Retrato hablado: Herodes el Grande, el arquetipo del opresor

Erase una vez un rey llamado Herodes el Grande cuyo delirio de poder lo llevó a matar a todos los niños menores de dos años en Belén (Judea), después de que los legendarios Reyes Magos y los adivinos estruscos (arúspices) no le aclararan sus dudas en torno al lugar de nacimiento de Jesús, llamado el “rey de los judíos”.
La narración se cuenta en las escrituras bíblicas del Evangelio según San Mateo, en el Nuevo Testamento, donde se justifica así la huida de María, José y el niño Jesús a Egipto, donde permanecieron hasta la muerte del tetrarca, también conocido en el reino como “el genio malvado de la nación judía”.
Desde entonces la tradición católica recuerda el 28 de diciembre como el Día de los Santos Inocentes, en memoria de aquellos niños que fueron degollados por orden de Herodes.
Pero… ¿quién fue Herodes el Grande? Distintas fuentes lo califican como un ejemplo de lujuria, crueldad y perversión. Se afirma por ejemplo, que tuvo diez esposas.
Nacido en el año 74 antes de nuestra era, fue el segundo hijo de Antípatro y Cipros. Considerado un gran político, militar y constructor, fue conocido por sus proyectos de edificación en Jerusalén; se le recuerda por impulsar la ampliación del Segundo Templo de Jerusalén, iniciada en el año 22 a. C.
Debido a su origen idumeo (región localizada al sur de Judea y el mar Muerto), fue señalado como rey extranjero y nombrado procurador por el propio Julio César en el año 47 antes de nuestra era; siete años después Marco Aurelio lo nombró gobernador de Roma con el título de rey de Judea.
De acuerdo con el académico Antonio Piñero, Herodes el Grande reinó sobre el pueblo judío y se destacó por su eficaz gestión administrativa y el lustre que dio a la ciudad con grandes obras y algunos gestos humanitarios como el reparto de grano, comprado de su propio peculio, durante una época en que la ciudad fuera sacudida por la hambruna.
Herodes llevó a cabo una serie de mejoras al mencionado Templo de Jerusalén y emprendió la fundación de la Cesarea Marítima, una ciudad portuaria de carácter occidental construida en honor al dueño del imperio, tras la Batalla de Accio.
También impulsó el comercio y la economía de su pueblo, e incluso -como se dijo- en época de hambruna se deshizo de gran parte de la riqueza de sus palacios para comprar trigo a Egipto.
Sin embargo, Herodes no supo o no pudo conquistar el corazón de sus súbditos judíos. Para ellos siempre fue referencia de escándalo y motivo de rencor.
Su fama disminuyó aún más luego de ostentarse príncipe de la cultura grecorromana, de organizar luchas de gladiadores y otros juegos durante la dedicación del templo de Cesarea.
Al respecto, Piñero explicó que “para los judíos, las luchas de gladiadores eran profundamente inmorales, pues consideraban que el único dueño de la vida humana era el “Altísimo”, aunado a que por la noche se multiplicaban los festines, las bailarinas extranjeras y proliferaban las orgías y el desenfreno”.
Dos acciones más que le restaron simpatía a Herodes: su sórdido manejo del sumo sacerdocio del Templo de Jerusalén y la profanación de la tumba de David.
A ello se sumó que la vida personal del Rey fue un ejemplo de lujuria, crueldad y perversión -añade Piñero-, rodeado de mujeres y concubinas que propiciaron la repulsa del pueblo judío. Se cuenta que Herodes tuvo nueve o diez esposas –dos de ellas pudieron ser, quizás, una sola, debido a que el parentesco no queda claro–, pero la mayoría fueron esposas sucesivas”.
Ante los ojos del mundo moderno la poligamia podría parecer relativa, pero entonces era motivo de escándalo; en el mundo judío ésta apenas existió alrededor del siglo I a. de C.
No se sabe con precisión el número de hijos que tuvo Herodes, aunque se tiene conocimiento de que a su muerte el emperador Octavio Augusto designó a tres de sus hijos como sus sucesores: Herodes Arquéalo en etnarca de Judea, Samaria e Idumea; Herodes Antipas para tetrarca de Galilea y Perea; y Herodes Filipo, quien fue tetrarca de Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.
Nuevos indicios
Ésta es la versión histórica. Pero en días pasados el historiador bíblico Daramola Olu Peters se pronunció en la prensa española afirmando que la Matanza de los Inocentes no es mencionada en los demás evangelios, ni en textos de ese periodo, lo cual le ha llevado a replantear si el episodio tuvo realmente lugar o pudo malinterpretarse de otro suceso.
Según su análisis, todo pudo ser producto de una mala traducción de la palabra “matanza” y en realidad, el episodio pudo referirse al asesinato de algún hijo de los aspirantes a ocupar el trono.
Otros estudiosos han vinculado la presunta matanza con el asesinato de los tres hijos de Herodes en su afán por mantener el poder, o quizá, alguna de las purgas que el monarca llevó a cabo durante su ascenso al poder.

A las dudas, se suma la inconsistencia de los números dentro de los estudios demográficos, pues el poblado de Belén –donde naciera Jesús– sólo albergaba entre 300 y mil habitantes en el año 4 a.C., de los cuales sólo entre siete y 20 de ellos serían menores de dos años.

Esto ha hecho reflexionar a los historiadores, quienes piensan que, de haber tenido lugar la matanza, no pudo tener las dimensiones descritas en la Biblia y despejaría la duda de por qué el historiador Flavio Josefo –quien siempre presentó a Herodes como un cruel tirano– pasó por alto dicha barbarie.

Herodes el Grande falleció en Jerusalén el 12 de marzo del año 4 a.C. a los 70 años. Fue sepultado en el Templo Herodiano, descubierto en 2007 por un grupo de arqueólogos.