La experiencia sicosonora de la polifacética Björk llegó ayer a Nueva York bajo el abrigo del Museo de Arte Moderno (MoMA), recinto que dedica una retrospectiva a la cantante islandesa “por su valentía al experimentar con la música y con el arte” durante más de veinte años.
“Björk es una de las artistas más innovadoras de su generación”, subrayó el comisario de la exposición, Klaus Biesenbach, durante la presentación a la prensa en la que apareció por sorpresa la intérprete.
“Ella es música, pero cuando colabora, siempre fuerza los límites de los artistas. Está acostumbrada a explorar territorios a los que el resto acabamos de llegar, no sólo artística sino tecnológicamente”, añadió.
La retrospectiva, resultado de la colaboración entre Björk y el comisario, presenta una cronología de sonidos, videos, objetos, instrumentos, trajes e imágenes para sumergirse en el particular mundo de la soprano.
La pieza estrella es Black Lake, un videoclip experimental de diez minutos que formará parte de su nuevo álbum, Vulnicura, y que rodó el joven cineasta Andrew Thomas Huang el pasado verano en una cueva volcánica de Islandia, un recóndito lugar que se convierte en su mejor camuflaje.
“Ella compuso, cantó y arregló Black Lake para el MoMA. La filmamos en una cueva, cantando, haciendo playback, con su vestido de cobre… Se recrea un efecto sonoro de una cueva, no sólo el efecto físico”, explicó Biesenbach sobre el video, que se expone en una sala del museo que emula una gruta volcánica.
En medio de este particular espacio es donde se dejó ver ayer de forma inesperada Björk, quien, camuflada con un velo negro que le cubría el rostro y con cuernos en la cabeza, agradeció a Biesenbach que la hubiese convencido para realizar una retrospectiva que en un principio veía con escepticismo.
“Ha sido un viaje increíble, íntimo, generoso y fructífero”, resaltó la cantante de Human Behaviour, antes de abandonar el recinto rápidamente.
La muestra es una experiencia visual muy visceral que, aunque tenga el propósito de rendir un homenaje musical, también “exhibe la música como una obra de arte a la que el espectador se enfrenta cara a cara, no desde una perspectiva documental”, según el comisario.
Las humanoides que usó en el video de All is full of love (1997), una escultura que recuerda la portada de su primer álbum, Debut (1993), o las coloridas marionetas de Wanderlust (2008) son algunos de los objetos por los que recorre el último homenaje musical del MoMA.
“Es como una radio tocando un musical que sigue a una biografía ficticia. No es, además, tan ficticia, pues es una persona que cuenta a través de las canciones”, agregó.
De esta manera, la forma de narrar una biografía se vuelve una vivencia empírica sonora para el visitante, y el MoMA incluso invita a los niños a participar mediante tablets que activan los instrumentos personalizados que Björk popularizó en Biophilia (2011).
Tampoco faltó el vestido diseñado por Valentino en forma de cisne que llevó a la gala de los Oscar en 2001, que despertó tanto pasiones como críticas y que fue votado en 2008 como el más icónico vestido de alfombra roja de todos los tiempos por el Daily Telegraph.
La exposición se abrirá al público el domingo próximo y se podrá contemplar hasta el próximo 7 de junio.