El centrocampista del Anderlecht, Steven Defour, acabó expulsado del estadio Maurice Dufrasne de Lieja, donde fue recibido con resentimiento por parte del público, que desplegó en uno de los fondos del recinto una enorme pancarta que reflejaba su cabeza cortada.
Parte de los seguidores desplegaron una manta con Defour decapitado y la leyenda «rojo (colores del Standard) o muerte», este recibimiento propició que el futbolista se mostrarse nervioso durante todo el partido.
En el minuto 53, Defour lanzó un balonazo al público cuando su equipo debía devolver un balón al Standard, tras ser atendido un jugador sobre el césped. La pelota impactó a un grupo de seguidores.
La grada mostró airadamente su rechazo a la actitud del jugador, por lo que los aficionados lanzaron objetos desde la grada, incluidas algunas sillas del recinto y el partido estuvo detenido durante algunos minutos.
El árbitro mostró la tarjeta roja a Dufour, que se negó, inicialmente, a abandonar el terreno de juego. Se marchó aplaudiendo irónicamente al público.
El Standard aprovechó después su superioridad numérica para encarrilar el partido. A la hora de partido, Laurent Ciman adelantó al cuadro local, que sentenció el choque en el 87 por medio del brasileño Igor de Camargo.