Abuchean a tenor por tener voz débil en El elíxir de amor

Algunos abucheos ensombrecieron la presentación de anoche de la ópera L’elisir d’amore (El elíxir de amor), que se llevó a cabo en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, justo cuando el tenor Víctor Hernández –que interpretó a Nemorino– inclinó el cuerpo para recibir los aplausos. Otros optaron por el silencio.
La reacción estuvo justificada, porque a lo largo de toda la función la voz del tenor le quedó chica al máximo escenario de la ópera en México. Sin embargo, la observación fue mucho más clara durante la interpretación que hizo del aria Una furtiva lágrima.
La cual ha sido cotizada muy alto por grandes figuras de la ópera, como Enrico Caruso, Luciano Pavarotti o Rolando Villazón.
“Esperaba mucho más del tenor… pero todo quedó en un susurro, como si la sala se lo hubiera comido”, comentó Dulce Olivares, asistente a la función que tuvo una duración de dos horas y diez minutos. Sin embargo, la presencia de la soprano Patricia Santos (Adina) salvó los altibajos de la función que, en ocasiones, entumeció la cabeza de algunos críticos y algunos asistentes del público.
“Sí, la soprano muy bien, pero creo que al tenor le faltó más trabajo en la voz o a lo mejor con el tiempo irá mejorando para sonar fuerte; pensemos que es un papel muy exigente, pero le faltó hacerme vibrar”, completó Jorge Rico, otro de los asistentes.
De acuerdo con el programa de mano, Víctor Hernán-dez obtuvo el primer lugar en el Concurso de Canto Francisco Araiza y la beca del INBA en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, pero anoche no consiguió refrendar el título de joven promesa.
Catalogada como una ópera de amor y enredos en dos actos, L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti.
(1797-1848), concentró su atractivo en la parte cómica, encarnada con fortuna por el bajo Noé Colín (Dulcamara), el doctor charlatán que vendía un supuesto elíxir para obtener el amor.

Su actuación fue celebrada una y otra vez, con aplausos, aunque lo más atractivo del montaje fue la escenografía que, en palabras de César Piña, proviene de la adaptación realizada en 1940, la cual lució original y atractiva, al punto que los asistentes no dejaron de tomar fotografías con su teléfono celular.

El barítono también

Otro rol que careció de fortaleza en el escenario fue el del barítono Alberto Albarrán, quien interpretó al sargento Belcore, cuya voz quedó opacada una y otra vez por el coro y la orquesta del Teatro de Bellas Artes.

L’elisir d’amore sucede en un pueblo de la Toscana, a partir de una anécdota que se narra en Tristán e Isolda, historia que escucha Nemorino, el joven campesino que se enamora de Adina. Pero ella, al ser una joven de mayor posición, aspira al amor libre y es pretendida por el sargento Belcore, con quien decide casarse para burlarse de Nemorino.

Poco después, el charlatán Dulcamara lo convence de que puede beber un elíxir que atraerá el amor de todas las mujeres del pueblo. Pero esta historia se convierte en realidad cuando muere el abuelo del joven tenor, quien hereda sus pertenencias. Sin embargo, esta historia de entuertos culmina con el verdadero enamoramiento de Adina.

El estreno mundial de El elíxir de amor sucedió en el Teatro della Canobbiana de Milán, el 12 de mayo de 1832; su estreno en México fue en el Teatro Principal el 20 de septiembre de 1842 y, posteriormente, fue repuesta el 26 de agosto de 1944 en el Palacio de Bellas Artes.

En los próximos días se llevarán a cabo tres funciones más, bajo la dirección concertante de Juan Carlos Lomonaco, dirección escénica de César Piña y diseño e iluminación de Rafael Mendoza.