La más reciente actualización de la Lista Roja pone en evidencia que no basta con proteger una especie, hay que apostar por la protección de los ecosis-temas.
Después de que la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cumplió medio siglo, hay nuevos retos para las herramientas científicas de categorización.
Paola Mosig, del programa TRAFFIC de la WWF México, señala que la importancia de este inventario científico es fundamental para la protección de la vida en la tierra y los océanos, pues es una lista que intenta evaluar el estado de las especies de todos los países del mundo.
«Se convierte en una guía global para los esfuerzos de conservación, tanto de las ONG’s, como los del gobierno y la academia. «Es una herramienta muy útil, fundamental en la toma de decisiones», señala la ambientalista.
De las 76,199 especies evaluadas por este listado, 22 mil 413 presentan algún nivel de riesgo.
En la más reciente actualización del inventario llamó la atención el decremento de especies obtenidas del mar y utilizadas en la gastronomía asiática, como el atún rojo del pacífico y el pez globo chino, cuyas poblaciones se han ido mermando por la internacionalización de este tipo de comida y sus altos costos en el mercado.
Más allá de que estos animales compartan la cocina de lujosos restaurantes, este hecho refleja el descuido por grupos de especies en los que prevalecen prácticas nocivas de pesca y en los que se han mantenido programas de conservación poco funcionales a través de los años. Para la especialista uno de los principales retos de este documento científico es ampliarlo y enfocarse en grupos que hasta el momento se han dejado desatendidos, como el caso de los reptiles, de los que nuestro país posee una gran variedad.
Para Mosig, también hace falta más interés en inventariar especies de agua dulce, así como invertebrados y plantas como las cactáceas.
Otro de los retos es la actualización de la información, pues una ligera variantes del status de una especie puede resultar significativa para proteger a una especie.
La colaboradora de WWF señala que el porcentaje total de especies evaluadas que se conocen es del 4%, sin embargo en este universo representativo hay grupos más estudiados que otros, como los vertebrados, de los cuales se han estudiado 60% las especies conocidas.
«Dentro de este grupo, mamíferos y aves tiene un porcentaje de evaluación del 100%. En el caso de los primeros se considera que 22% están concentrados bajo alguna categoría de riesgo, mientras que en el caso de las aves, el porcentaje desciende a 13», comenta.
Para el doctor Alfredo Cuarón, de SACBÉ, Servicios Ambientales, Conservación Biológica y Educación A. C., uno de los alcances más importantes de la llamada Lista Roja es llamar la atención sobre especies que están en riesgo para poder canalizar más eficazmente los recursos siempre limitados en estas áreas.
«La mayor parte de los países tiene su propia lista de especies . México llego tarde, pero la tiene desde finales de los 70. La Norma Oficial Mexicana (NOM) 059 ha ido evolucionando gradualmente y se ha ido robusteciendo, pero entre sus deficiencias está la falta de compatibilidad con las iniciativas internacionales», dice el especialista.
Por su parte, Mosig señala que este tipo de inventarios son fundamentales para la focalización de esfuerzos. Sin embargo, países muy ricos en biodiversidad carecen de listas, como los países de Centroamérica, por lo que para estos países, a excepción de Guatemala, los resultados de la Lista Roja son en ocasiones la única directriz para concentrar sus esfuerzos conservacionistas. «En este sentido, México está muy avanzado en la evaluación de sus propias especies», apunta. De parte de la autoridad científica mexicana de las CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) le encargaron el año pasado a la WWF la elaboración de una lista de las especies sometidas a comercio en nuestro país, por lo que trataron de integrar los criterios tanto de la NOM 059, como de la Lista Roja, pues las amenazas se conciben de diferente forma a nivel global que regional pero ambos criterios son importantes. Mosig explica que especies vegetales co-mo la cactácea columnar conocida como saguaro o la llamada pata de elefante, de la familia de los agaves, aparecen en riesgo en la norma mexicana, pero no son consideradas en la lista roja.
«Otro ejemplo muy significativo es el jaguar, que en la lista roja no es considerado como especie amenazada a nivel global». Esto tiene que ver con los criterios de la Lista Roja en cuanto a población y territorio de las plantas y animales. Precisamente pa-ra lograr ampliar el rango de protección a una especie, actualmente se trabaja en la creación de nuevos están-dares, como la Lista Verde de Areas Protegidas y la Lista Roja de Ecosistemas.
En el reciente Congreso Mundial de Parques de la UICN 2014, en Sidney, Australia, se subrayó la importancia de incrementar el número de áreas protegidas pero asegurando que realmente funcionen como tales, ya que muchas de las especies en riesgo continúan sus cifras a la baja en estos microcosmos de aparente protección.
Actualmente más de 200 mil áreas protegidas cubren alrededor de 15% de la tierra y 3% de los océanos. La meta para el 2020 es proteger el 17% de la superficie terrestre y 10% de los océanos.
La Lista Roja de Ecosistemas planea evidenciar los ecosistemas amenazados a nivel mundial. La idea es generar un listado más integral que no sólo se enfoque en una especie, sino en toda la vida que se genera en torno a ella.
Las herramientas científicas para evaluar el riesgo con mayor precisión, como la pérdida de superficie, cambios ecosistémicos mayores y evidencias de degradación permitirán definir si un ecosistema presenta un riesgo inminente, si está en peligro o si hay riesgo crítico.
Con el apoyo de diversas instancias, desde hace dos años se empezó a realizar la lista de ecosistemas en los distintos continentes. La fundación Gordon y Betty Moore ha apoyado el proceso en América. Dos de los casos de estudio identificados en una primera instancia son los sistemas coralinos del Caribe y los bosques caducifolios en las tierras bajas del norte de Venezuela. El proceso a nivel global se espera que se concluya en el 2025.
El doctor Alfredo Cuaron señala que esta lista apenas se está constituyendo por lo que la etapa que atraviesa es ir estableciendo la forma precisa en que se medirán los sistemas que están en riesgo, logrando una uniformidad de parámetros.
«Lo importante es que haya un proceso sistemático, objetivo y transparente, sustentado en métodos científicos robustos».
«Creo que es necesario que cualquier país tenga tres tipos de listados. Uno muy sistematizado, otro que establezca las especies y ecosistemas prioritarios, y por último uno basado en la normatividad, donde se muestren las restricciones y reglas de manera muy puntual. Lamentablemente en nuestro país están fusionadas las tres opciones en una lista y esto la hace más débil».
Para la activista de WWF el inventario de ecosistemas, será tan útil como el de especies y tendrán que retroalimentarse. En este sentido, señala que uno de los ecosistemas a considerarse en nuestro país es el bosque mesófilo de montaña, también conocido como bosque de niebla, donde habitan muchos seres vivos poco estudiados e identificados. «Un gran reto de la UICN es poder abarcar más especies porque aún cuentan con un porcentaje mínimo de las existentes». Para los especialistas ampliar los listados de especies a todas las áreas que los sustentan representa el futuro de las herramientas de análisis científico y la protección integral del planeta.