¿Cómo andamos en los límites planetarios del DF?

Según el Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo, son nueve los límites clave para la estabilidad de nuestro planeta: el cambio climático, el cambio en la integridad de la biósfera (pérdida de la biodiversidad y extinción de especies), el desgaste de la capa estratosférica de ozono, la acidificación de los océanos, la alteración de los flujos biogeoquímicos (fósforo y nitrógeno), cambio en los usos de la tierra, el uso del agua potable, la carga de aerosol contaminante en la atmósfera y la introducción de nuevos contaminantes (orgánicos, radioactivos, nanomateriales, microplásticos).
El asunto muy preocupante es que los resultados de reciente estudio de ese centro de investigación, del que informa reportaje de EFE en La Crónica (15en15), y presentado en el Foro Económico de Davos esta semana, muestran que a nivel global ya han sido rebasados cuatro de los nueve límites (los que en la lista marqué con negritas). “Transgredir un límite aumenta el riesgo de que las actividades humanas conduzcan inadvertidamente al sistema terrestre a un estado mucho menos hospitalario, dañando los esfuerzos por reducir la pobreza y deteriorando el bienestar humano en muchas partes… en este nuevo análisis hemos mejorado nuestra cuantificación de donde estos riesgos aparecen”, afirma Will Steffen, director del estudio (que puede consultarse en http://www.stockholmresilience.org/21/research/research-news/1-15-2015-planetary-boundaries-2.0—-new-and-improved.html).
Aparte de las aplicaciones que a nivel de todo el país tiene este enfoque, sería muy útil un análisis sobre estos límites planetarios focalizado en esta ciudad de México, donde hace muchísima falta para que podamos atestiguar lo mucho en que estamos fallando todos para evitar los graves deterioros que causamos a nuestro medio ambiente y cómo las políticas públicas aplicadas están lejos de contrarrestar esas tendencias, aunque en el papel existan leyes o reglamentos para prevenir la contaminación ambiental. Porque aquí estamos llegando ya a serios riesgos, por ejemplo:
Cambio en los usos de la tierra. El desarrollo urbano anárquico y el manejo irresponsable de los usos de suelo son de los más graves problemas que han acompañado a esta ciudad, especialmente en los últimos lustros, con la invasión de suelos de conservación y recarga hídrica, la creciente privatización de espacios públicos, desnaturalización de reservas ambientales, colonias y pueblos, destrucción de la imagen y paisaje de la ciudad. Y se continúa con la terquedad del proyecto de construcción del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México, aunque expertos demuestren con muchos datos los daños que generará en materia ambiental, económica y social, al altísimo costo de decenas de miles de millones de pesos. Todo en un afán de privilegio a constructores y desarrolladores inmobiliarios. Asociaciones de vecinos muestran su gran preocupación por las reformas decretadas este mes al Reglamento de Construcciones del DF, pues “en lo que parecería ser un listado un tanto inocente de medidas para proteger al sector de la construcción de los abusos y extorsiones de las Delegaciones, se introducen modificaciones dirigidas a operar conjuntamente con la política de falta de respeto a los usos de suelo que se ha seguido en la última década en nuestra ciudad”.
Introducción de nuevos contaminantes (orgánicos, radioactivos, nanomateriales, microplásticos). En la gestión de residuos se llega también al límite, pues actualmente esa operación se queda en buena parte en las generalidades, sin entrar al procesamiento fino. ¿Qué proporción de las micropartículas de plástico o las muy diferentes sustancias químicas (restos de pinturas, de solventes, de residuos médicos y otros) se van al agua, al drenaje, a los campos? ¿Por qué no se han establecido ya programas especiales de recolección, con responsabilidad especial de fabricantes y distribuidores, de aparatos electrónicos como televisores, teléfonos celulares, tablets, focos?
Carga de aerosol contaminante en la atmósfera. Es obvio que la contaminación atmosférica con gases como el CO2, metano o partículas suspendidas es uno de los problemas más serios en este Valle de México, con millones de fuentes de quema de combustibles fósiles: autos y camiones, estufas, calderas, calentadores de agua. Una gran proporción de ellas en mal estado de funcionamiento y de control de emisiones, como vemos todos los días en las negras emanaciones de vehículos circulando, lo que se combina con una atrasada política de movilidad y transporte, con velocidades de traslado que disminuyen constantemente. ¿Por qué se autoriza circular vehículos automotores y hasta bicicletas y aviones con anuncios publicitarios? Así, en casi la mitad de los días del año la nube gris sobre la ciudad supera las normas de medición consideradas aceptables. Uso del agua potable. En materia de derecho al agua potable, la ciudad de México tiene un muy difícil futuro, pues no hay disponibles nuevas fuentes de abastecimiento, aparte del acuífero subterráneo de donde se extraen dos terceras partes del consumo, con fuertes efectos de hundimiento en terrenos superficiales. También están muy atrasados los proyectos de reposición y rehabilitación de varios miles de kilómetros de redes de distribución y tomas domiciliarias en malas condiciones de operación, que causan severas fugas del líquido (¡40 por ciento del agua disponible!). Hay que dar atención al mejoramiento de la anticuada operación de los sistemas de drenaje de la ciudad, afectados también por el hundimiento del suelo. Tampoco se da el énfasis urgente a proyectos viables, efectivos y generalizados de ahorro, tratamiento y reciclamiento de agua. La ciudad de México califica así muy mal en la “seguridad hídrica” (concepto bien explicado en artículo de Blanca Jiménez Cisneros (La Crónica, 19no14).
No rebasar los límites de riesgo debe ser ya una responsabilidad compartida de la sociedad y su gobierno, y un gran esfuerzo debe ser aplicado en la educación ambiental y en la difusión masiva del conocimiento técnico y científico para una mejor operación al respecto.