Metáforas plásticas; el cine como centro

Producir fuera del confort de un museo y arriesgar con lenguajes desconocidos llevó a Carlos Amorales (Cd. de México, 1970) a experimentar por primera vez el color en composiciones pictóricas abstractas la cuales pueden evocar atmósferas y, a la vez, liberarse de cualquier significado para ser vistas en su sentido más llano: collages.
Son pinturas en gran formato que juegan con la degradación del color a partir de cortes geométricos que Amorales entreteje como un rompecabezas para pensar sobre la posibilidad de crear paisajes a partir de la abstracción, y con ello debatir el prejuicio de que en el arte abstracto no hay contenido.
En este caso la serie de 11 pinturas, que se exhibirán en la galería Kurimanzutto con el título El esplendor geométrico, se convirtieron de manera simultánea en la escenografía de la tercera película del artista titulada El No-Me-Mires (2015) que se estrenará en la apertura de la muestra el próximo sábado.
Amorales explica en entrevista que las composiciones de color, si bien son obras autónomas, desembocaron en la película al encontrar en el cine una suerte de contenedor de todas sus artes; un espacio de producción libre donde confluye su interés por la gráfica, la música, la literatura e incluso el lenguaje, y cuya creación no depende de un entorno museístico.
“Es el cine un centro donde pongo todo; soy un artista que me interesan muchas cosas y si bien me podría definir tal vez desde la gráfica, porque es la gráfica esencialmente desde donde pienso, me interesa también el performance, la música, el cine, la literatura, y generalmente diversifico en proyectos distintos, un proyecto para cada disciplina.
“Pero entendí que el cine me permite meter todo junto, y me satisface mucho ver que volví a encontrar una relación más infantil, natural, con el arte, más creativa porque aquí (en el cine) puedo hacer lo que quiero”, afirma quien también produjo las películas Ámsterdam (2013) y El hombre que hizo todas las cosas prohibidas (2014).
Tanto las pinturas como el filme parten de un manifiesto sobre el cubismo ideológico creado por el mismo artista, que plantea la inexistencia de un solo trayecto, de una definición de pensamiento único, y más bien apela a una mezcla de conceptos, de modos de producción. Una libertad, pues, en la creación.
“Yo lo asocio con la sociedad porque ya no podemos plantarnos claramente en un lugar, y decir somos de derecha o izquierda, entonces el manifiesto propone una mezcla como un collage de ideas, donde se combinan intereses y desde el arte propone una emancipación del artista hacia el significado de la forma”.
A ello refiere cuando señala que las pinturas pueden evocar atmósferas o simplemente verse como una yuxtaposición de colores; para él son metáforas con distintas interpretaciones sin un mensaje específico, y así incita también al espectador a indagar en nuevas maneras de observar un cuadro, de leer el arte más allá de un significado
El proceso de producción, detalla, consistió en recortar formas geométricas de múltiples tonalidades para luego combinarlas, un poco a la manera del pintor ruso Kazimir Malevich.
Amorales tomó un juego de placas de color que encontró, literal, en una papelería con los que recortó moldes en papel para luego amplificarlos hasta obtener la escenografía.
Compendio personal
Interesado por la relación cercana entre la pintura y el cine, quien participó en la Bienal de Berlín 2014, en la Bienal Shanghai 2014 y Manifesta 2012 cuenta que la película, a diferencia de las dos primeras, tiene una estructura narrativa lineal a manera de un cuento que toma como eje el mito esquimal del hombre comerciante que una maldición le impide ser visible ante los europeos durante los trueques.
“Se articula como una historia lineal e inicia con un opiómano que fuma su pipa, y empieza a viajar y se encuentra como el sirviente de dos niños; ellos lo confrontan por el color de su piel, entonces él les platica el cuento esquimal, que es como el mito de la Malinche.
Así una escena te lleva a otra, como un relato”, detalla de la película en la que participan sus hijos, Lorenzo y Clemente, y el actor Philippe Eustachon, también protagonista de sus dos producciones anteriores.
A pesar de la secuencia lineal, Amorales considera que en la película, de 50 minutos y subtitulada en inglés, hay un collage de ideas y conceptos en el sentido de que se puede leer desde lo filosófico y artístico, pero también desde de su vida personal, pues afirma que hay mucho de sí mismo en el film, sin llegar a ser una biografía.
“De una forma velada, escondida, hablan de mi momento personal, de mi relación con mis hijos, de mi relación personal en la amistad, el amor, lo familiar. Y creo que es algo que en el arte no hago, porque ahí se ha cortado la posibilidad ser emotivo o erótico o sicológico, y el cine es un espacio de libertad que sí te lo permite. Quien me conozca podrá identificar estos pequeños rasgos”.
Para la inauguración de la muestra, Philippe Eustachon realizará un perfomance con el manifiesto del cubismo ideológico como antesala a la serie de pinturas para así concluir en la película.
¿Dónde y cuándo?
El esplendor geométrico se inaugurará el 7 de febrero, a las 12:00 horas en la galería Kurimanzutto (Gob. Rafael Rebollar 94, San Miguel Chapultepec).