El espiritismo de Madero

La nuestra, la historia de México, es un libro dramático y doloroso. La conquista llega a extremos de brutalidad y es sin duda uno de los grandes genocidios de la humanidad: una cultura, la azteca, es totalmente borrada. La colonia es un triste proyecto de nacionalidad donde para crear el mestizaje hay que echar fuego y sangre sobre las antiguas creencias y la cultura anterior, una civilización nueva surge sobre las cenizas de la anterior. Y qué decir del México independiente, todas sus figuras son trágicas y los sucesos atroces. Invasiones, guerras internas, humillaciones, figuras demenciales, pero entre todo ese mar de aguas sin control, hay seres legendarios, por encima de todos está Benito Juárez. No habrá gobierno, por reaccionario que sea, como el de Fox, capaz de sepultar su titánica personalidad y su obra descomunal.
Con Porfirio Díaz convertido en villano histórico, surge Francisco I. Madero. Un hombre acomodado, bien conocido por los productos vitivinícolas de su familia, frívolo e incapaz de hazaña alguna. De pronto hace el camino inverso del general Díaz: se transforma en héroe. ¿Cómo fue tal proceso prodigioso, cómo entra en las mejores páginas de la historia nacional ese hombre de apariencia modesta y tímida? La mejor explicación está en el libro Cuadernos espíritas de Madero.
El espiritismo a México llegó tarde y de modo restringido sin duda a causa del fanatismo católico y del poder de la Iglesia. Sin embargo, llegó en el momento preciso, cuando más le dolería al conservadurismo y a la tiranía de Porfirio Díaz, hasta don Francisco I. Madero.
Madero abraza con entusiasmo el espiritismo, lo hace suyo, en lo sucesivo, serán una sola entidad. Gradualmente se convierte en experto, un médium perfecto debido a su sensibilidad y a la firmeza de sus creencias. El libro mencionado lo explica bien. Aquí están las comunicaciones espíritas de Madero de 1901 a 1908, documentos que habían permanecido prácticamente desconocidos a causa de los pruritos religiosos de sus descendientes y al acartonamiento de la historia oficial. Ahora sabemos que Madero estaba especialmente dotado para ser espiritista. Cito al propio héroe: “Después seguí desarrollando mi facultad, al grado de escribir con gran facilidad. Las comunicaciones que recibía eran sobre cuestiones filosóficas y morales, y siempre eran tratadas todas ellas con gran competencia y con belleza de lenguaje que me sorprendía y sorprendía a todos los que conocían mis escasas dotes literarias. Estas comunicaciones me hicieron comprender a fondo la filosofía espírita, y sobre todo su parte moral, y como en lo íntimo me hablaban con claridad los invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas. Para mí no cabe duda que la transformación moral que he sufrido la debo a la mediumnidad, y por ese motivo creo que ésta es altamente moralizadora”.
En esas sesiones fantásticas y desmesuradas (que tal vez podrían ser un anticipo de la escritura automática de los surrealistas), Madero trabó contacto con dos espíritus: Raúl, su hermano fallecido de niño, y José, quien fue sustantivo en su vida y, por extraña coincidencia, en la del país. Madero fue lanzado a una lucha política y moral que transformaría a la nación en su conjunto, que la sacudiría de principio a fin, de extremo a extremo. De esta manera, siempre guiado por espíritus redactó un libro que fue fundamental en México, La sucesión presidencial, y más adelante el Plan de San Luis fue perseguido por la dictadura y lo hizo un gran rebelde, tenaz y bondadoso, pero capaz de levantar a un pueblo en armas y realizar una gesta soberbia: la Revolución Mexicana, un movimiento cuya magnitud lo aterró y paralizó: una vez caído el dictador supuso que México sería otro, sin considerar que la estructura política y económica, y en especial militar, quedaban intactas cuando deberían ser destruidas.
Sabemos bien qué ocurrió: Entre Huerta y Henry Lane Wilson, el embajador norteamericano, y una turba de miserables traidores acabaron con su vida de la peor forma, la de él y la del vicepresidente José María Pino Suárez y otros patriotas. El crimen provocó la furia de las mayores fuerzas que su llamado había hecho nacer: Villa, Zapata, Carranza y Obregón demolieron al ejército federal y acabaron con la estructura que consolidó Díaz en treinta años, eliminaron injusticias y barreras, México avanzó, luego de la lucha de facciones y la Constitución de 1917.

Madero no sólo supo darle a México un respiro libertario, su misma gestión presidencial si bien fue efímera, consiguió mostrarle al país lo que eran la democracia y la ausencia de tiranía. Pero la respuesta que tuvo fue brutal y nunca, por desgracia, hubo un espíritu agudo que previera el destino de Madero, el elegido sería abandonado a la peor de las suertes, a la humillación y a la muerte.