Exhorta Iglesia a partidos deslindarse de corrupción

La lucha contra la corrupción, en cualquiera de sus formas, debe ser un imperativo social e institucional, más aún en lo que concierne a los partidos políticos, las corporaciones policíacas y los legisladores, subrayó el canciller diocesano de San Luis Potosí Gerardo Vaglienty.
“Si están corruptos los partidos, ¿qué van a ofrecer?, ¿qué candidatos pueden poner a consideración de la ciudadanía?”, se preguntó. Y agregó: “Yo creo que la lucha contra la corrupción debe darse contra todas sus formas, ya sea que se dé en las instituciones o en las personas.”
“Porque —dijo parodiando un poema de Díaz Mirón—: Uno no es la blanca paloma que atravesó el pantano sin enlodarse.”
Dijo que para abatir esta percepción, la ciudadanía y sus instituciones deben asumir que se trata de una lucha que se tiene que tomar en serio.
Se negó a pensar que la corrupción sea connatural al ser humano, o cultural, porque adujo todavía hay muchas personas e instituciones que no son corruptas que llevan con claridad, con transparencia, con limpieza, su actuación.
“Nada de que culturalmente somos corruptos; nada. Por ahí no va la cuestión. Más bien, si atrás hay un vicio que “se pegó”, pero que como todos los vicios se puede uno deshacer de él”, sustantivó.
No obstante, reconoció que la corrupción es un fenómeno gravoso que se ha venido extendiendo en el cuerpo social e institucional y contra el que es imperativo tomar acciones desde la propia sociedad y desde las instituciones.
Anteriormente, al celebrar la eucaristía dominical y recordar el bautismo de Jesús en el Río Jordán, Vaglienty destacó que Jesús, como hijo de Dios, no necesitaba de esa purificación y, sin embargo la asumió en solidaridad con los hombres y en obediencia a su padre; así se confirmó, por la voz que tras el bautismo dijo en los alto “Este es mi hijo amado”.
Por ello, pidió a los feligreses renovar constantemente, con actos píos, reconociéndose como hijos de Dios, el bautismo; llamando a Dios “papá”, como lo hizo Jesús, a través de la oración, del Padre Nuestro, del amor fraterno y de la solidaridad y el respeto para con los demás.