Mandan a El Americano a penal; faltan 19 capturas

Llegaron en el último instante, bajaron del auto a toda prisa y corrieron hasta el sitio en el que el MI-17 de la Marina ponía en marcha sus motores para despegar; nada las detuvo, querían despedirse de Simón, El Americano, y lograron llegar hasta una de las ventanillas del helicóptero y esbozar un abrazo; después todo volvió a ser una inmensa nube de polvo en la unidad deportiva de Buenavista Tomatlán.
Hace días que Luis Antonio Torres debía entregarse, el plazo impuesto por el comisionado para la Seguridad de Michoacán, Alfredo Castillo, venció el sábado, pero él y su grupo se negaban porque no veían condiciones, dudaban de la justicia.
Sin embargo, la tarde del lunes algo cambió, y al saber que la juez primero de lo penal imputaba a Hipólito Mora 10 de las 11 muertes ocurridas el 16 de diciembre pasado en La Ruana, el grupo de Simón o Luis Antonio Torres estableció un acuerdo: se entregarían 10 de los 25 requeridos.
“Estamos decidiendo irnos 10 y que se queden 15 para proteger a la familia mientras nosotros esclarecemos este asunto (…). El problema ahorita es que Los Templarios ya son Viagras y el gobierno no hace nada contra ellos”, explicó El Americano antes de subir al helicóptero que se lo llevó a más de 200 kilómetros de Buenavista.
Alrededor de un centenar de personas lo esperaba para despedirse en medio de un murmullo que, de boca en boca, oscilaba entre la tristeza y el enojo: “Si el gobierno no cumple y hace justicia de verdad, nos levantaremos otra vez; si no vuelve, otra vez tomaremos las armas”.
Desde las siete de la mañana los simpatizantes de Antonio Torres se plantaron en la entrada aBuenavista, en el mismo sitio que durante meses se mantuvieron vigilantes para impedir la entrada de grupos contrarios; media hora después la orden fue reunirse en la cancha del deportivo.
Ahí bajó el primer helicóptero, a las 8:19 horas. Era el procurador de Michoacán, José Martín Godoy Castro, quien llegó para recibir a Simón y al grupo que se entregaría con él; una hora más tarde un torbellino de polvo anunció el aterrizaje del MI-17 que se los llevaría a todos; minutos después, la unidad deportiva estaba sitiada por militares.
Simón y los que con él despertaron hoy en el penal de Mil Cumbres, en Morelia, no tenían prisa, pararon a desayunar en el centro del pueblo, hablaron, intentaron alargar los minutos lo más posible, hasta que pasaron las 10 de la mañana.
Para entonces, Jesús Valencia —quien hoy se queda al frente del grupo de El Americano— ya había dado una entrevista: “Se lo aclaro, estamos confiando en las autoridades y esperemos no nos fallen, que hagan ahora sí las cosas bien, porque si no, la verdad se va a ver el apoyo que hay de la población, y si no actúan de la manera correspondiente nos tendremos que levantar nuevamente”.
Los que se quedan. Mientras camina hacia el helicóptero, Simón reclama a los medios, dice que sólo se enfocaron en los bloqueos que sus simpatizantes mantuvieron durante tres días e interpretaron que se trataba de una estrategia para no dejar que los soldados o los federales lo atraparan.
Horas más tarde el comisionado Castillo le daría la razón al afirmar que hasta donde sabe, la intención de esos bloqueos fue buscar seguridad.
“Nos han solicitado más puntos de revisión donde participe el Ejército; no tuvieron que ver con la entrega o no de El Americano, sino con garantizar que no hubiera movilidad de grupos contrarios que pudieran afectar a sus familias o comunidades”, dijo.
Detrás de Antonio Torres caminan otros nueve hombres: Ruperto Anaya Díaz, Luis Gabriel Leyva, José Alberto Ayala Chávez, Jorge Negrete Vargas, René Salvador Esquivel Núñez, Eladio Cisneros Flores, Adrián Eduardo Zamora Cortés, Gustavo González Sánchez y José Pablo Ochoa Gutierrez. Y detrás de ellos sus familias.
Lizete García no ha querido acercarse a la cancha, se ha quedado llorando por su esposo que se va de nuevo, pero esta vez es distinto, pues aunque como otras veces no sabe cuándo volverá, hoy esperan a su primer hijo.
“Cuando andaba en el movimiento éramos novios y me daba mucho miedo que lo mataran, se iba durante semanas y cuando volvía sólo se quedaba una, pero él estaba luchando, quería limpiar el estado de delincuentes”, dice la chica de 21 años mientras ve elevarse entre el polvo al aparato que se lleva a José Pablo.
De esa misma nube oscura que se ha quedado en tierra, salen caminando las dos mujeres que llegaron corriendo para despedirse de Simón, no quieren hablar con nadie, van vestidas de negro, como si se tratara de un funeral. “Son la hermana y la sobrina de El Americano, no estaban aquí y casi no alcanzan a llegar para verlo”, explica alguien al pasar.
Convencer a los que faltan. A las 13:00 horas del martes, el comisionado Castillo aparece ante los medios de comunicación para dar una rueda de prensa. Afirma que por este caso se han entregado voluntariamente 37 de los 56 requeridos y que se intentará convencer a los 19 que faltan o irán tras ellos.
Pero sobre lo que pasó el 16 de diciembre en La Ruana aún falta aclarar muchas cosas, como la presunta participación de la Gendarmería Nacional, pues en Buenavista no son pocos los que insisten en que ellos también dispararon.
Al respecto, el comisionado Castillo admite que aún falta tomar declaraciones de algunas personas que resultaron heridas el día del enfrentamiento en La Ruana, pero insiste en que la verdad jurídica la determinarán los tribunales, donde ayer a las cinco de la mañana terminaron de explicar su versión de los hechos Hipólito Mora y sus 26 compañeros.