Este 7 de junio se elegirá a los nuevos miembros de la Cámara de Diputados y las mujeres buscarán romper esas barreras que las han mantenido en un espacio limitado durante más de 10 años. Actualmente sólo 187 de las 500 curules están ocupadas por una mexicana, cifra que es la más alta desde que se integraron a las filas de la Cámara Baja.
Aunque 51% del padrón electoral es representado por el sexo femenino, su participación en las votaciones no es similar a sus oportunidades para ser votadas. Desde 2002 se han estipulado diversas cuotas de género en los partidos con el objetivo de lograr una proporción más igualitaria, pero estos esfuerzos se han quedado cortos en comparación con el reto que es la inclusión de las mujeres en la política de México.
Un claro ejemplo fueron las elecciones de 2012. El entonces Instituto Federal Electoral (IFE) tuvo que regresar todas las listas de candidatos a los partidos por no cumplir con la cuota de género que se les había marcado. Nueva Alianza (Panal) fue el único que acató la normativa impuesta.
Este año podría ser un parteaguas para las mujeres que buscan ocupar un lugar en San Lázaro. A inicios de 2014 fue aprobada la propuesta del Ejecutivo federal para que 50% de las candidaturas y sus suplentes a diputaciones federales y senadurías de todos los partidos políticos sean mujeres.
Es la primera vez que la propia ley equilibra la situación. Hasta 2013, la legislación mexicana determinaba que 60% de las candidaturas debían ser de un género y el resto de otro; esta división nunca había beneficiado al género femenino. El partido que no cumpla corre el riesgo de perder su registro y quedar fuera de las elecciones.
Con esta reforma se busca evitar el fenómeno conocido como las juanitas, en el que los partidos políticos sólo cumplen con cuotas de género al momento de las candidaturas, pero después las legisladoras se hacen a un lado para dejarle el puesto a un varón.
Esta práctica no es nueva; en las elecciones intermedias de 2009, ocho diputadas de la LXI Legislatura pidieron licencia para dejar el cargo a sus suplentes hombres.
De acuerdo con la diputada Rocío García Olmedo, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) e integrante de la Comisión de Equidad y Género, aún hace falta una mayor representatividad de las mujeres en el Congreso. El principal objetivo es lograr que “en la Cámara existan 250 hombres y 250 mujeres,” afirma.
La situación en la Cámara de Senadores no es muy diferente. Actualmente sólo 30% son mujeres. Menos de 50 mexicanas fueron elegidas para una senaduría en 2012.
El panorama no cambia en ámbitos más especializados. Sólo dos de cada 10 comisiones en la Cámara de Diputados están presididas por una mujer; en el Senado se presenta la misma situación.
Aunque las cifras no son tan alentadoras como se esperaría, las barreras a las que se enfrentaban las mujeres en los años 90 para tomar un lugar en algunas de las Cámaras era peor. Sólo 44 de las 499 curules que tenía la Cámara de Diputados, entre 1991 y 1994, eran ocupadas por una persona del sexo femenino y de los 64 puestos para senadores sólo dos pertenecían a una mujer.
Partidos lejos de ser igualitarios
Desde los años 80 a la fecha sólo han existido cinco candidatas a la Presidencia de la República. El Partido Acción Nacional (PAN) apostó todas sus cartas a Josefina Vázquez Mota en 2012, pero pareciera que internamente no concuerdan con ese tipo de política. Sólo tres de cada 10 diputados que forman la bancada del PAN en la actual Legislatura son mujeres, posicionándose con el porcentaje más bajo en cuanto a representación del poder femenino en la Cámara.
Incluso el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se ha caracterizado por apoyar temas de inclusión como la despenalización del aborto y matrimonios entre personas del mismo sexo, no ha tenido el mismo interés en fomentar una mayor presencia femenina dentro de sus filas. De sus 101 espacios en la Cámara, sólo ha destinado 37 a mujeres.
Ninguna de las tres principales fuerzas políticas de México (PRI, PAN y PRD) ha logrado incluir dentro de sus representantes a más de 100 mujeres. El PRI apenas cuenta con 82 diputadas federales, dentro de sus 213 espacios.
El Panal únicamente cuenta con 10 elementos en la LXII Legislatura, pero 50% sus miembros sí son mujeres.
En el Senado las posiciones cambian poco. El PRD se posiciona como el partido con menos representación del género femenino. Apenas seis de sus 22 lugares están ocupados por una mujer. El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el PAN se encuentran en segundo y tercer lugar, respectivamente, al tener una representación femenina de 30%.
Para García Olmedo es necesario que la voz del sexo femenino sea escuchada, tanto en el gobierno federal como en el estatal. Más allá del tema de igualdad en el trabajo, esta petición existe con el objetivo de crear mejores estándares de vida para el resto de las mexicanas, “la visión de las mujeres hacia diferentes problemáticas es distinta a la que tienen los varones, y se requiere para solucionar varios temas importantes. Por ejemplo, en materia de salud se asignaron recursos no sólo para la atención, sino también para la investigación del cáncer de ovario entre las mujeres,” afirma la diputada.
Municipios nulifican el poder femenino
El dicho de que México es un país gobernado por hombres sigue teniendo peso en muchas zonas del país, principalmente en los municipios de la República. De acuerdo con las estadísticas del Censo Nacional de Gobierno Municipales y Delegacionales 2013, publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sólo 6% de los puestos de presidentes municipales están ocupados por mujeres.
En 22 de los estados de la República Mexicana el género femenino no llega a tener ni siquiera 10% de representación en las presidencias municipales. Baja California es el ejemplo más claro, donde el cargo está ocupado al 100% por hombres, al igual que en Tabasco.
En posición contraria se encuentran Colima, Sonora, Baja California y Querétaro. Dos de cada 10 presidentes municipales de estas zonas son del género femenino.
De acuerdo con la diputada Olmedo, es necesario que reformas como la aprobada en enero de 2014 sobre el tema de paridad a nivel federal también se vayan a los ámbitos locales y así ampliar la incursión de las mujeres en la política.
Aunque reconoce que el gobierno está haciendo esfuerzos por lograr esta inclusión, el principal problema al que se enfrentan son las viejas costumbres que existen en la mayoría de las fuerzas políticas. Los partidos sólo cumplen con la cuota de género, pero no crean las condiciones necesarias para tener presencia femenina dentro de sus filas. Una de las muestras es lo que ocurre en las elecciones, “sí se impulsan candidaturas de mujeres, pero normalmente se hace en distritos perdidos o complicados. No importa que una mujer pierda”, afirma la diputada priísta.
México se queda corto a nivel internacional
Aunque México ha tenido diferentes avances para crear una sociedad igualitaria en cuestión de género, aún hay un rezago importante en oportunidades para llegar a cargos públicos en el gobierno. Así lo ve el Foro Económico Mundial en su Índice Global de Brecha de Género 2014.
Este indicador mide las condiciones de cada país para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres. La calificación más alta es 1.000 y significaría que en ese lugar hay una perfecta paridad de género. México obtuvo 0.6900 puntos, quedándose en el lugar 80 de 142 países. De 2013 a 2014 el país cayó 12 lugares en esta lista, y la razón fue por los pocos espacios ocupados por mujeres al frente de secretarías o instituciones gubernamentales similares. Esto dejó a México por debajo de países como Cuba y Argentina.