Jesús, «uno más entre los mesías»: «El Trono Maldito»

El historiador y novelista español José Luis Corral asegura que Jesucristo fue en vida “uno más” entre al menos dos docenas de profetas y de mesías judíos y que el mito surgido después en torno a su figura ha desvirtuado al personaje histórico.
Es la tesis de Corral, quien se adentró en los orígenes del cristianismo y en la figura de Jesucristo en la novela histórica El trono maldito, escrita junto al catedrático e investigador del cristianismo primitivo Antonio Piñero.
Una novela sobre la historia más grande jamás contada”, afirma Corral para describir una obra que se asoma a los primeros 45 años de era cristiana para dramatizar la relación del mundo judío con el imperio romano, los conflictos internos de los judíos y la irrupción “tremenda” de Jesucristo en la historia universal.
El coautor de la obra asegura que aunque hoy en día se considera que Jesús fue una figura muy importante desde el inicio de la era cristiana, es únicamente a partir de los textos cristianos escritos decenas de años después de su muerte cuando adquiere relevancia.
A su juicio, “sus discípulos, especialmente Pablo de Tarso, supieron hacer de él una figura absolutamente eterna, la referencia fundamental de toda una religión, aunque en su época no fue mucho más relevante que otros muchos mesías”.
Corral y Piñero han tratado en su novela de alejarse del mito de divinidad que rodea la figura de Cristo y lo muestran como un personaje histórico, en un tono de absoluta verosimilitud.
Tres años de trabajo “intensísimo” de investigación y de revisión de los textos históricos antiguos, afirma, han sido necesarios para poner en pie a una historia que no renuncia a los elementos de ficción, pero siempre en un tono verosímil.
Entre las fuentes documentales se encuentran los evangelios sobre la vida de Jesús y las cartas de los apóstoles, pero el novelista asegura ser consciente de que muchos de estos textos fueron escritos de 80 a 100 años después de su muerte, y que su contenido es “muy tendencioso”, ya que su objetivo fue hacer “proselitismo”.
En su opinión, la insuficiente documentación histórica existente hace que la reconstrucción del personaje histórico sea como tratar de hacer un rompecabezas de mil piezas con tan sólo diez.
Nosotros —afirma Corral— afrontamos la figura de Jesús en la novela como un personaje histórico que interviene en la política de su tiempo”, una visión que, según señala, ha causado “sorpresa e, incluso, preocupación entre algunos católicos que la han leído”.
El autor insiste en que Jesús era, sobre todo, un político de su tiempo porque “quería cambiar el mundo”, por lo que, en su opinión, “no solamente actuaba en cuestiones divinas sino también en terrenales”.
Añade que aunque esta visión está hecha desde el “rigor” y un “respeto máximo” hacia el pensamiento cristiano, la novela está basada en la realidad y en hechos históricos.
Unos hechos que, según afirma, muestran que el propio Jesús no estaba en realidad tan convencido de ser el fundador de una religión, y que como rabino judío “lo que quería era seguir el camino del judaísmo; y de hecho nunca planteó una ruptura”.
Y aunque considera que el novelista tiene “el derecho y la obligación” de servirse de la imaginación, la verosimilitud en esta historia es un camino del que no se han apartado ni él ni Piñero.
Ya hemos recibido llamadas y comentarios de cristianos muy ortodoxos que entienden que la nuestra es una novela que desmonta la divinidad de Jesucristo, pero nosotros no nos metemos en cuestiones de fe”, aclara Corral.
Afirma a renglón seguido que abordan “la figura de Jesucristo desde las fuentes” y muestran “el Jesús real, no el de los cielos”. “Eso lo dejamos para la fe”, apostilla.
Todo esto está mostrado en un contexto histórico de luchas intestinas, conflictos religiosos y guerras que, a juicio de Corral, muestran que el ser humano “ha evolucionado mucho en los últimos dos mil 500 años en cuestiones tecnológicas, pero casi nada en cuestiones mentales, filosóficas o ideológicas”.
En su opinión, “desde que los filósofos Platón y Aristóteles plantearon la lógica frente al dogma y la fe, en cuestiones de desarrollo mental no hemos cambiado demasiado”.