Kremlin, centro histórico del poder en Rusia

Kremlin es una palabra que se asocia con fuerza, con el poderío soviético en el siglo pasado y de la Rusia actual. Significa ciudadela, sitio casi siempre amurallado que reúne instalaciones relevantes: edificios de gobierno, de defensa y otros representativos de sus cultos religiosos.
Dos de los más representativos en la Federación Rusa son el de su capital, Moscú, y el de la ciudad de Kazán, en la República de Tartaristán. El de Moscú está edificado sobre la colina Borovitskaya, entre las márgenes del río Moscova, la Plaza Roja y el Jardín de Alejandro.
Sus orígenes se remontan al Siglo X, cuando ahí se construyó una fortaleza de madera, pero la estructura actual responde al diseño arquitectónico del suizo-italiano Pietro Antonio Solari, por encargo e invitación de Iván III, hacia 1490.
Traspasar la muralla, adosada con 20 torres de ladrillo rojo, equivale a revivir a través de sus construcciones seis siglos de historia en perfecta conservación: el más reciente es el Palacio de los Congresos, dedicado a foros, conciertos e incluso presentaciones del Ballet Bolshoy.
Flanqueado por antiguos cañones, el edificio del Arsenal o Armería, construido por orden del zar Pedro I en el siglo XVIII para resguardar armamento, conserva esa esencia; y a un costado se erigen el antiguo Senado y la Escuela Militar, destinados en la actualidad a tareas de gobierno.
El campanario de Ivan el Grande marca justo el centro de Moscú, y a sus pies, en una plazoleta luce majestuoso el Zar-cañón, el más grande del mundo, fundido en el siglo XVI y que irónicamente nunca realizó un solo disparo, lo que algunos atribuyen a que la dimensión de las balas no correspondía a la de la boca. Pero no es el único que quedó para mero lucimiento en la historia: también está la Zarina-campana, fundida por orden de Anna Ivanovna con una aleación de metales incongruente para su fin, lo que provocó una grave rotura y su adiós a las alturas.
Es el preámbulo a la plaza Sobornaya, donde el gris de las losas en nada opaca las brillantes cúpulas que rematan columnas y tejados de tres grandes catedrales: de la Asunción, del Arcángel y de la Anunciación.
La Anunciación data del siglo XV, reconstruida en el XVI por Iván el Terrible, está coronada por nueve cúpulas recubiertas de cobre bañado en oro, cada una con su cruz metálica con una luna como base; sus pisos interiores destacan por incrustaciones de ágata y jaspe. Alberga el museo arqueológico del Kremlin.
Está también la Catedral del Arcángel Miguel, patrono de los príncipes en campos de batalla, cuya imagen destaca en el iconostasio.
pero también es relevante su necrópolis, el sepulcro más grande de príncipes y zares en Rusia.

La Catedral de la Asunción o de la Dormición, es el máximo recinto de la iglesia ortodoxa en Rusia, lugar de la coronación de los zares, de sus grandes celebraciones, de enlaces y bautizos, y también de sus funerales.

El Kremlin de Kazán no demerita en atractivos. Al margen del Volga, es Patrimonio de la Humanidad, centro de la cultura nacional tártara y del poder del Estado, al que se accede por las puertas de la Torre de Taynitskaya o la de Spasskaya.

Sus murallas protegen el Palacio presidencial en el que destaca su puerta forjada; la Torre de Suyumbike con una inclinación que muchos comparan con la de Pisa; las catedrales ortodoxa de La Anunciación o de Nuestra Señora de Kazán, junto a la mezquita de Kul Sharif, el punto más septentrional de propagación de la cultura islámica.