El Museo del Barrio de Nueva York inauguró este martes una magna exposición dedicada a la obra del fotógrafo mexicano Gabriel Figueroa, cuyas imágenes tanto fílmicas como fijas constituyen parte funda-cional de la iconografía mexicana del siglo XX.
“Bajo el cielo mexicano: Gabriel Figueroa, arte y cine” transforma hasta el 27 de junio el espacio completo del Museo del Barrio en “una sala de espejos expresionista”, donde se proyectan fragmentos de filmes y se muestran imágenes fijas y pinturas influidas por el fotógrafo.
Esta exposición significa la primera de un cambio de programación en el Museo del Barrio, el más antiguo museo de arte latinoamericano en Estados Unidos, para incluir también cine, diseño, moda y arquitectura, entre otras artes”, dijo Jorge Daniel Veneciano, director ejecutivo de la institución.
Organizada por Fundación Televisa, la muestra ha sido montada en varias versiones en distintas ciudades de México y, entre septiembre de 2013 y febrero de 2014, en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (LACMA).
Alfonso Morales, curador de la muestra, explicó que la importancia de Figueroa (1907-1997) radica en que logró llevar el mundo del cine el imaginario construido, tanto por cineastas como Emilio “El Indio” Fernández, como por muralistas y artistas plásticos de la época posrevolu-cionaria.
La obra de Figueroa refleja no sólo su talento específico como creador de imágenes, sino cómo estás dialogan con otras imágenes.
Y en ese sentido ayudó a construir un imaginario que me parece que sigue vigente luego de tantos años, y que es parte del inconsciente colectivo de los mexicanos”, dijo Morales.
Al artista nacido en la Ciudad de México le ayudó una prolífica obra, que incluyó su participación en más de 300 películas, tanto en su país natal como en Hollywood, durante una trayectoria que abarcó también las fotos fijas y que se extendió desde mediados de la década de 1930 hasta los 80.
La obra del fotógrafo “demuestra la capacidad del cine de construir comunidad a través de las imágenes en movimiento, de proponer una visión heroica, trágica y épica del pasado nacional, que pudo haber tenido inexactitudes históricas, pero que en términos poéticos fue muy influyente”, afirmó el curador.
La relevancia de Figueroa fue tal que incluso Diego Rivera, otro de los creadores de una iconografía fundamental del siglo XX en México, calificó al fotógrafo como el “cuarto muralista” (junto con David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y el propio Rivera) y como “un muralista ambulante”.
Morales señaló que aunque el imaginario creado por artistas posrevolucionarios se ha convertido en buena medida en un estereotipo de “lo mexicano”, en atractivo para turistas y en una caricatura que no coincide con la realidad, resulta necesario comprenderlo para, en todo caso, trascenderlo.
La obra de Figueroa es ahora “una carga y un legado”, apuntó Morales, pero más que eso “es también una herencia”, que representa no sólo la construcción de un estilo de hacer cine, sino “en cierto sentido una manera de inventar al país”.