”.
Pilar del Río, editora y viuda del portugués José Saramago, recordó la época en que su marido y Gabo discutían por horas, con la libertad que sólo se pueden dar las personas mayores de decir las palabras justas y enteras sin que uno u otro se lo tomara personal.
“Lo que había en sus conversaciones era libertad y respeto”, señaló Del Río.
Otros de los participantes fueron Jaime Abello Banfi, director general y cofundador de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI); el escritor colombiano Jorge Franco, autor de las novelas Rosario Tijeras y El mundo de afuera, que este año ganó el premio Alfaguara.