Las trampas de la fe y la política

En España y en Francia provocaron escaso ruido las tramposas fotografías de las manifestaciones por el caso de los caricaturistas asesinados en un semanario satírico francés, encabezadas por el presidente y por medio centenar de líderes mundiales.
Votoenblanco, página del periodista Francisco Rubiales, publicó la gráfica donde están los que supuestamente iban al frente de los millones de manifestantes. Comenta Rubiales: “Las imágenes difundidas por TV y por las redes sociales mostraban alrededor de 50 jefes de Estado y de Gobierno incluyendo la plana mayor europea, con Merkel, Cameron, Rajoy y Renzi”.
Había representantes de países de África marchando por las calles de París en un hecho, se resaltó, nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial, aunque fue notoria la ausencia de jerarcas estadunidenses, presidente y vicepresidente; de México, un sonriente embajador que pensaba que estaba en un festejo gozoso cada vez que le tomaban una imagen.
Todas las fotos fueron tomadas de frente, lo que explicó el periódico Le Monde: “Ni Merkel ni Hollande ni Rajoy ni ninguno de ellos estaban liderando la manifestación del pueblo. Estaban en una calle aledaña. Haciéndose fotos en repulsa por los atentados, pero no se habían juntado con los ciudadanos franceses”.
Los comentarios de la prensa internacional han sido insuficientes para denunciar lo que al parecer era una fingida exhibición de dolor de los participantes y la repulsa a los ataques útil para canalizar, derivar la indignación del mundo cristiano y occidental hacia una religión, más que a un grupo social o político.
Lo anterior plantea la esperanza de que todo haya quedado en las manipuladas imágenes y no sospechar que el asesinato de los periodistas esconde una monstruosa maquinación, una trampa de intereses políticos de un mandatario a la baja que ahora repunta en la simpatía de sus electores, y la complacencia a una sociedad que rechaza a los distintos.
Relacionado con el tema, el también ex corresponsal español en México, Miguel Higueras, explica los fundamentos creyentes musulmanes, algo tan alejado que ninguna atención le prestamos a un fenómeno que ya tiene clientela en Chiapas:
Los musulmanes se refieren al que adoran con 99 nombres que enumeran sus supremas cualidades: desde Alláh (“El Único”) a As-Sabur (“El Paciente”).
Pero en ningún caso permiten que se limite su divinidad representando la pureza del concepto con imágenes o símbolos perceptibles por el hombre.
Siguen así los musulmanes el origen troncal de su creencia, la Biblia de los judíos para los que Dios es “El que es”, la virtud suprema que representa ser por sí mismo, sin referencias tangibles.
El cristianismo fue la primera religión emanada de la Biblia, al corporeizar en Jesucristo a Dios (“el Verbo se hizo carne”, o el concepto se volvió tangible), lo que permitió al creyente representar a la divinidad por sus sentidos corporales.
El islamismo, que Mahoma predicó seis siglos después del nacimiento del cristianismo, representó un regreso radical al Dios conceptual del judaísmo, castigando al que se atreva a limitar lo perceptible por los sentidos, la inmensidad de Dios.
El Jesús-Dios de los cristianos es para los musulmanes uno de los seguidores y predicadores del Dios conceptual que es imposible limitar a través de la representación sensual.
Tan celoso de la inabarcabilidad de Dios son los musulmanes de la rama preponderante del islamismo, la sunnita, que al expandirse en el siglo XVIII por Arabia arrasaron la casa en la que había nacido Mahoma porque la veneración al profeta robaba a Dios el culto que sólo Alá merecía.
Los musulmanes chiitas, por el contrario, respetan y distinguen a los ayatolás que predican y guían a los creyentes en la práctica religiosa y hasta distinguen los nombres de alguno de ellos sus centros de culto.
La Divinidad que adoran los musulmanes, su poder, no tiene límites. Lo que se da al César se le roba a Dios. La soberanía no reside en el pueblo, sino en Dios. Hasta aquí Higueras.
El problema nos parece ajeno, pero el atentado a la Mutualista Judía en Buenos Aires, donde murieron un centenar de personas, por el que acusan a la presidente Kirchner de encubrir a los autores, muestra que no están tan lejos.
Sigue el “movimiento popular”
y vamos para peor
A estas alturas resulta curiosa la actitud de las autoridades, federales y estatales, que tanto en Michoacán como en Guerrero están facilitando la tarea de quienes encabezan a los grupos que protestan por la desaparición de los normalistas de Iguala, los que evidentemente están buscando nuevas víctimas fatales.
En Michoacán, sin importar lo que digan las autoridades, no se ha logrado imponer la normalidad y la palabra del comisionado Alfredo Castillo ante el Congreso no es suficiente para justificar la legalización de civiles armados, que ahora, se está descubriendo —o descubren ellos— están ligados estrechamente con Los Viagras, acusación que se había hecho con señalamiento concreto a uno de sus líderes, Simón el Americano.
Y mientras el estado se desangra en choques armados, en la ciudad de México, Castillo habla de “grupos civiles armados” y de hechos “focalizados” que, en todo caso, no han encontrado la forma de desactivar. Viagras, Templarios y Nueva Generación ya no disputan el poder entre ellos, sino con Ejército y policías.
La clase política michoacana está entretenida en encontrar el candidato para mantener en el poder a los tricolores, en tanto los amarillos se muestran confiados en su gallo, Silvano Aureoles Conejo, y los azules miran con limitado interés la candidatura de Luisa María Calderón, Cocoa, senadora por la gracia de su hermano, Felipe.
La esposa del ex mandatario, Margarita, mujer de buena fama en su estado natal, discreto su paso por Los Pinos, y ahora defenestrada por la cúpula partidaria encabezada por Gustavo Madero.
, reorienta su camino político y en lugar de pelear una diputación plurinominal, va tras la presidencia nacional panista. “Se trata de rescatar identidad y rumbo contra la cerrazón”, fue su comentario.

En Guerrero, un grupo de supuestos normalistas intentó invadir el batallón ubicado en Iguala, población escenario de los hechos fatídicos de septiembre; lanzaron cohetes, piedras e hicieron pintas. Los manifestantes iban en tres autobuses encabezados por Felipe de la Cruz, autonombrado vocero de los desaparecidos.

Y más: con tráileres tiraron el portón de entrada de la zona militar y luego se enfrentaron a los soldados que, formados en línea, no sólo contuvieron el ataque, sino que hicieron huir a los manifestantes que nunca esperaron tal reacción, acostumbrados como están a la inmunidad ante las fuerzas represivas.

De la Cruz se ha declarado maestro normalista y padre de un desaparecido. Pero además de no ser egresado ni maestro de ninguna rural, su hijo dio varias pláticas en Quintana Roo, en Cancún, donde aseguró que él fue de los que escaparon a la balacera. Se sabe poco de esta pareja, que administra la furia de los familiares.

Los supuestos padres de familia retiraron una barricada de alambres de púas a la entrada del batallón, mientras destruían el muro de cemento que identifica ese cuerpo castrense.

Exigían que se les permitiera inspeccionar el cuartel donde les han hecho creer que están sus hijos. O como trágica alternativa, localizar los hornos donde fueron incinerados y cuya existencia en principio negaron las autoridades.

Simultáneo, en Chilpancingo y en Tlapa hubo movilizaciones similares, en tanto en Acapulco la manifestación se escenificó en la Región Naval y en la ciudad de México, con escaso éxito de concurrencia, en la sede de los Guardias Presidenciales.

La organización de estos actos está a cargo de la CETEG, la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero, que ha mostrado su rechazo a la celebración de elecciones en el estado, pero sin proponer alternativas. La única, que el gobernador invisible, un académico de apellido Ortega, siga culiatornillado en palacio de gobierno mientras continúan sin dar clases y viajando con salario pagado.

Declarativamente afirman que no están en contra de los comicios ni piden la renuncia de Enrique Peña Nieto, pero en cada incursión destruyen instalaciones federales, el INE, agencias de Gobernación, alcaldías, toman casetas donde se apropian de las cuotas, secuestran y queman autobuses mientras exigen cuota de cooperación a los pasajeros, asaltan camiones con comestibles y abren juicios a quienes consideran agentes del mal gobierno.

El gobierno sigue nadando de muertito, pero vamos para peor, ya les abrieron las instalaciones castrenses…