Osteocondritis, dolor en el pecho que causa alarma

Informes médicos de distintos países coinciden en que el dolor torácico es responsable de aproximadamente 5% de las consultas totales en los servicios de urgencias. Además de causar angustia entre pacientes y familiares al considerarlo síntoma de infarto cardiaco (suspensión del suministro de sangre y oxígeno al corazón), esta dolencia obliga al personal médico a actuar con prontitud para efectuar diagnóstico preciso.
Osteocondritis, Condritis esternocostal, Dolor en el pecho, Inflamación de los cartílagos de las costillas De esta forma han identificado que existen otros motivos de distinta gravedad que pueden desencadenar dolor en el pecho, como problemas digestivos, ansiedad, infecciones respiratorias y padecimientos musculoesqueléticos. Entre estos últimos está la osteocondritis esternocostal, parte del conjunto de enfermedades llamadas osteocondrosis que causan alteraciones en los huesos. La osteocondritis, también llamada síndrome de Tietze o condritis esternocostal, la osteocondritis es la inflamación de los cartílagos de las costillas que las unen con el esternón (hueso plano situado en la parte central del pecho) y que afecta principalmente a jóvenes y adultos, siendo más frecuente en mujeres.
El tórax forma una sólida protección para órganos como corazón, diafragma y pulmones, pero esta “coraza interna” también se expande para permitir que los pulmones aumenten de volumen durante la respiración. La estructura que permite dicho movimiento es la articulación condroesternal, donde se localiza el cartílago costal, tejido suave, flexible y resistente que une las costillas al esternón y que, al inflamarse, produce la osteocondritis esternocostal.
Cuando inflamación y dolor de costillas suceden en la porción del cartílago costal que se une a la costilla, se denomina costocondritis; en caso de que el padecimiento se presente en la zona próxima al esternón, se conoce como esternocondritis. La inflamación de los cartílagos de las costillas es de origen articular o reumático, y puede asociarse a los siguientes factores: Presión o golpes en las costillas. Cargar objetos pesados, realizar esfuerzo físico importante, sufrir caídas o choques accidentales al practicar deporte suelen ser causa de dolor torácico. Acostarse sobre un costado o boca abajo puede ocasionar presión extra en la caja torácica, dificultando su expansión y afectando al cartílago costal. Esta infección en vías respiratorias genera tos persistente, fiebre, escalofríos, fatiga y pérdida de peso, pero en ocasiones también afecta a las articulaciones (tuberculosis osteoarticular o condropatía tuberosa).
Enfermedades sistémicas. Aunque menos frecuente, el síndrome de Tietze también se presenta en quienes sufren padecimientos que afectan a varios órganos del cuerpo y se relacionan con inflamación, como artritis reumatoide (dolor, entumecimiento e hinchazón de articulaciones), artritis psoriásica (en la que aparecen manchas rojas en la piel) y lupus eritematoso sistémico (que altera las defensas del organismo provocando que ataquen tejidos propios, como tendones y cartílagos). El síntoma más común de osteocondritis esternocostal es el dolor en el pecho, que puede ser leve y durar sólo un par de días, o tan severo y persistente que provoque debilidad y recuperación de varias semanas. Este dolor puede ser gradual o repentino y, aunque por lo regular se restringe al área de las costillas superiores, llega a irradiarse (extenderse) a los brazos y hombros, lo que genera ansiedad y pánico en quien lo experimenta por creer que se encuentra ante un evento cardiovascular. Otra característica de este tipo de osteocondrosis es que el dolor de costillas y pecho suele manifestarse o aumentar de intensidad con el movimiento (resulta particularmente incómodo estornudar, toser o levantar objetos) e incluso con el incremento de presión emocional o estrés, ya que transmite la tensión a distintos músculos del pecho.En cambio, un infarto cardiaco, además de manifestar compresión y dolor torácico, se acompaña de náuseas, mareo, sudoración, pulso acelerado, dificultad respiratoria y sensación inminente de muerte. Este evento depende también de varios factores de riesgo, como consumo de tabaco o drogas, colesterol elevado, presión sanguínea alta o diabetes. Es común que el médico familiar determine la presencia de casos leves o moderados de condritis esternocostal en el consultorio mediante la elaboración de historial médico y exploración física. Durante esta última, el paciente suele reportar dolor al ejercer presión sobre la articulación condroesternal, al girar la cintura o cuello y mientras mueve los brazos. Casos severos de pacientes con dolor súbito son remitidos a los servicios de urgencias para descartar que esas molestias en el pecho sean síntomas de otras condiciones de gravedad, como infarto cardiaco, trombosis pulmonar (obstrucción de las vías sanguíneas que alimentan a los pulmones) o ruptura del esófago. Personal especializado interrogará al paciente tanto para conocer sus síntomas como para detectar si hay alguna alteración en su estado de conciencia que indique un padecimiento mayor. La anestesia local (como xilocaína) o el consumo de algún analgésico de venta libre. Aunque suele causar un buen susto, la condritis esternocostal se resuelve de manera favorable y no representa riesgo para la salud.