Arqueólogos del INAH retoman túneles en la cantera de Copilco

Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han vuelto a explorar cuatro túneles en la cantera de Copilco, cavados hace un siglo en por Manuel Gamio, donde hay vestigios de un asentamiento prehispánico del Preclásico o Formativo Medio.
Luego de dos temporadas de trabajos, los especialistas encontraron la cimentación de una casa habitación y un contexto ritual asociado a un área de fosas cilíndricas de uso funerario o para almacenamiento.
Ello ha permitido establecer a Copilco como uno de los sitios más representativos del Formativo de la Cuenca de México.
Destacó el Instituto al dar a conocer los primeros resultados de su investigación en este sitio, cuyas primeras dos temporadas cerraron en 2014.
Los arqueólogos José Ignacio Sánchez Alaniz y Emma Marmolejo Morales, encargados del “Proyecto Copilco: un sitio arqueológico del Pedregal de San Ángel”, recordaron que en 1917, a Manuel Gamio le interesaba afinar la cronología del Valle de México.
Fungía entonces como director de Estudios Arqueológicos y Etnográficos, dependencia del Ministerio de Agricultura y Fomento.
Y sabía que en las canteras del Pedregal de San Ángel y Coyoacán se habían detectado, debajo de la lava, elementos de ocupación prehispánica, por lo cual solicitó permiso para excavar.
Así, se exploraron cuatro túneles de diferente extensión (medían entre 1.5-1.75 metros de altura y 2-2.5 metros de ancho).
El 11 de agosto de 1917 comenzaron las excavaciones y concluyeron al año siguiente.
Entre los hallazgos se pueden citar entierros de adultos y niños en fosas cilíndricas (llamadas troncocónicas), cimientos de casas, cerámica, metates, navajas, puntas de obsidiana, esculturas y otros objetos. Además, se analizaron los diferentes estratos para precisar los eventos geológicos que sellaron el sitio.
Del 11 de marzo al 12 de abril de 1924, por sugerencia de Manuel Gamio, el arqueólogo estadounidense Alfred Kroeber dirigió nuevas excavaciones en tres túneles más.
Realizó algunas calas y estableció una tipología cerámica, confirmando la existencia de un contexto cultural del Arcaico o Preclásico.
Que quedó sepultado por la lava cuando hizo erupción el Xitle, entre los años 627 ± 30 a.C.
Esa investigación hoy continúa a cargo de especialistas del INAH, quienes avanzan en los estudios sobre esta aldea del Preclásico. José Ignacio Sánchez Alaniz expresó que en la temporada recién concluida implementaron labores de limpieza, establecieron dos frentes de excavación en los túneles 3-4 y 4, de mayor potencialidad arqueológica, e hicieron estudios de estratigrafía, que les permitió identificar dos capas de ceniza: una de cuatro o cinco centímetros de grosor y otra de 20 o 30, que cayeron antes de la erupción del Xitle.
Luego de esos estratos, en una capa negra se detectó mayor concentración de actividad humana, lo cual, explicó, indica que los habitantes estuvieron muy ligados a fenómenos vulcanológicos, pero nunca abandonaron el sitio hasta que ocurrió la gran erupción, a finales del Preclásico.
Aunado a los estudios estratigráficos que permiten ver la secuencia de elementos culturales y naturales, se hizo un nuevo levantamiento topográfico con estación total y se empleó un georradar para dilucidar sectores susceptibles de explorar.
María del Carmen Solanes, colaboradora del proyecto en el que también participan Efraín Flores y Margarita Treviño, del INAH, señaló que Copilco fue de los primeros sitios donde Gamio trabajó con una técnica estratigráfica.
Añadió que en uno de los frentes de excavación, de tres metros de largo, se encontró una alineación de cantos rodados, que al retirarlos dejaron al descubierto un elemento arquitectónico que puede corresponder a la cimentación de una casa habitación. Allí mismo se halló cerámica, fragmentos de una olla, una figurilla y la huella de un poste, con la que se sostenían techos de viviendas.
En otro frente de excavación apareció una figurilla antropomorfa, lítica tallada, el fragmento de un resto óseo y materiales cerámicos, lo cual alude a un contexto ritual asociado, probablemente, al área de troncocónicas (fosas cilíndricas cavadas en el subsuelo para depositar a los muertos o almacenar productos).
Copilco estuvo enclavado en un lugar estratégico, cerca de ríos, lagos, prácticamente en el pie de monte, y con muchos recursos para subsistir”, dijo Sánchez Alaniz.
De acuerdo con las evidencias, expresó, Copilco fue una compleja y dinámica aldea, cuyos pobladores depositaban a sus muertos en lugares cercanos o debajo de sus casas, que cubrían con piedras de cantos rodados y acompañados de ofrendas compuestas por objetos de cerámica que colocaban debajo del cráneo y de la boca, y artefactos de lítica.
Emma Marmolejo recordó, por su parte, que después de la erupción del Xitle aparecieron restos de ofrendas de origen mexica y algunos entierros en oquedades dejadas por la lava, a manera de culto a deidades como Huehuetéotl, dios del fuego.