Vitiligo en niños y adolescentes

La apariencia personal es fundamental para la interacción de los menores de edad con su entorno; por ello, enfermedades como el vitiligo, que modifica el color de la piel, requieren atención médica temprana para no interferir en este proceso de integración social.
¿Ha pensado en la importancia que la niñez y la adolescencia tienen para el ser humano? Si no lo ha hecho, tome en cuenta que es en estas etapas cuando se adquieren las habilidades y conocimientos básicos que nos permiten llevar a cabo todo tipo de actividades, y que para ello es indispensable la creación de lazos sociales con chicos de la misma edad, además de profesores, familiares y vecinos.
La apariencia personal adquiere especial importancia durante este proceso debido a que contribuye a definir la identidad y la personalidad. Esto es así porque los menores de edad suelen “verse a través de los ojos de sus compañeros” y su autoes-tima puede sentirse estimulada o disminuida ante seña-lamientos a favor o en contra de su aspecto físico, ropa o conducta, pues son tomados muy en serio.
Desde esta perspectiva no es exagerado pensar que el vitiligo, enfermedad caracterizada por la aparición de manchas blancas e irregulares debido a la destrucción de células que producen el pigmento que da color a la piel (melanina), afecte en ocasiones la capacidad de los chicos para vincularse con otras personas, ocasionando timidez o miedo al rechazo.
No obstante, debemos mencionar que aunque es cierto que hasta hace algunos años eran pocos los recursos que se tenían para tratar estos casos con éxito, en la actualidad se han desarrollado terapias efectivas que combinan especialidades médicas y psicológicas y gracias a ellas es viable conseguir una mejoría notable del aspecto de la piel y de la actitud con que los chicos enfrentan su condición.
Problema común
Las estadísticas mundiales indican que el vitíligo afecta a entre 1 y 2 de cada 100 personas y que es particularmente común durante las primeras décadas de vida, ya que se estima que 50% de todos los casos inician antes de los 20 años de edad, mientras que 14% lo hacen antes de los 10 años. Asimismo, algunos estudios señalan que este problema de la piel podría presentarse en 2.6% de los niños de la Ciudad de México. Todavía no se sabe con precisión qué causa la desaparición de los melano-citos (células productoras de pigmento), aunque existen cuatro teorías al respecto:
Inmunológica. Se basa en el hallazgo de que el sistema de defensas del organismo puede atacar por error a los melanocitos, pues los confunde con agentes invasores. Psicosomática. Estrés y emociones intensas afectan la formación de hormonas que estimulan a las células que producen pigmento.
Genética. Desde hace tiempo se ha visto una relación hereditaria, aunque sólo 20% de los pacientes con vitiligo tienen un familiar con el mismo padecimiento.
Neurovegetativa. Se apoya en la evidencia de que ciertas sustancias que el cerebro utiliza para intercambiar información (neurotransmiso-res) alteran la producción de melanina.
Sabemos que el vitiligo no es una enfermedad que ponga en peligro la vida, pero puede tener efectos negativos en los ámbitos psicológico y emocional.
En efecto, tanto en la práctica médica como en investigaciones con grupos de pacientes se ha documentado que el cambio en la apariencia de la piel puede afectar el curso de las relaciones sociales.
En aquellos casos donde no se recibe tratamiento oportuno es frecuente que los chicos se sientan rechazados o señalados, sobre todo si las manchas blancas se producen en zonas visibles del cuerpo, como cara, piernas o manos.
Por ello, pueden surgir sentimientos de incompatibilidad o tristeza que, aunque no tienen fundamento en sus cualidades y valor como ser humano, pueden desencadenar ansiedad y estrés, lo cual agrava el problema.
Cabe recordar que en edades tempranas se producen cambios fundamentales en los que las relaciones con otras personas son pieza clave. En la infancia, por ejemplo:
El niño comienza la inserción social más allá de la familia, incorporándose al mundo exterior y comenzando a superar el miedo a la independencia.
El principal medio para lograr este objetivo es la escuela, donde el chico busca un sentimiento de pertenencia y de aceptación de los otros mediante la interacción con sus compañeros.
Gracias a la convivencia aprende a expresar sus sentimientos, empieza a preocuparse por los demás y constata el valor de ser productivo y perseverante en sus tareas.
Asimismo, durante la adolescencia:
Los cambios físicos y el desarrollo de los caracteres sexuales hacen que los chicos tengan la necesidad de reafirmar su identidad y su relación con el entorno.
Se da especial importancia al aspecto externo y a la piel como órgano de relación; incluso se imita la imagen de otras personas y se adoptan estereotipos. Ocurren ena-moramientos intensos y el deseo de agradar a las personas que se consideran atractivas. Inicia la incorporación al mundo adulto, para lo cual es indispensable la convivencia con un grupo de compañeros de la misma edad que sirve como “zona intermedia” entre la protección de la familia y las exigencias de la sociedad.