La Jazz at Lincoln Center Orchestra dio una clase magistral en el DF

En el mundo hay muchos músicos, pero la discriminación y la maldad nos hace pensar que hay algunos mejores, quienes lo hacen muy bien y eso nos quita la responsabilidad de hacerlo nosotros mismos”, aseguró ayer uno de los instrumentistas titulares de la Jazz at Lincoln Center Orchestra.
Lo anterior, al término del ensayo que ese ensamble realizó en la sala principal del Palacio de Bellas Artes con miras a sus presentaciones anoche y hoy en ese foro, con la participación del trompe-tista Wynton Marsalis.
Pero la cuestión, añadió el músico, “es que todo en la vi-da requiere de trabajo, dedicación y honestidad, sólo así se puede llegar a tocar como el público”, dijo y ante el elogio de un joven estudiante, el artista del jazz respondió que “esta muestra de admiración, que es producto de muchas horas de trabajo, justifica lo que hago”.
A la pregunta de otro estudiante mexicano evidentemente entusiasmado, otro de los integrantes de la agrupación neoyorquina respondió que en esta materia “no se trata de lo fácil o difícil que es tocar; para ser bueno o malo en el mundo del jazz, todo depende del tiempo que cada quien tarda en familiarizarse con los demás miembros del grupo, banda u orquesta”.
De ahí se desprendió lo que para el grueso de los artistas que anoche tocaron en Bellas Artes, en el programa Jazz at Lincoln Center Orchestra with Wynton Marsalis, debe ser una constante: “Debemos mantener una adecuada comunicación con todos y cada uno de los compañeros para lograr hacer, en conjunto, música de calidad”.
Explicó lo anterior al señalar que la música es un idioma y, “como en todas las diferentes lenguas del mundo, mientras mejor sabemos expresarnos, mejor podemos comunicarnos y eso aterriza en una mejor charla. En la música es lo mismo, mientras cada músico sepa tocar su instrumento y entienda a los demás, la comunicación se hace”.
Un tercer elemento de la orquesta pidió el micrófono para mencionar que “todos tenemos algo de blues dentro de nosotros mismos, y es la música la que nos ayuda a sacarlo y a desprendernos de él para ofrecerlo y compartirlo con los demás”, por eso, subrayó, “es muy importante no quedar atrapado en la idea de etiquetar a la música”. El jazz, advirtió sin embargo, “debe tener la sugerencia del swing, el elemento del blues y la sorpresa de la improvisación en todos sus acentos y matices; el resto es inspiración, la cual podemos encontrar de muchas maneras y en muchos lugares, en la gente, en las obras de arte de un museo, en fin, a cada paso podemos hallarla”.
Lo difícil, puso en relieve, “es tener la capacidad de poder transformar esa inspiración en música”, enseñanza que quedó grabada en la mente de los jóvenes estudiantes.