Sin lujos, el que fuera último hogar de «La Tuta»

La casa habitación en la que fue capturado el narcotraficante más buscado en los últimos tiempos, Servando Gómez Martínez, ’La Tuta’, es una vivienda discreta, casi abandonada, enclavada en una colonia popular de la zona conurbana de la ciudad de Morelia, donde últimamente la violencia y el miedo se habían apoderado de sus habitantes.
Un Diario de circulación nacional recorrió el interior de la casa de dos plantas, ubicada en la calle Fidencio Juárez Mejía, número 49, de la colonia Tenencia Morelos, para conocer el ambiente que rodeó a ‘El Profe’, antes de su arresto el viernes.
El gran portón de color blanco de la entrada principal fue forzado en la parte de abajo y presentaba un doblez que permitía la entrada del cuerpo de una persona adulta de tamaño medio.
A más de 24 horas de los hechos, la vivienda estaba sin custodia ni sellos de protección ministeriales.
En el interior de la vivienda que parecía en desuso, muebles recientes de estilo moderno acondicionaban sala, comedor y recámaras.
En la planta baja, junto al comedor, hay un cuarto con una cama y un pequeño clóset. Una maleta sin deshacer colocada sobre la cama, da cuenta de un visitante masculino, que además de sus pertenencias tenía un arma blanca y una pistola pequeña, de la cual quedó únicamente su funda.
El comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, señaló que la captura de ‘La Tuta’ se logró porque durante cuatro meses fue seguido, y su mensajero, que preparaba la fiesta de cumpleaños del capo, fue vigilado.
En la cocina de la vivienda de dos plantas en la que fue capturado, un pastel de chocolate y comida abundante esperaba en el interior del refrigerador. Arroz blanco y carne de cerdo con chile, que juntos son ingredientes de la morisqueta, un platillo típico de Tierra Caliente, estaban en el frigorífico.
En el fregadero de la cocina, una pila de platos sucios daban cuenta de que alguien había comido horas antes.
Además de periódicos, revistas, juegos de cartas de póquer y juguetes de niños, la casa donde presuntamente vivió sus últimos días de libertad Servando Gómez, no tenía mayores lujos.
Un recibo de luz de la vivienda, a nombre de Pablo Esteban Cerda Guzmán, indica que el propietario no era ‘La Tuta’. En internet este nombre indica que es un profesor de primaria, registrado en la Secretaría de Educación del gobierno de Michoacán.
Una colonia peligrosa
La Tenencia Morelos, donde se ubica el inmueble, es una zona conurbada de la ciudad de Morelia, que está a 20 minutos de distancia del centro de la ciudad.
Aquí la calma se perdió hace unos años, cuando aparecieron cabezas en el quiosco de la plaza que está en frente de las oficinas de la jefatura.
Un habitante relata que hubo un tiempo en que la gente no salía de sus casas después de las ocho de la noche: “Hace unos años se puso feo. Luego se tranquilizó otra vez, y dejaron de aparecer muertos en las calles, pero ahora la gente ha vuelto a tener miedo”.
En la víspera de Navidad de 2013, el jefe de la Tenencia Morelos, Roberto Carlos Vidales, un hombre de 55 años que era reconocido y muy apreciado en su comunidad, fue asesinado de 14 tiros a tres cuadras de su casa. A partir de ese momento, los habitantes decidieron omitir lo que no fuera de su incumbencia.
Por eso, ahora que se les pregunta sobre los movimientos de la casa, nadie identifica al propietario del inmueble, localizado a espaldas de la jefatura de Tenencia y cerca de la plaza principal.
En la planta alta hay tres recámaras. Una de ellas tiene colgada en el clóset ropa de mujer, la caja de una televisión de plasma de 40 pulgadas recién desempacada, un oso color rosa y varios controles de televisión y video.
En otra habitación, una litera y una cama individual, así como infinidad de juguetes regados, dan cuenta de que era un dormitorio dedicado a más de un niño. Al parecer ahí estuvieron los tres hijos que ‘La Tuta’ tuvo con María Antonieta Luna Ávalos, la joven con quien fue detenido.
La más pequeña de las habitaciones tiene una sola cama, ropa aventada, restos de comida y latas vacías de refresco, juegos de cartas, libros de superación personal y ropa de hombre colgada en los clósets.
Afuera de la casa, la gente cuchichea pero nadie da testimonio. El joven dependiente de la papelería que está justo al lado de la vivienda, evade hacer cualquier comentario, mientras su mirada se enfoca en una camioneta negra sin placas y los vidrios polarizados a medio bajar que pasa a vuelta de rueda, registrando todos los movimientos de la zona. Un vendedor de la zona recomienda a los reporteros: “Hay mucho ‘halcón’, yo les sugiero que se apuren y se vayan”.