Crean montaje multimedia basado en «Las mil y una noches»

Un baúl de madera de apenas un metro de altura hace de bosque y de castillo, al tiempo que resguarda 250 personajes desde un rey y una princesa, hasta cortesanos y duendes quienes emergen de la pequeña caja como si ésta les diera vida para narrar breves relatos al estilo de Sherezada en Las mil y una noches.
El cajón es el escenario y hasta cierto punto, también el detonador de la puesta en escena Shahrazad, basada precisamente en la célebre recopilación de cuentos tradicionales del Oriente Medio, que además retoma la tradición del títere para crear una obra en miniatura a partir del muñeco de papel, el juego de sombras y los juguetes en pequeño.
La obra, de Caracola Producciones, cuenta tres historias basadas en las aventuras de Sherezada, que refieren a la violencia de género y la exploración del arquetipo femenino en la sociedad actual, pero más allá de la reflexión temática, el proyecto destaca por volver al uso de herramientas tradicionales del teatro.
Fabiola Núñez, productora ejecutiva, explica que se trata de una fusión de técnicas desde la actuación convencional, el manejo de títeres de papel, el uso de proyección de sombras hasta herramientas de video y audio para crear un ambiente escénico sin ningún muro entre espectador y actor.
Somos aprendices de Pablo Cueto, quien trabaja con teatro de títeres y juguetes; tenemos ya tres proyectos con la técnica y hemos ido retomando herramientas como los títeres de papel o figuras planas y el teatro de sombra. En este caso todo se fusiona en un gran baúl de donde se desprenden todos los objetos”, explica Núñez sobre la obra que ofrecerá una temporada en el Centro Cultural Helénico a partir del próximo miércoles.
Si bien se asocia el teatro de títeres con el público infantil, la productora señala que se trata de un montaje pensado para jóvenes y adultos, no sólo por los temas contemporáneos, sino por la intención de romper el vínculo de las marionetas con historias de fantasía.
Lo difícil siempre es que el espectador llegue al teatro, pero una vez ahí en verdad no parpadea, pues jugamos todo el tiempo con el elemento sorpresa; por un lado sale un pañuelo, luego un muñeco y de inmediato una sombra. Esto es atractivo, pues estamos acostumbrados a la era digital de las multitareas; la gente está acostumbrada a estar en una computadora y a la vez estar hablando con alguien más”, detalló del montaje con dramaturgia de Christian Courtois y dirigido por Gina Botello.
Núñez detalla que los títeres de papel son dibujos planos montados en una base para tener movimiento, pero es el actor que los dirige quien les da emotividad, y, con ello, vida. En ese sentido, no se trata de una representación llana, sino de una actuación en el sentido estricto.
Lo mismo pasa con los juguetes o las sombras de figuras de acrílico, pues al final son objetos manejados por un actor: “El teatro con objetos es mitad artes visuales y mitad teatro, porque los dibujos y objetos deben tener una estética propia, pero el actor tiene una participación mayoritaria para darle una carga emotiva; si no la figura plana no logra expresarse”.
Aun cuando hay un nivel de experimentación de la compañía, el proyecto tiene como referente directo el trabajo de marionetas de la familia Cueto, señala Núñez, quien cuenta que en el taller de Pablo Cueto, en Coyoacán, construyeron los títeres y la escenografía.
Sobre el contenido temático de la obra, Nuñez detalla que los cuentos desarrollan conceptos como violencia de género, el patrón masculino versus el femenino para proponer una reflexión sobre la inequidad en la sociedad, pero aclara que no se trata de una obra feminista, sino de un ejercicio de reivindicación de las relaciones sociales, de la interacción con el otro. “Shahrazad comienza igual