Joaquin Phoenix es un hombre en búsqueda permanente. Tanto, que los directores que trabajan con él deben embridar esa intensidad, como le sucedió a Paul Thomas Anderson en el rodaje de su más reciente película, Inherent Vice: «¿Joa-quin, podrías tan solo entrar en la habitación, cerrar la puerta y ya está?».
La anécdota, que el actor evoca en una entrevista refleja bien el carácter obsesivo, metódico y perfeccionista de una de las personalidades más singulares de Holly- wood, que siempre logra dotar a sus personajes de una turbulenta intimidad. Su encarnación del detective privado Doc Sportello en la última película de Anderson se aleja algo de esas naturalezas torturadas con las que se le identifica (Gladiator, Walk The Line yThe Master), pero conserva su toque distintivo.
«Siempre estaba buscando, intentando encontrar algo qué hacer. Pero a veces se trata simplemente de salir ante la cámara, meterse en un coche y punto», dijo el actor, quien recordó que Anderson no es un director que deje mucho a la improvisación.
Por eso, cuando Phoenix -amable a veces, franco siempre- llega a una conclusión sobre una escena y piensa «ya lo tengo», rápidamente se da cuenta de que es una idea terrible, «porque entonces le estás diciendo a la audiencia lo que tiene que sentir, le es-tás vendiendo una idea». «Odio esas actuaciones cuando veo al actor detrás del personaje, en plan ‘ya ves de qué va esto, estamos haciendo una comedia’. ¡No quiero conocer su jodida opinión!.
Esa es mi concepción de la interpretación», señaló.
po. Lo quiero tanto que quiero hacerlo todo el tiempo», reflexionó.
Un tipo intenso, Joaquin Phoenix, tan intenso como la mirada algo torva e inquietante que dedica a su interlocutor, la misma con la que recita sus líneas o se despide de súbito.